Antes de ser empresario hotelero y de que sus propiedades inmobiliarias dieran que hablar, Kike Sarasola participó como jinete en tres Juegos y consiguió otros tantos diplomas. En su segunda cita, Atlanta 1996, sufría una pubalgia, y acabó siendo uno de los muchos deportistas tratados por José Luis Torrado, O Bruxo. Como quería agradecérselo de alguna manera, a Sarasola se le ocurrió que, para atenderlo, Torrado viajase hasta su residencia en una limusina blanca, un medio de transporte discreto para la villa olímpica.
Al jinete ya se le veían trazas de emprendedor, pero en idear y hacer sentir bien a su gente no había nadie que superase al Bruxo. Así que el 25 de julio, que cuadraba por aquellas fechas, en una idea conjunta con la Televisión de Galicia, citó a un grupo de atletas gallegos en la salida 6 de la villa sin decir el motivo.
En ese lugar, Torrado apareció con la misma limusina, esta vez alquilada por la Televisión de Galicia, donde Alejandro Gómez, Julia Vaquero, Andrés Díaz y compañía brindaron con champán y, acto seguido, se fueron a zampar un churrasco, para celebrar como era debido el Día de Galicia.
Sin embargo, el jolgorio de nuestro atletismo acabó ahí. Eran buenos tiempos, sobre todo en el fondo, pero la medalla y el diploma fueron inalcanzables, al igual que lo habían sido para otras grandes generaciones gallegas. Desde entonces, Andrés Díaz, Santi Pérez y Frank Casañas rozaron el podio con honor, aunque siempre con la sensación de que un deporte con tanta tradición aquí no acaba de llevarse algo al cuello.
Así que hoy es un gran día, para recordar a casi una treintena de atletas que pasaron por los Juegos y para volver a tener la ilusión de poder celebrar algo grande, bajo el sello de calidad de Ana Peleteiro, que ha luchado y deseado algo así desde que hace nueve años irrumpió como campeona del mundo júnior, y de Adrián Ben, la otra parte del sueño de tener a dos gallegos rindiendo de forma extraordinaria en el lugar más adecuado para hacerlo.
Porque ellos, que se forjaron en bravura al borde del mar en Ribeira y Viveiro, son ahora la limusina del atletismo gallego. Un transporte de lujo para viajar hacia el éxito.
Álvaro Alonso es autor del libro «Galicia Olímpica».