Yolanda Parga: «Las árbitras no viven de ello, tienen sus trabajos y estudios, y muchas veces van súper ahogadas»
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La coruñesa, excolegiada internacional y actual responsable del arbitraje femenino, relata su labor en la RFEF y el duro trabajo que hay detrás de las trencillas españolas
28 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.En un terreno de juego, a veces, la pasión no se encuentra en el balón. El silbato y la bandera, aunque con mala fama, también conquistan. Y no solo a hombres. Yolanda Parga Rodríguez (A Coruña, 1978) tuvo claro que su futuro estaba de corto y recorriendo la banda. Con 13 años comenzó a ejercer como árbitra y, tras 30 de experiencia, el pasado enero fue nombrada responsable del arbitraje femenino en la Real Federación Española de Fútbol.
—¿Cómo está siendo esa primera toma de contacto?
—Los primeros 15 días fueron un poco de locos. Aunque he hecho un trabajo similar en el comité madrileño, en cada casa cada uno tiene su herramienta. Me he tenido que familiarizar pero, a partir de esos días que comento, he ido controlando un poquito más las herramientas. Todo muy bien.
—¿En qué consiste el trabajo que realiza?
—Llevo de primera mano todo lo relativo al arbitraje de la Liga Iberdrola de las chicas, pero no solamente a nivel internacional, sino también el arbitraje femenino en general. Justamente, esta temporada estamos con un nuevo proyecto de desarrollo del arbitraje femenino a nivel nacional. Trabajamos e intentamos hacer una segunda categoría con las chicas que todavía pertenecen a los comités territoriales con vistas a crear, a lo mejor, el año que viene una categoría que dependa del comité nacional. Las chicas arbitrarían, en principio, la segunda categoría, que es la Reto ahora mismo. Estamos con la selección, trabajando con ellas. Además de eso, también me encargo de las chicas que tenemos a nivel internacional y las que arbitran el fútbol masculino. A muy grandes rasgos, claro. Formación, designación, cualquier problema que puedan tener con las territoriales, la FIFA, la UEFA...
—Comenzó su carrera muy joven, ¿qué le hizo decantarse por el arbitraje?
—Cuando empecé hace 30 años, era un poco llamativo. Mi padre fue árbitro muchos años, y yo crecí viéndole, yendo a los campos de fútbol, acompañándole a los entrenamientos... Crecí en el mundo del fútbol y en el mundo del arbitraje. Con 13 años, me planté con la ropa de mi padre en el salón, me quedaba como un saco. Él quería tener un hijo que siguiera sus pasos, y tuvo dos niñas (yo era la pequeña). Ese momento fue un poco chocante, pero después, tenía al maestro en casa. Me ayudó un montón.
—Siendo mujer, le habrá costado llegar hasta su posición…
—Sí, al principio costó un poco. Viví aquellos momentos en los que llegabas a un campo y llamaba muchísimo la atención que fuera una chica. Con el paso de los años se ha ido cambiando mucho, cosa que es de agradecer. A nivel nacional o territorial sigue siendo todavía muy diferente, pero cada vez es más habitual ver a chicas arbitrando. Pero mis inicios, como iba de la mano de mi padre, me facilitó bastante el empezar. También es verdad que yo siempre he contado con el apoyo de mis compañeros. Empecé en el comité gallego, aunque ahora estoy en Madrid, y tuve mucho apoyo, tanto de la directiva como de los compañeros.

—¿Es difícil para una mujer dedicarse únicamente al arbitraje?
—Ahora se acaba de profesionalizar la liga femenina. El arbitraje femenino está creciendo un montón, y va a la par con el fútbol. Creo que llegará, no tardando mucho, que se puedan profesionalizar las árbitras. Nuestras chicas no solo arbitran, también tienen sus trabajos y estudios, porque no viven de ello. Al final, muchas veces van súper ahogadas.
—La profesión habrá cambiado mucho desde que usted comenzó.
—Desde que empecé a arbitrar ha habido un cambio increíble. El otro día hablaba con una chica que está en un equipo de Primera División femenina y decíamos «madre mía si nosotros hubiéramos cogido esto antes...». Hay mucha mayor exigencia, efectivamente. El fútbol ha crecido, y tenemos que estar al nivel. Se trabaja muchísimo más a todos los niveles, tanto físico como formativo. La preparación de los partidos, la autocrítica... Tenemos que reconocer dónde fallamos, qué nos ha llevado al error en una jugada decisiva e intentar evaluarlo y hacer cambios para que no vuelva a pasar.
—¿Cómo se puede fomentar entre las mujeres?
—Queremos trabajar mucho la captación. Esta, en un principio, depende de los comités territoriales, pero yo creo que es muy importante el apoyo que nosotros demos desde el nacional. Al final, es nuestra base, nuestro futuro. Lo he estado hablando también con la responsable de fútbol femenino, y nuestra idea sería intentar una captación común: fútbol y arbitraje femenino. Queremos que cualquier niña que esté viendo un partido y diga «yo no quiero ser ni la de blanco ni la de amarillo, quiero ser la de negro, la que lleva el silbato», separa a dónde tiene que recurrir.
—Salima, Frappart, Porras... son algunas mujeres que han hecho historia arbitrando partidos de fútbol masculino. Pero, ¿por qué cuesta todavía ver a mujeres como colegiadas principales?
—Cuando hablamos de arbitrar categorías profesionales masculinas, está costando un poquito. Pero en España tenemos, aunque no sea como central, asistentes. Guadalupe Porras, Marta Huertas, Diana, Judith... Poquito a poco vamos dando pasos, yo creo que con la formación y la preparación que tienen nuestras chicas, no tardaremos en ver cada vez más.

«El arbitraje es un trabajo muy exigente, le dedican muchas horas»
A pesar de que el arbitraje es una profesión muy criticada y polémica, se desconocen diferentes aspectos fundamentales como, por ejemplo, la formación y la dedicación.
—No se conoce mucho de cómo trabajan los árbitros.
—Desde el poquito tiempo que llevo yo, he visto que no. Para que se hagan una idea... De todos los partidos femeninos que hay (Primera, Copa de la Reina, etc.) se hacen cortes de las jugadas, y luego se llevan a una serie de seminarios que se hacen con ellas. Todas las jugadas de las que puedan aprender, se les muestran. Porque lo que hoy le pasa a una, mañana le puede pasar a otra. A mayores, hay otros seminarios que se hacen de manera habitual cada temporada. Son tres: uno antes de que esta comience, otro en noviembre y, el último, en febrero. En ellos, a parte de la preparación (trabajo de entradas temerarias, manos de jugadores...) se hace trabajo físico. Los árbitros somos deportistas, por lo que la preparación física tiene que ser muy buena.
—¿En qué consisten las pruebas físicas?
—Las pasan tres veces a lo largo de la temporada. Son iguales tanto en Primera masculina como femenina. Se les hace a las árbitras una prueba yo-yo (consiste en la realización de carreras de ida y vuelta entre dos puntos separados por 20 metros) y de velocidad, y a las asistentes una prueba más específica para ese trabajo, en el que incluye la carrera lateral. Eso se hace mucho cuando estás en el campo. Son exigentes, hay que trabajar para ello.
—¿Cuántas horas le pueden dedicar al día a ello?
—Diariamente trabajan de manera física y, además, visualizan partidos. Trabajan en el tema de la preparación prepartido. Es decir, no van a un partido de nuevas, sino que conocen el juego que tienen los equipos para poder prever qué les puede ocurrir en el campo, para estar preparadas. Al terminar los partidos hacen un autoanálisis de las jugadas, qué podrían haber hecho mejor, qué han hecho bien y qué tienen que seguir haciendo para los próximos enfrentamientos. Nosotros recibimos esa información y trabajamos sobre ello, es mucho más complejo de lo que parece. De verdad, es muy exigente y le dedican muchas horas.