Wimbledon: la agonía y el éxtasis

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Nadal, a punto de impactar la pelota en el partido contra Fritz.
Nadal, a punto de impactar la pelota en el partido contra Fritz. KIERAN GALVIN | EFE

09 jul 2022 . Actualizado a las 21:29 h.

El cacique Pancho Segura Cano, campeón del mundo profesional de tenis en 1950 y 1952, mentor de Jimmy Connors y gran estratega, fue un asiduo concurrente a Wimbledon durante muchos años. Su pasatiempo favorito era, antes de los cuartos de final, ir a la casa de apuestas, optar por quien él consideraba que iba a ser campeón y apostar una fuerte suma de dinero. Su secreto consistía en observar el desempeño de los jugadores durante la primera semana, analizar las actuaciones de cada uno sin inclinarse por los grandes nombres y ver quién estaba, acorde a su criterio, jugando mejor. En Wimbledon, el pasto parece más verde del otro lado, pero Pancho Segura Cano nunca perdió una apuesta.

Este año, en los cuartos de final el panorama era claro. Los probables finalistas eran Novak Djokovic y Rafael Nadal. El único jugador del cuadro que podría, como máximo, dar una sorpresa era el outsider Nick Kyrgios.

Rafael Nadal, en el partido contra el norteamericano Taylor Fritz, sufrió al comienzo un desgarro abdominal que padeció durante cinco sets. El español, tenaz y testarudo como siempre, decidió continuar jugando a un 50 % de sus posibilidades a pesar que desde su propio banco le sugerían que abandonase. El amor propio del español y su perseverancia, sumada a la inteligencia de sacar despacio, usar el slice y otros recursos para aguantar y no empeorar su dolor abdominal, le dieron una victoria titánica, única e impredecible.

Era evidente que, si la lesión era seria, el español no iba a poder recuperarse en dos días. Al siguiente, en una conferencia de prensa, el mallorquín anunció la gravedad de su desgarro confirmando su imposibilidad para continuar jugando el torneo.

Solo la esperanza de un milagro le impidió a Rafael Nadal tener un gesto de grandeza como el que había hecho Tom Gorman en una semifinal del Torneo de Maestros de 1972 en Barcelona. En ese partido contra Stan Smith, campeón de Wimbledon de ese año, el estadounidense iba ganando 7-6, 6-7, 7-5, 5-4 y sacando Smith 30-40, o sea match point. En ese instante, Tom Gorman, debido a un problema en la espalda que le impediría jugar la final al día siguiente contra Ilie Nastase, decidió abandonar.

Creo que hubiera sido un lindo gesto de caballerosidad de parte del español, cuando estando 9-4 arriba en el tie break del quinto set (habiendo comprobado con creces su valentía para luchar contra la adversidad e incluso ganar el partido), abandonar y otorgar a Taylor Fritz la posibilidad de continuar en el torneo y jugar la semifinal contra Kyrgios. Sin embargo, Taylor Fritz, al conocer la decisión de Nadal, estuvo a la altura de los acontecimientos. El norteamericano declaró: «No busco regalos y, si no pude vencerlo, no merezco estar en semifinales… Tan simple como eso».

Dos estilos para la final

La final Djokovic-Kyrgios ofrece un partido de contrastes tanto en el juego como en las personalidades. El serbio llega a otra final de grand slam, luego de haber ganado seis Wimbledon y ser el jugador más afectado por la pandemia. Los impedimentos para jugar en ciertos países debido a su posición de no aceptar una vacuna contra el covid ha ido en perjuicio de su carrera. Novak se ha mantenido fiel a sus principios mostrando integridad y voluntad. En cambio, el australiano llega a su primera final sin haber tenido que jugar la semifinal. A mi manera de ver, Nick es un jugador talentoso con un saque violento y su mejor versión es en canchas de césped, una superficie donde la improvisación, la variedad de efectos, la potencia y el factor sorpresa favorecen su juego. El australiano tiene sus mañas y una personalidad propia de un baloncestista de la NBA, con los cuales se identifica: su manera de vestir, sus declaraciones, su actitud con el entorno y también esa parte conflictiva que a veces perturba a su adversario. Este año viene teniendo buenas sensaciones y, en cierta manera, en estos últimos meses ha madurado. «No tengo entrenador porque no quiero fastidiar a nadie», expresa con sus propias palabras, implicando en forma indirecta lo que suele hacer en la cancha.

Me pregunto por quién apostaría Pancho Segura Cano si estuviera vivo. No tengo dudas sobre su respuesta. «Aposté a favor de Novak Djokovic. El serbio ha estado en esta instancia en numerosas oportunidades, su experiencia en finales y la cantidad de grand slam ganados es una prueba de su capacidad para manejar la presión. Esa es su ventaja y él lo sabe».