Adiaratou Iglesias: «No me gusta la fama»

DEPORTES

La doble medallista en los Juegos Paralímpicos de Tokio agradece sus éxitos porque ayudan a «dar visibilidad al deporte adaptado», su gran objetivo

20 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Adiaratou Iglesias (Bamako, Mali, 1999) no deja de romper barreras, superar retos y coleccionar éxitos. Lo hace desde que en el 2014, y después de un par de años en Logroño, se instaló en Lugo junto a su madre adoptiva, huyendo de los peligros que encuentran las personas albinas en su país natal. Con solo una capacidad visual de apenas el 20 %, el palmarés de la joven gacela del Lucus Caixa Rural ha ido creciendo de manera exponencial con el paso del tiempo. Es la actual plusmarquista gallega en los 100 y 200 metros lisos al aire libre, donde compite con deportistas sin ninguna discapacidad, doble subcampeona mundial y en los recientes Juegos Paralímpicos de Tokio conquistó sus medallas más preciadas: el oro en los 100 metros lisos y la plata en los 400. Desde hace unos meses pule sus envidiables cualidades en la prestigiosa Residencia Blume, de Madrid, junto a numerosos reputados deportistas españoles.

—¿Cuánto ha crecido su popularidad tras sus éxitos en los juegos de Tokio?

—Pues bastante, la verdad. Lo noto cuando estoy en Lugo e incluso aquí en Madrid, donde hay gente que me reconoce por la calle. Y me hace ilusión, pero básicamente porque eso quiere decir que los juegos paralímpicos han llamado la atención de la gente. A pesar de los horarios, parece que se han visto mucho.

—¿Le gusta la fama?

—No. Nunca ha sido mi objetivo. Lo que me más me satisface es dar visibilidad al deporte que practico y demostrar que una discapacidad no es un problema para hacer deporte y cumplir sueños, sobre todo entre los niños. Soy una persona muy privada. Todo esto está siendo nuevo para mí y lo que toca es asumirlo y tratar de seguir por esta línea, que parece que es la buena.

—¿Cómo le van las cosas por la Blume?

—La adaptación no fue sencilla. Fue un cambio bastante drástico.

—¿Cómo surgió la posibilidad de entrar allí?

—Era mi deseo desde hace años. Quería estudiar fisioterapia a través de la ONCE y la única manera de hacerlo era venir aquí.

—Ha hablado mucho de su experiencia en los juegos paralímpicos. ¿Le queda algo por contar?

—Creo que no (risas). Fue una experiencia increíble, inolvidable, que además he tenido la suerte de vivir con unos compañeros formidables. Fueron unos días intensos, con muchos subidones, pero también con algunos bajones porque son muchas cosas las que te vienen de golpe y no te da tiempo a asumirlas. No todo fueron cosas buenas.

—¿A qué se refiere?

—Hay estrés, hay presión... Aunque tratas de evitarlo, es muy difícil. En mi caso no fue tan impactante, pero a otros deportistas que son más sensibles les afectó más.

—¿Las medallas de Tokio quedaron en Lugo o la acompañaron a Madrid?

—Quedaron en Lugo. Todas mis medallas las guardo en casa.

—Ya tiene unas cuantas. Dejaría sitio para las que puedan llegar...

—Sí, sí, claro (risas). Si no ya lo buscaría.

—Ha dejado el listón muy alto. ¿Dónde sitúa la próxima meta?

—El objetivo de todo deportista es estar en los juegos y esa es mi intención, si bien prefiero ir marcándome metas año a año. Aunque el nuevo ciclo olímpico es más corto, nunca sabes lo que puede ocurrir por el camino.

—Con su actitud y su físico habría triunfado en el deporte que se propusiera.

—Nunca he probado a hacer otro deporte. El atletismo me gusta desde que era una niña y cuando empecé a practicarlo en Lugo me entusiasmó.

—Su progreso ha sido incesante. No hay que olvidar que empezó a competir con 15 años.

—Antes de empezar a competir ya hacía cosas por mi cuenta. Cuando algo te gusta desde pequeña y has estado corriendo con tus compañeros en el parque o en la calle, al final adquieres habilidades que son muy útiles cuando empiezas a entrenar. Mi condición genética como africana también ayuda. Entré en el mundo del atletismo cuando pude y me he encontrado con esto sin buscarlo.

—¿Qué parte de todo este éxito le corresponde a su entrenador, Adolfo Vila?

—Mucho. Han sido muchas horas de trabajo conmigo y con mis compañeros. Le estoy muy agradecida. Tengo claro que sin su apoyo, sus ánimos y su dedicación yo no hubiera llegado a donde llegué. Yo diría que el mérito habría que dividirlo a partes iguales, el 50 % para él y otro 50 % para mí.

—En todas las entrevistas le preguntan por su infancia en Mali. ¿Le incomoda hablar de ese tema?

—No, claro que no. No tiene por qué molestarme.

En corto

—¿Cómo se relaja antes o después de un campeonato?

—Me gusta mucho pintarme las uñas. Y dibujar, que se me da bastante bien.

—¿Es presumida?

—No, no, pero me gusta llevar las uñas cuidadas y bien pintadas.

—¿Le gusta la cocina?

—Sí, bastante. De hecho soy yo la que me encargo de cocinar en mi casa.

—¿Y cuál es su especialidad?

—Me sale rico casi todo, la verdad. Se me da bastante bien la cocina y también la repostería.

—¿A qué plato nunca hace ascos?

—A una lasaña o una tortilla española, pero me gusta casi todo.

—¿Y a una buena ración de pulpo?

—Cuando llegué a Lugo no me gustaba y ahora me encanta.

—¿A qué personaje histórico le hubiera gustado conocer?

—(Piensa). No sé... A muchos. Quizás al atleta Jesse Owens por todo lo que consiguió —conquistó cuatro medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Berlín.

—¿Con qué deportista de alto nivel del momento pasaría una tarde de charla?

—Con Cristina Lara, una atleta catalana especializada en pruebas de velocidad.

—¿Es muy activa en las redes sociales?

—Como ya te he dicho antes, soy muy privada, no me agrada airear mi vida y por eso no soy muy activa, pero últimamente me escribe mucha gente y recibo mensajes muy bonitos que merecen una respuesta.