Manuel Mosquera: «Mis hijos no debían llamarme papá»

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En el banquillo, marcó distancias con su familia, y, entre todas, elige la faceta de futbolista

12 sep 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Ha vivido un verano completamente diferente a lo que venía acostumbrado. Sin pretemporadas. Sin planificaciones. Alejado de los terrenos de juego y disfrutando del mar y el calor. Manuel Mosquera (Oleiros, 1968) aprovecha ahora para ver todos los partidos que estando en el banquillo se pierde. Pero con la maleta hecha para comenzar una nueva aventura en cuanto suene su teléfono y un proyecto le motive. Vivió el declive y desaparición del club de su vida, el Extremadura, y cerró los últimos meses de la pasada temporada dirigiendo al Talavera, recién ascendido a Primera RFEF.

—¿Cómo afronta este año, le apetece volver al banquillo?

—Cuando no tienes equipo, esperas un nuevo proyecto. Lamentablemente, nuestra profesión nos enseña que para que te llamen tiene que salir otro compañero. Lo ideal sería empezar desde la pretemporada, pero en este colectivo somos sustituidos y sustitutos. Intento darle normalidad y naturalidad. Ahora estoy viendo fútbol, preparándome, conociendo a otros jugadores de forma más amplia. Cuando estás entrenando te centras en tus partidos y en los de tus rivales y no te permites abrir el abanico.

—¿Le apetecería irse fuera de España?

—A mí me encantaría. En mi época, cuando era futbolista, no había las fronteras abiertas que hay ahora para el jugador. Si hubiese nacido en esta época, con las facilidades y oportunidades que tienen, en las que no hace falta estar en la élite para salir, creo que hubiese sido un jugador que hubiese recorrido mundo o, al menos, lo habría intentado.

—¿Dónde le hubiese gustado jugar?

—Si tuviese que elegir, desde luego, en la Premier League. No tengo ninguna duda. Es un fútbol que sigo desde que era pequeño. Muy espiritual, como a mí me gusta, con mucha alma. Está vestido de otra forma. Poder jugar ahí habría sido la leche. Pero las fronteras de Inglaterra siempre han estado muy cerradas, ahora menos, pero siguen teniendo un control muy férreo. Raramente entra ahí un jugador con poco currículo.

—De su etapa de jugador, si tiene que recordar a un entrenador, ¿con quién se quedaría?

—Tuve la fortuna de tener muy buenos entrenadores. Entre ellos, Rafa Benítez, Arsenio Iglesias, Fernando Vázquez… para mí han sido muy buenos. Pero mi referente ha sido Josu Ortuondo. Con él subimos a Segunda con el Extremadura, después a Primera… Más allá de estar siete años con él, fue todo lo que aprendí, todo lo que me enseñó. Creo que muchas de las cosas que tengo como entrenador en gestión de vestuario vienen de él. Fue un referente. Evidentemente, del resto también vi muchísimas cosas a nivel táctico.

—Hablando de gestión de vestuario. Durante su etapa como técnico del Extremadura le tocó gestionar dos momentos muy delicados como fueron la muerte de Reyes y la quiebra del club.

—Para este tipo de cosas, sobre todo en el caso de la muerte de José Antonio, no estás preparado nunca. Digamos que de partida siempre cuido mucho a la persona antes que al futbolista. Creo que es muy importante para que esa relación jugador-entrenador-exigencia funcione bien. En la muerte de Reyes fue una gestión muy humana. No basada tanto en el entrenador, sino en trasladarles que la vida sigue adelante y, al mismo tiempo, dejándoles estar de luto el tiempo que necesitaron. Los jugadores estaban muy tocados.

En cuanto al tema de la quiebra del club, fue tan largo en el tiempo que fue lamentable. Aguantar los problemas familiares, lo relacionado con la falta de dinero... Fue algo para lo que no teníamos guion, que teníamos que gestionar día a día y que iba a cambiando. Una semana parecía que venía el dinero, otra no… Bueno. Lo peor de todo era tener que competir cada fin de semana con esa incertidumbre de no saber cómo se iban a comportar los futbolistas. Para mí fueron un ejemplo de profesionalidad increíble y no se podía aguantar más de lo que aguantaron.

—¿Padeció alguna vez una situación así?

—Sí, sí. También en Extremadura. Yo ya tenía experiencia en eso. Y precisamente ese equipo desapareció.

—A lo largo de toda su carrera, desempeñó todas las facetas. Fue jugador, entrenador y director deportivo. ¿Con cuál se quedaría?

—Con la de jugador. Te voy a decir una cosa. Nací con cualidades para jugar al fútbol y todo lo demás es añadido. Los futbolistas, si pudiésemos seguir jugando, lo haríamos hasta los 98 años. Cuando naces con cualidades es para ser futbolista, no para ser entrenador ni para la dirección deportiva. Soy futbolista, he nacido futbolista, me siento futbolista y voy a terminar mis días siendo futbolista. En nuestra profesión, a partir de los treinta y muchos, hay que buscar una alternativa. Me gusta mucho este deporte y me gusta la gestión, pero jugarlo es lo que queremos todos y ojalá no tuviéramos una regla física, que es nuestro cuerpo, y pudiésemos seguir.