
Lateral izquierdo del equipo de la Sagrada Familia falleció tras luchar diez meses contra un tumor cerebral
18 jul 2022 . Actualizado a las 21:33 h.Uno de los campos de fútbol que a buen seguro hay en el cielo tendrá que ampliar su banda izquierda para recibir a un nuevo futbolista. Este lunes partió para allí Mario Bermúdez, un joven lateral del Imperator de solo 18 años. Una mayoría de edad que acababa de estrenar hacía un mes pero que apenas le dio tiempo a disfrutar, víctima de un tumor cerebral contra el que luchó con coraje y valentía durante los últimos diez meses.
Se fue con la sonrisa que siempre lo acompañaba y seguro que con ganas de coger un balón y ponerse a pelotear. Porque el fútbol era su gran pasión. Difícil era verlo sin un esférico pegado a los pies. Socio del Deportivo, sus únicos vínculos con el fútbol español eran el Imperator, en el que jugaba desde los 4 años, y su Dépor, al que aun enfermo no dejó de seguir en Riazor. El equipo blanquiazul le hizo sufrir hasta en la promoción, a la que acudió al estadio, como de costumbre.
Porque el balompié que amaba de verdad Mario era el inglés. El fútbol puro. La Premier. Varias eran las camisetas de clubes británicos con las que cualquier día se le podía ver por la plaza de As Conchiñas o la del Mercadona de la Ronda de Outeiro, en donde solía parar con sus amigos. Pero una de ellas la lucía con especial cariño: la del Chelsea. Ese equipo que hace dos temporadas le hizo emocionarse ganando la Champions. Era un cariño tan grande que podría decirse que tenía el corazón partido entre el Dépor y los blues. Siempre azul, salvo cuando se ponía la elástica del Impe, con el que siendo alevín ganó la Liga.
Tranquilo y muy bromista con los amigos, en el equipo de fútbol lo recuerdan siempre corriendo: «Collía o balón e lle faltaba campo para tirar para arriba. Á hora de defender xa era outra cousa», recuerda Sergio Facal, uno de sus grandes amigos, con el que incluso el pasado 10 de junio, cinco días antes de su cumpleaños, celebró la graduación de Bachillerato en el Rafael Dieste, en donde ambos estudiaban.
Pero Facal se perdió uno de los mejores días futbolísticos de Mario. Aquel en el que en uno de los campos de Visma el árbitro pitó una falta en el medio del campo. Y allí se fue el lateral, con la decisión que exhibía algunas veces, pero con toda la intención del mundo en su cabeza y en su zurda. Agarró el balón y le pegó un zambombazo que se coló en la meta rival. Había marcado desde 50 metros: «Tiña un golpeo que meu deus. Metía uns pases largos e colocados que… Eu lle dicía, pero como fas iso se xogas sen gafas nin lentiñas. E él respondía que vía a cor das camisetas e lle chegaba».
Así, con sentido del humor y alegría, vivió durante los últimos meses soñando mientras jugaba al Fifa, su videojuego favorito. Hasta que este lunes partió hacia el cielo. Lo hizo sin hacer ruido y dejando a su querida hermana, Iria, y a sus padres: Alberto y Marga. Su cuerpo está siendo velado en el tanatorio de Génesis y el sepelio tendrá lugar este martes, a las cinco y media de la tarde en el cementerio de San Pedro de Visma, en cuya iglesia se celebrará el funeral, a continuación.