Ya me tocó hacer de coach con este nuevo sistema con Carlos Alcaraz en el Torneo de Umag, en Croacia, y creo que la ATP ha acertado plenamente en la forma.
Las nuevas reglas que se introducen en el circuito profesional terminan llegando a los campeonatos de niños y aficionados. Veía muchos problemas en la entrada en pista para hacer el coaching, como ocurre en los torneos femeninos, porque en España muy pocos niños pueden llevar a un entrenador, y quien termina ejerciendo como tal son los padres. Me imagino a los progenitores entrando a la pista al término de cada set y sería un desastre absoluto.
Lo que ha hecho la ATP no hace más que poner en blanco lo que ya se hacía en negro. Solo autoriza lo que ya todos hacían, por lo que los árbitros y los líneas ya no tendrán que estar pendientes de si el coach habla o dice, tan solo de que no entable diálogos ni moleste al rival.
La incidencia que esta práctica tenga en la resolución de los partidos es un poco más relativa. Hay jugadores un poquito más autónomos, pero la mayoría ya miraban a su coach para recibir instrucciones y tomar algunas decisiones. Que ahora puedan darles indicaciones de forma natural, sin ocultarlo, ayudará a que sean más claras, precisas y, en determinados momentos, más útiles para los tenistas. ¿En qué porcentaje influirá? El jugador es quien juega, pero a lo mejor hay un 5 % en un momento clave en el que su técnico puede tranquilizarlo o darle una jugada concreta que luego será decisiva.
Por lo que vi este verano en Umag, todos los jugadores con los que pude hablar tienen una impresión positiva de este sistema. Apenas hacía dos semanas que lo habían introducido y todo el mundo estaba contento con él.
Antonio Martínez Cascales fue entrenador de Juan Carlos Ferrero