La selección uruguaya hizo enmudecer a la Canarinha en la que muchos siguen considerando la derrota más dura de su historia
09 dic 2022 . Actualizado a las 19:30 h.Lo que aquí se relata es una recopilación de hechos, testimonios, anécdotas, circunstancias, personajes y curiosidades que se dieron en relación al Mundial de Brasil de 1950, tratando de ser fiel a lo sucedido y evitando entrar en lo que pueda haber de leyenda.
También se hace un repaso del sorprendente palmarés de la selección de Uruguay y un breve apunte sobre la selección española de los años 60.
Maracanazo: definición
Se denomina así el partido de fútbol disputado entre Brasil y Uruguay el 16 de julio de 1950 en el estadio de Maracaná de Rio de Janeiro (Brasil). Siempre se trató como una final, pero en realidad no es así. Es el último partido de la liguilla que había designado el sorteo, aunque dado los resultados de los enfrentamientos anteriores, solo podía ser campeón Brasil o Uruguay. El partido lo gana Uruguay proclamándose campeón del mundo, cuando todo estaba preparado para que el campeón fuese Brasil.
Ha sido y sigue siendo el mayor impacto social futbolístico por la repercusión mundial que sigue teniendo y por lo que ha significado para los dos países. También fue la única vez que el país anfitrión de un mundial pierde el campeonato en el partido final.
La designación de Brasil como sede del Mundial
El último mundial disputado había el de Francia en 1938. Los campeonatos siguientes de 1942 y 1946 fueron suspendidos debido a la segunda guerra mundial. Ahora la FIFA acepta la petición de Brasil para celebrar el mundial de 1950.
Como país anfitrión, Brasil asume el evento como si ya lo hubiera ganado y comienza los preparativos para ser campeón del mundo por primera vez en su historia. La decisión más emblemática es la construcción del estadio Maracaná en Rio de Janeiro. Maracaná con las normativas actuales tiene capacidad para 84.738 espectadores, aunque en aquel partido contra Uruguay se calcula que había más de 200.000. Las obras finalizaron el mismo mes de julio de 1950 para que Brasil levantara la copa en tan majestuoso escenario. Era y fue durante mucho tiempo el mayor estadio del mundo y sigue siendo el más grande de Brasil.
En aquellos años el trofeo no se llamaba Copa del Mundo, sino Copa Jules Rimet en honor del francés presidente de la FIFA, quien asistía al partido para entregar la copa a Brasil con protocolo establecido de antemano.
El campeonato - Fase final en Brasil
Está previsto que asistan a Brasil 16 selecciones, por lo que se forman cuatro grupos de cuatro equipos cada uno. Pasaría a disputar la fase final el primero de cada grupo. A última hora fallan tres países y asisten solo 13. La organización decidió seguir con el mismo plan, de manera que se hizo una chapuza, quedando dos grupos de 4, un grupo de 3 y un grupo de 2 equipos.
Los cuatro países que quedan primeros de cada grupo y se clasifican para la fase final son: Brasil, Uruguay, España y Suecia. Estas cuatro selecciones se enfrentarán entre si por el sistema de puntos: Dos puntos por victoria y un punto por empate. El que más puntos sumase sería campeón del mundo.
El sorteo decidió los emparejamientos y antes de la última jornada se habían dado estos resultados:
Brasil 6 - España 1; Uruguay 3 - Suecia 2; Brasil 7 - Suecia 1; España 2 - Uruguay 2. La clasificación hasta ese momento de: 4 puntos para Brasil; 3 puntos para Uruguay; 1 punto para España y 0 puntos para Suecia.
Quedan para el último día los partidos de España-Suecia y Uruguay-Brasil. Si Brasil gana o empata será campeón ya que ninguno de los otros tres le igualaría en puntuación.
En los partidos anteriores, Brasil ganó con una diferencia arrolladora mientras que Uruguay iba perdiendo 2-1 contra Suecia hasta el minuto 75 teniendo que marcar dos goles en 15 minutos para acabar ganado 2-3. Según los jugadores uruguayos, fue este partido contra Suecia el más difícil que tuvieron. Uruguay también iba perdiendo 2-1 con España hasta cerca del minuto 80 y solo pudo empatar 2-2, con un disparo de Obdulio Varela a distancia, que se le coló entre las manos al portero español Ramallets, que hasta entonces había tenido una actuación memorable.
En la última jornada los resultados son: España 1 - Suecia 3 y Brasil 1 - Uruguay 2.
Esto trastoca todas las previsiones de la organización y Uruguay se proclama campeón del mundo. En segundo lugar queda Brasil; en tercer lugar Suecia y en cuarto lugar España.
Indico a continuación las alineaciones de Brasil y Uruguay para que el lector sepa los jugadores de los dos equipos y facilitar el relato de acontecimientos.
ALINEACIONES
Brasil
Titulares: Barbosa; Augusto; Juvenal; Bigode; Bauer; Danilo; Ziziño; Jair, Friaca; Ademir y Chicho.
Suplentes: Castillo; Niltón Santos; Eloy do Amparo; Ruy; Noronha; Maneca y Baltazar.
Técnico: Flavio Costa
Uruguay
Titulares: Máspoli; Matías González; Tejera; Gambetta; Obdulio Varela; Rodríguez Andrade; Ghigga (se pronuncia Yiya); Julio Pérez; Omar Míguez; Schiaffino y Morán.
Suplentes: Anibal Paz; Vilches; Wiliam Martínez; Romero; Burgueño; Britos y Luis Rijo.
Técnico: Juan López
Obdulio Varela: el gran capitán (1917 - 1996)
Con el número 5 en la camiseta era el capitán de Peñarol de Montevideo y de la selección de Uruguay. Aunque el entrenador de la selección era Juan López, Obdulio como capitán hacía una labor complementaria importantísima y era la continuación del entrenador en el campo. Juan López y Obdulio Varela mantuvieron siempre una relación extraordinaria.
Obdulio no fue el mejor jugador en la historia de Uruguay, ni siquiera en ese mundial, pero su carisma, su ejemplaridad, su aportación, su liderazgo tanto psicológico como deportivo y su carácter invencible marcaron un hito irrepetible.
De ascendencia española, africana y griega y conocido también como El negro jefe, su nombre completo es Obdulio Jacinto Muiños Varela.
Se crio en Montevideo residiendo en once barrios diferentes debido a la precariedad de su familia. Eran muchos hermanos y dado que su padre no estuvo muy pendiente de ellos se quedaron con su madre Juana, una mujer negra que se ganaba la vida de lavandera.
Dejó de utilizar el apellido de su padre y se quedó con Varela, el de su madre, a la que admiraba por su honestidad. Obdulio desde muy chico fue canillita (vendedor callejero de periódicos), limpiabotas, cuidador de coches, recadero, obrero de la construcción y más cosas. Siendo recadero llevó un paquete a una casa y descubrió que era la de Carlos Gardel, al que consideraba un ídolo y lo admiró siempre.
Por la escuela apenas pasó y llegó a mayor siendo analfabeto. Ya estando casado, fue su mujer la húngara llamada Catalina Keppel, quien le enseñó a leer con las letras de los discos de Carlos Gardel.
De niño jugaba con pelotas que hacia con la media que robaba a la vieja y acabó siendo un gran futbolista. Pasó por varios equipos hasta que Peñarol de Montevideo lo contrata en 1943, permaneciendo en este club hasta 1955, año en que retira a los 38 años, habiendo sido ocho años capitán de Peñarol y 15 años capitán de la selección.
En 1950 tenía ya 33 años y se niega a ir al mundial de Brasil. El motivo era que la Asociación de Fútbol Uruguaya había prometido a los jugadores un trabajo estatal fijo después de disputar la Copa de América, promesa que la Asociación no cumplió. Intentaron convencerlo, pero la palabra de Obdulio estaba dicha y era una como una sentencia, nadie lograba que cambiara de opinión.
La Asociación pide entonces al presidente de la República de Uruguay, Batlle Barres, que interceda y hable con el jugador para convencerlo. Obdulio lo recibe en la puerta de su casa y mantiene su postura. Solo si el presidente le consigue ese trabajo irá al mundial. Batlle Barres le dice: «Pero eso no es fácil». Obdulio contesta: «Lo que no es fácil es sacar adelante una familia y no voy a ir a un mundial sin saber lo que voy hacer para cuando me retire del fútbol».
El presidente del país le consiguió el trabajo en el casino y Obdulio fue al mundial de Brasil y también al de Suiza cuatro años después.
Los futbolistas uruguayos de aquellos años, aun siendo internacionales, apenas cobraban dinero y solo se les proporcionaba a veces un empleo público de base. Obdulio percibió por ganar el mundial una cantidad que solo le alcanzó para comprar un auto de segunda mano, que por cierto, se lo robaron en Montevideo unas semanas después y nunca lo recuperó.
Apenas un año antes de este mundial, entre 1948 y 1949, los futbolistas uruguayos hicieron una huelga para defender que las secciones inferiores pasaran a ser profesionales. Las condiciones de mejoras que lograron desde entonces hasta hoy en día se consiguieron de 4 aquella reivindicación. Obdulio, a pesar de estar en la élite siendo capitán de Peñarol y de la Selección, se puso al frente de aquel movimiento. Por este motivo y por su forma de ser los directivos lo odiaban, cosa que fue recíproca de por vida. Obdulio manifestó públicamente que en todos los años de futbolista solo encontró a tres directivos que valiesen la pena.
La huelga se prolongó ocho meses y en una ocasión al finalizar una asamblea, Obdulio dijo «me voy, que mañana tengo planchada». Nadie sabía a que se refería. Unos días más tarde se supo estaba trabajando de peón en la construcción.
Las consecuencias de la huelga son muy perjudiciales para la selección. No hay técnico y Juan López es nombrado para este puesto 22 días antes del mundial. Tampoco hay equipo. Los jugadores estuvieron sin competición mucho tiempo y están fuera de forma. Es Obdulio quien se pone en contacto con varios compañeros para formar la selección. Esta era la situación de algunos de ellos, según sus propios testimonios:
Eusebio Tejera: Está con sobrepeso, fuera de forma y ya había decidido retirarse definitivamente del fútbol profesional.
Matías González: Obdulio y Matias mantuvieron discrepancias en el posicionamiento durante la huelga, pero Obdulio dio por zanjado este asunto y requiere su presencia para Brasil.
Julio Pérez: La prensa proclamaba a diario que el puesto de interior derecho tenía que ser para Hohberg (un argentino nacionalizado) con el fin de que toda la delantera de la selección fuera la de Peñarol. Ante tanta insistencia, Julio Pérez que era de Nacional de Montevideo, se presenta en la Asociación a pedir su baja como seleccionado. Allí le contestaron que no podía causar baja, que tenía que jugar el por que así lo había pedido Obdulio Varela.
Morán: También Obdulio recomendó a Juan López que llamara al joven Morán de 19 años, para que sustituyera a Vidal, que estaba lesionado.
Gambetta: Un mes antes del mundial, en un amistoso que había organizado el central internacional Emilio Santamaría (que luego jugó en el Real Madrid), sufre un esguince de tobillo. Para estar presente en el mundial y dado que lo único que tenía para curarse era agua, sal y sol, Gambetta se pasó un mes yendo todos los días en barca con el farero al islote del faro de Flores, para meter la pierna en el mar horas y horas y ponerla luego al sol.
Obdulio Varela: También está con sobrepeso. Se pasó un mes caminando todo el día y solo comía nueces.
El Obdulio futbolista
Un formidable medio volante (en Uruguay dicen centrojás) y el que mayor espíritu transmitía al equipo. Nunca desfallecía y nunca se amilanaba ante cualquier situación o rival.
Esto puede dar lugar a pensar que sería un jugador con malos modos, aunque no era así. Hay una anécdota que lo resume: Siendo capitán de Peñarol, un jugador del equipo rival hizo una entrada bestial a uno de su equipo. El árbitro pitó falta pero nada más ( en esa época no había tarjetas). Obdulio se dirigió al árbitro diciendo: «señor juez: Si alguno de mis jugadores hiciera una entrada como esta, le ruego que lo expulse, ya que no sería merecedor de jugar en mi equipo».
Después de ganar con Peñarol una eliminatoria para la copa América ante River Plate de Argentina, los directivos priman al equipo con 250 pesos para cada jugador y 500 pesos para el capitán. Obdulio no está de acuerdo y plantea a los directivos: «Yo jugué como todos y cobraré como todos. Si yo merezco 500 pesos los demás también los merecen y si son 250 pesos, serán para todos». Cobraron todos los 500 pesos.
Chutaba con los dos pies y tenía un disparo que podía colocar el balón en la escuadra contraria desde el medio del campo.
Obdulio se retiró invicto de la competición mundial. En Brasil ganó el campeonato sin perder ningún partido y cuatro años después en Suiza, Uruguay elimina en cuartos de final a Inglaterra con gol a distancia del propio Obdulio. En esta jugada sufre un desgarro y no puede estar el partido siguiente de semifinales, en el cual Uruguay quedaría eliminada ante la fabulosa Hungría de Kubala, Puskas, Czibor, Kocsis, etc. lo que supone que con Obdulio en el campo, Uruguay nunca perdió en competición mundial.
En ese mundial de 1954 en Suiza, Uruguay tuvo varios titulares lesionados y además, en opinión del equipo, la Asociación hizo muy mala planificación. Todo ello propició que solo lograran el cuarto puesto.
Obdulio ganó en todas las competiciones en las que participó: La Liga Nacional, La Copa Nacional, La Copa de América y el Campeonato del Mundo.
Hay pocas entrevistas de Obdulio y las que hay son de cuando ya tenía cerca de los 70 años. Es muy escueto y parco en palabras. Nunca le gustó mucho la prensa, de la que llegó a decir «los diarios solo traen dos verdades: la fecha y el precio» . Aquí resumo algunas de sus respuestas a entrevistas, que se pueden ver en YouTube.
—Dígame Obdulio ¿Por qué se ganó en Maracaná?
—Fue suerte.
—Usted cree que fue suerte, ¿pero no había talento, calidad, garra y juego?
—Hombre, claro, pero hay que tener suerte.
—¿Que le parece que las nuevas tecnologías rescaten una figura como usted?
—¿Una figura? Yo no sé qué figura.
—Pero hombre usted sabe, pero su humildad no le deja.
—Pero, ¿para qué vamos hacer una cosa así, no? La simpleza es lo mejor de todo
—Claro, usted no se identifica con ese héroe que se ha creado de su persona.
—No, no. Pero, ¿qué necesidad hay de esto? Aquello pasó y nunca más se va repetir.
—¿Alguna vez sintió miedo jugando? En Maracaná o en otros estadios?
—No, nunca.
—Bueno, usted en la vida ha sido muy fuerte.
—Qué va, qué va.
—Pero en el campo sí.
—¡Ah! A veces hay que parecer lo que en realidad no es.
—¿A quién se encomendaba antes del partido? ¿A Dios quizá? ¿Rezaba?
—No, no. Yo sentía tener el pedido de los campeones olímpicos de 1924 y no les puedes defraudar. Eso va dentro de uno y no vale otra cosa que ganar.
—¿Qué sentía en es momento en Maracaná?
—Cuando usted juega en un país que no es el suyo, no puede esperar que le den un bizcochito. ¿Entiende?
—¿Y, solo se puede pensar en ganar?
—Seguro. Si piensa en otra cosa no hay nada que hacer. Cuando uno juega solo vale lo que está en la cancha, lo de alrededor no cuenta.
—¿Pensaron alguna vez en dar la revancha a Brasil?
—No, no. Eso ya está firmado así y ya no se cambia. ¿La revancha? ¿Y a esos? ¡Qué va, qué va!
—¿Eran tan buenos los brasileños?
—¡Buf! Es que le comían a uno los talones.
—Obdulio, ¿fue difícil jugar ante 200.00 personas?
—No. Duro fue vivir en la calle de la Teja en el barrio del Bao cuando era pequeño y vendía periódicos en invierno, que me quedaba helado.
—¿En dónde se divirtió más jugando? ¿En el Cilindro, en Monumental, en otros estadios?
—En la calle mejor.
—¿En la calle? ¿Por qué?
—Porque juega uno con todas sus amistades.
—¿Ah, sí? ¿Y de que jugaba?
—De todos lados, en todas partes.
—¿Y lo bailaban?
—¡Uf, que si no! Cada baile impresionante.
Estancia en Río de Janeiro
Cuando la expedición sale de Montevideo para Brasil apenas van a despedirlos al aeropuerto algunos familiares y amigos. Nadie en Uruguay contaba que la selección pudiesen hacer algo en ese mundial.
En el primer partido del campeonato, en la fase previa, Uruguay gana ampliamente a Bolivia y los jugadores lo celebran con salida nocturna por Rio de Janeiro. Obdulio los espera en el hall del hotel hasta las 4 de la madrugada. Cuando ya están todos de regreso, los reúne y dice: «Acá hemos venido a ganar el campeonato, no a recorrer los cabarets de Río», A partir de ahí ya nadie va de juerga.
El día anterior al partido con Brasil, el delantero centro Omar Míguez se va a cortar el pelo a la peluquería que había al lado del hotel en la que estaba también un dirigente de Peñarol llamado Juan Jacobo, que mantiene esta conversación con Omar:
Dirigente: «¿Qué, Omar? ¿Ustedes mañana qué?».
Omar: «Que ganamos 2-1».
Dirigente: «¡Pero por favor! ¿Ustedes ganar?. Si no les meten más de cuatro dense por cumplidos.
Omar se marcha cabizbajo y Obdulio, que estaba en la puerta del hotel (lo controlaba todo), lo ve y le pregunta: «¿Qué pasa Omar?». Este se lo cuenta, Obdulio se calla y le quita importancia al asunto.
El día 18 de julio, dos días después de jugar el partido final, toman al avión que los lleva de regreso a Montevideo. Obdulio se pone en lo alto de la escalera esperando que suban los jugadores y los pocos directivos que quedaban, entre los que estaba Juan Jacobo acompañado de su mujer y su hijo de 15 años. Obdulio lo ve y le dice «usted no viene en este avión». Se armó un revuelo, interviene otro directivo, la tripulación y también el comandante para que depusiera su actitud, pero Obdulio no cedió e insistió: «Si sube él, me bajo yo». Juan Jacobo no subió y el y su familia tuvieron que esperar otro vuelo.
El partido decisivo
Antes del partido contra Brasil, los pocos dirigentes uruguayos que aún no se habían marchado se reúnen con Obdulio y le dicen de nuevo que ya están cumplidos, que no creen problemas, que se porten bien en la cancha y procuren no recibir más de cuatro goles. Una vez que se van los directivos Obdulio comenta: «¿Cumplidos? Cumplidos estaremos si salimos campeones».
El mismo día, antes de jugarse el partido, un periódico brasileño sacó en portada a toda página la foto de la selección de Brasil con el titular «campeones del mundo». Obdulio consiguió 15 ejemplares de dicho diario y los repartió en el vestuario para que sus compañeros lo viesen. Sabía que eso iba a motivar una reacción del equipo.
Maracaná está abarrotado y es una auténtica fiesta al estilo de Brasil, con petardos, bengalas, música, danza, etc. Se calcula que había más de 200.000 espectadores en el estadio celebrando lo que iba a ser la victoria de Brasil.
Cuando va a comenzar el partido, el alcalde de Río de Janeiro, Angelo Mendes Morales, hace un discurso a través de la megafonía del estadio diciendo a los jugadores: «Ustedes en unos minutos se consagrarán campeones del mundo porque esta selección no tiene rival en todo el planeta. Yo he cumplido con la construcción de Maracaná, así que ustedes cumplan con su deber y levanten la copa».
Cuando están ya en el vestuario para salir al campo, Obdulio dice a sus compañeros estas frases que quedaron para la historia:
«Muchachos, salgamos tranquilamente. No miren hacia arriba. No piensen en toda esa gente. El partido se juega acá abajo y en la cancha seremos once contra once».
«Los de afuera son de palo».
«Si ganamos no va a pasar nada; nunca pasa nada».
«El partido se gana con los huevos en la punta de los botines».
Obdulio retrasó la salida al campo de su equipo hasta que lo hizo Brasil. Sabia que si salían antes les recibiría el estadio con una gran pitada. Así, mando salir a los suyos al mismo tiempo que los brasileños, cantando la canción de las chauchas (judías) que era como un himno y cuyo estribillo forma parte de un tema musical titulado Crónicas de Soledad del grupo Cuatro en Línea. Está dedicado a lo solos y abandonados que quedaron los jugadores uruguayos en Brasil. Es muy recomendable escuchar esta canción, cuyo estribillo dice así:
Vayan pelando las chauchas,
Vayan pelando las chauchas,
Aunque les cueste trabajo,
Donde juega la celeste,
Donde juega la celeste,
Todo el mundo boca abajo.
Los aplausos y ovación del graderío eran para Brasil, pero decían los uruguayos que sintieron que también eran para ellos.
El técnico de Uruguay Juan López solo había visto a Brasil en la fase previa ganando a México por 4-0. Comentó que consideraba a todos los jugadores de Brasil extraordinarios y que jugaban por telepatía. Lo único que el podía aportar era la táctica, de manera que planteó un esquema creado en Inglaterra en la década de 1930 y definido como M en defensa y W en ataque, ya que la distribución de jugadores en el campo se asemeja la forma de estas dos letras. También da consignas para neutralizar el juego de Brasil, por ejemplo el defensa Eusebio Tejera revelaría pasado ya tiempo estas instrucciones que le encomendó el entrenador: «Olvídate de Friaça, olvídate de Ademir y de Jair. Hay que anular a Ziziño; encárgate de Ziziño». Tejera así lo hizo, no se despegó de Ziziño allí donde estuviera.
El objetivo de Uruguay era que Brasil no marcase pronto: En todos los partidos anteriores sucedió lo mismo. Cuando Brasil marcaba el primer gol venían dos o tres más a continuación. Uruguay consigue el objetivo y el primer tiempo finaliza con 0-0.
Pero a los dos minutos de la segunda parte marca Friaça para Brasil. El defensa de Uruguay Rodríguez Andrade vio al linier levantando el banderín pero lo baja enseguida. Andrade levanta la mano y Obdulio le pregunta «¿qué te pasó?». Andrade le cuenta lo que hizo el linier y a partir de aquí se produce una anécdota del partido que queda para la historia.
Obdulio con el balón debajo del brazo se dirige al árbitro reclamándole que hubo fuera de juego en la jugada. Como los componentes del trío arbitral son ingleses y no saben español y Obdulio no sabe ingles, tienen que llamar a un intérprete. En el transcurso de esta situación, Obdulio se da cuenta de que tiene que enfriar el partido. Insiste en la reclamación y durante ese tiempo tanto los jugadores de Brasil como el graderío van cediendo en la euforia de la celebración del gol ya que no saben en que va acabar aquello. El tiempo pasa, los jugadores brasileños presionan al árbitro para que siga el partido, pero Obdulio los echa de allí, nadie logra quitarle la pelota de debajo del brazo y mantiene su actitud de reclamar hasta que ya el árbitro le amenaza con expulsión. Entonces le da el balón a Míguez y dice «ahora vamos a ganar a estos japoneses».
Esta expresión la tenía para todo lo que no fuese uruguayo. Supongo que será porque la guerra mundial estaba reciente y japonés era sinónimo de enemigo, pero solo es mi opinión. Tenía también otras expresiones, como la de catalán, que menciono más adelante en la recogida de la copa.
En una entrevista con el periodista Franklin Morales en el mundial de EE.UU. en 1994, el exjugador argentino Jorge Valdano, comenta: «Cada vez que pienso lo que hizo Obdulio Varela se me erizan los pelos. Sé lo que es ser capitán de la selección y sé lo que es ser campeón del mundo, pero he repasado toda la documentación que he podido conseguir y no se puede describir las mil cosas que hizo Obdulio Varela en ese mundial de 1950».
Conviene aclarar que en esa época no se añadía descuento y el partido acaba en el minuto 45 del segundo tiempo. Tampoco se cambiaban jugadores durante el partido, ni siquiera por lesión; esta modalidad llegó en el año 70. El portero uruguayo Masspoli no pudo jugar el partido anterior contra Suecia por lesión en una mano y salió de titular en la final con el riesgo de que se reprodujera la lesión. De ser así, ocuparía la portería el interior Julio Pérez.
Con todo este barullo que montó Obdulio, el juego estuvo suspendido varios minutos y cuando se reanuda ya es otro partido. Se enfrió la euforia brasileña y los uruguayos salen reforzados de la situación, a pesar que tenían un gol en contra.
Uruguay sabe que Brasil tiene su punto más débil en su izquierda y que por ahí tiene que atacar. Además, los tres componentes de la banda derecha de Uruguay con Gambetta desde atrás, Julio Pérez y Ghiggia formaban una combinación letal para cualquier defensa. En el descanso del partido, viendo detalles con el técnico, acuerdan que Julio Pérez devuelva más corto el balón cuando efectúe el segundo pase a Ghiggia, que era rapidísimo (muy ligero como el decía) y se escapaba por velocidad de Bigode, pero Juvenal venía al cruce y desbarataba siempre la acción. Pusieron en practica el plan, Juvenal llegó tarde en tres ocasiones y así vino el desastre para Brasil, según relato a continuación.
En el minuto 17 de la segunda parte el extremo derecho Ghiggia, combinado en pared con Julio Pérez, se escapa del lateral Bigode y del central Juvenal. Centra y Schiaffino remata marcando el empate para Uruguay. Le han preguntado muchas veces a Juan Alberto Schiaffino como fue capaz de hacer aquel remate y él, con una sinceridad que le honra, siempre dio la misma respuesta: «El centro de Ghiggia fue en el sitio y en el momento justo; Un instante antes o después yo no hubiese llegado. Quise colocar a la derecha de Barbosa, pero rematé muy forzado, le di mal al balón y me salió el tiro para el otro lado, haciendo una parábola que resultó imposible para el portero».
Aún así Brasil sería campeón, pero en mi opinión, que solo he jugado en liga de juveniles y partidos como aficionado, en ese instante ocurre algo que supera el ámbito del juego y pasa al plano de situación psicológica tanto individual como colectiva.
Brasil se da cuenta de que puede perder y Uruguay cree que puede ganar. Pero lo que realmente importa es que cada uno es consciente de lo que cree el otro y esta situación se puede notar en el ánimo tanto individual como colectivo, en la mirada del adversario, en el ambiente y hasta se puede oler en el campo. En unos y otros repercute de forma muy diferente. A Uruguay le da la fuerza física y mental; a los jugadores de Brasil les entra el pánico y eso se contagia también el público. Dijo Ghiggia: «A Brasil le faltó desde ese momento el aliento vital que necesita un equipo» .Maspoli, el portero de Uruguay, comentó: «Ayudé a levantarse a jugadores brasileños y noté que estaban fríos». Para Brasil, su partido acabó en ese momento; no para Uruguay.
En el minuto 34 de esta segunda parte se repite la misma situación. Ghiggia por la banda derecha y combinando de nuevo con Julio Pérez se escapa una vez más de Bigode. Juvenal llega tarde al cruce y no puede pararlo. Ghiggia desde la banda encara el área pequeña, el portero Barbosa supone que va a centrar de nuevo y se mueve un poquito hacia su derecha para cubrir el centro de la portería. Ghiggia en lugar de centrar chuta a puerta y el balón entra por el mínimo espacio que quedó entre el portero y el palo. Es el segundo gol de Uruguay. En esta jugada, Omar Miguez era quien estaba en el centro y le pedía a gritos el balón a Ghiggia. Cuando este marca Omar lo abraza y le dice: «¿Por qué no me la pasaste, no me oíste?». Ghiggia le contesta: «Omar, déjala ahí que así está bien». Ghiggia había marcado un gol idéntico en el partido contra España unos días antes, que también se puede ver en YouTube.
Maracaná enmudeció. Aquello fue un mazazo para los jugadores y las más de 200.000 almas allí presentes. Faltaban 11 minutos para finalizar el partido y Brasil no tuvo ni la más mínima capacidad para revertir la situación. De hecho, Juan López tuvo que ordenar a los delanteros que retrasasen su posición, ya que estos querían ir a por más goles.
Años después, un periodista brasileño que entonces tenía 17 años y que estaba en la grada, relataba así esta jugada: «Vi al número 7 de Uruguay escapar de todos y avanzar hacia la portería brasileña sin que nadie pudiera detenerlo y supe al momento lo que iba a pasar. ¡Aquel número 7!!»
Ghiggia comentó años más tarde: «Solo hay tres personas que acallaron Maracaná: El Papa, Frank Sinatra y yo».
Todos los jugadores uruguayos hacen referencia a que lo más impresionante de aquel partido fue el silencio sepulcral que se produjo con el segundo gol y que al finalizar el partido toda, absolutamente toda la gente lloraba.
Valoraciones individuales
Ya hemos comentado la importancia inigualable de Obdulio. Indicamos ahora lo más destacado de cada uno de los restantes jugadores de Uruguay en este mundial.
Juan Alberto Schiaffino: el más técnico e inteligente. Está considerado como el mejor jugador de la historia de Uruguay y es posible que en 1950 fuese el mejor o uno de los tres mejores del mundo. En este partido marcó un gol y tuvo una actuación notable. La prensa italiana lo consideró el conductor de la victoria de Uruguay. Jugó en el Milán, en otros equipos italianos y en la selección de Italia.
Julio Pérez fue el mejor del partido según los jugadores y la prensa brasileña. Con una visión excelente del juego y un extraordinario driblador, era muy difícil sacarle el balón. Su aportación hizo imparable el ala derecha junto con Ghiggia.
Omar Miguez: Cuenta Gladis Castro, viuda de Julio Pérez, que Míguez hacía cosas de malabarismo que no se las vio ni a Maradona. Marcó los dos goles contra Suecia en 15 minutos a base de coraje. Fue el máximo goleador de Uruguay en el mundial.
Ghiggia: Era de los más jóvenes y de los que menos veces fue a la selección. Muy rápido, volvió loca la defensa brasileña. En opinión de Schiaffino y de Obdulio fue Ghiggia quién desequilibró totalmente el partido. También jugó en la Roma, en otros equipos italianos y en la selección de Italia. Le quedó el apodo de Ghiggia Pesadilla.
Morán debutaba con 19 años. Era suplente pero pasó a jugar por lesión del titular y también realizó un gran partido.
Masspoli: Un portero legendario por su perfecta colocación. Pedía sus defensas que no dejasen chutar al contrario en el área; desde fuera del área ya se encargaba él.
Matías González, Rodríguez Andrade, Tejera y Gambetta que formaban la defensa, supieron frenar las embestidas de Brasil, que solo pudo marcar un gol y en Orsay, cuando estaba haciendo cuatro, seis y siete goles por partido.
Anécdotas de Obdulio y opiniones de aquellos que lo conocieron
- Bueno como nadie; rebelde como ninguno. Cuando hablaba era una sentencia y no cambiaba su postura.
- Carlos Soto, periodista y escritor que conoció mucho a Obdulio, lo define como «totalmente irrepetible y tremendamente honesto; honesto hasta en la hache que no suena».
- Sus compañeros lo califican de extraordinario compañero y futbolista. La mayoría no lo tuteaban, le hablaban de usted.
- Defensor a ultranza de equipo y de su selección. Delante de él nadie podía tirar al suelo la camiseta por muy sudada o sucia que estuviera. Solía decir «cada uruguayo, con la celeste enfundada, vale por dos».
- Inteligencia innata para motivar, para decir la frase acertada en cada situación y con capacidad mental y física. Si un compañero sufría una entrada brusca del contrario lo calmaba y le decía «déjalo que ya me encargo yo de el». Supongo que unas las devolvería y otras no, pero conseguía que su jugador no se crispase y siguiera centrado en el partido. Metía respeto al contrario. Julio Pérez, que lo define como «una coraza», comentó que en Maracaná el brasileño Jair cayo al suelo, Obdulio le hizo un tirabuzón en el pelo y lo levantó con una mano como si fuera un muñeco en medio del estadio. Eusebio Tejera lo valoraba como un jugadorazo y dice «el negro metía el cuerpo y nadie conseguía desplazarle».
- No admitía ningún resultado que no fuera ganar. Al finalizar el partido contra España, ya en el vestuario, Obdulio se puso a llorar con las manos en la cara. Juan López se le acerca y le pregunta el motivo de estar así. Obdulio dice «qué vergüenza, hemos perdido el campeonato». Juan trata de calmarlo y le dice «aún no lo perdimos y hemos conseguido un meritorio empate con tu gol». Obdulio le contesta «que mi gol, ni mi gol. No hemos ganado» ¿Qué pensará Nasazzi? ¿Qué pensará Lorenzo Fernández? Se van avergonzar de nosotros».
- José Nasazzi, apodado El Mariscal, fue el capitán de Uruguay en 1924, 1928 y 1930, generación que lo ganó todo y por quien Obdulio tenía auténtica devoción, y Lorenzo Fernández, que era gallego nacido en Redondela, formó parte de la selección de Uruguay campeona mundial en 1930.
- Obdulio, siendo ya mayor, quiso asistir a un clásico entre Nacional y Peñarol. No le sobraba el dinero y fue a la Asociación a pedir una entrada y se la negaron. Ese día se dijo «negrito, esto se acabó». Desde entonces perdió el interés por el fútbol.
- Su camiseta y sus botas están expuestas el museo del fútbol de Montevideo.
La entrega de la copa
Se puede uno hacer una idea de la situación analizando estas declaraciones que posteriormente realizó el presidente de la FIFA, Jules Rimet:
«Todo estaba previsto, excepto el triunfo de Uruguay. Al término del partido, yo debía entregar la copa al capitán del equipo campeón. Una vistosa guardia de honor se formaría desde el túnel hasta el centro del campo de juego, donde estaría esperándome el capitán del equipo vencedor (naturalmente Brasil). Preparé mi discurso y me fui a los vestuarios pocos minutos antes de finalizar el partido (estaban empatando a uno y el empate clasificaba campeón al equipo local). Pero cuando caminaba por los pasillos se interrumpió el griterío infernal. A la salida del túnel, un silencio desolador dominaba el estadio. Ni guardia de honor, ni himno nacional, ni discurso, ni entrega solemne. Me encontré solo, con la copa en mis brazos y sin saber qué hacer. En el tumulto terminé por descubrir al capitán uruguayo, Obdulio Varela, y casi a escondidas le entregué la estatuilla de oro, estrechándole la mano y me retiré sin poder decirle una sola palabra de felicitación para su equipo».
Según el periodista Carlos Soto y también según otros jugadores de Uruguay, el momento fue muy desconcertante. Cuando se acerca Obdulio para recibir la copa en medio de un tumulto, Rimet está en shock y no sabe qué hacer. Se queda petrificado con la nota escrita en la mano que alguien le había improvisado. Hay una imagen y un vídeo donde se puede apreciar la situación, así como las miradas (yo diría de odio) que lanzan los que allí están. Como Rimet no le ofrece la copa, Obdulio le dice al intérprete: «Dígale al japonés este que me dé la copa de una vez, que me quiero ir a duchar». Como Rimet sigue aturdido y no reacciona, Obdulio la agarra y prácticamente se le arranca de las manos diciéndole: «Catalán (era un de sus expresiones), démela. Nosotros igual somos campeones con copa que sin copa». Se la lleva y se va con sus compañeros.
El músico Jaime Roos le preguntó por qué le arrancó la copa a Rimet y Obdulio respondió: «Había allí 200.000 japoneses y pensé que si se seguía demorando la cosa no saldríamos vivos de aquello».
La celebración
Los jugadores de Uruguay no sabían lo que está pasando fuera y no salen de Maracaná hasta dos horas después de finalizar el partido. Habían comido a las once de la mañana en el estadio y el partido se jugó a las tres. Cuando regresan al hotel son las ocho de la tarde, tienen hambre y suponen que habrá algo de comer, pero se encuentran que está todo apagado y no hay ni cena ni nada. Tratan de localizar al tesorero de la Asociación Uruguaya que estaba en otro hotel, pero no lo encuentran. Solo les quedó hacer una colecta de su bolsillo para ir a comprar unos sándwich, cervezas y un espumoso. Así es su fiesta en la que están solo jugadores y cuerpo técnico. Todos menos Obdulio, que desaparece. Nadie sabe con certeza a donde fue.
Lo que él dijo es que estuvo en el bar de un amigo, que vio a los brasileños llorando y que se dio cuenta de la terrible desazón que habían producido en el pueblo brasileño. De repente, un grupo de brasileños lo reconocen y lo llaman: «¡Obidulio, Obidulio!» (pronunciaban su nombre con i después de la b). Se le acercan, lo abrazan y lo invitan durante toda la noche. !Hay que tener narices para mezclarse con los brasileños esa noche!
Cuando regresa al hotel son las siete de la mañana y cree que ya estarán todos dormidos, pero no es así. Compartía habitación con Maspoli, quien le dice bromeando: «Oye Obdulio, que es verdad, que ayer ganamos». Obdulio contesta: «Roque, déjame vivir tranquilo».
Además del hecho mencionado de que no tenían ni cena y que no localizaron al tesorero, la Asociación de Uruguay tuvo un comportamiento que deja mucho que desear, como indico a continuación: Los directos estaban alojados en un hotel de lujo; los jugadores en un hotel inferior. Dos directivos y cuatro periodistas regresaron a Uruguay antes de jugarse el último partido.
Además, se hicieron medallas conmemorativas como campeones del mundial, siendo de oro para los directivos y de plata para los jugadores. Varios directivos, tanto de la Federación como de clubes, se jactaban de que jamás le dieron la mano a ningún futbolista.
Las consecuencias
Según Gladys Castro, viuda de Julio Pérez y que todavía vive, se reunían muchas veces en su casa el propio Julio, Obdulio, Omar, Burgueño, Andrade y otros. En una ocasión, Obdulio comenta: «Julito, ¿te das cuenta de lo que hemos hecho en Maracaná?». Julio respondió: «Jugar un partido y ganarlo; no hemos hecho nada malo». Obdulio le dijo: «Hemos hecho felices a dos millones y medio de personas y desgraciados a casi ochenta millones y no teníamos derecho. Si llego a saber el dolor que hemos causado, hubiera marcado un gol en propia meta».
Un sobrino de Schiaffino comenta: «Noté en varias ocasiones que mi tío se sentía como culpable de haber participado en aquella tragedia para los jugadores y el pueblo de Brasil».
Tanto Obdulio como los demás jugadores siempre han hablado con mucho cariño y respeto por el pueblo brasileño y mantuvieron a través de los años una gran amistad con aquellos jugadores. Las dos selecciones jugaron varios partidos con el fin de obtener fondos para obras benéficas.
Con respecto a Brasil, la frustración de todo el pueblo fue total al no conseguir el objetivo que ya consideraban suyo. La derrota causo mucho sufrimiento en el pueblo brasileño: problemas de convivencia, orden publico, bancarrotas, ruinas por las apuestas y se conoce la existencia de 20 suicidios, aunque se cree que fueron muchos más.
La Federación de Fútbol de Brasil tomó estas dos decisiones:
- No participar en las competiciones internacionales durante dos años.
- No vestir nunca más de blanco (que era el color oficial de la equipación de Brasil). Se convocó un concurso de diseñadores con el fin de elaborar la nueva equipación; de ahí salió la actual camiseta amarilla con la Canarinha y pantalón azul.
Dice el gran Pelé, que tenía 9 años en 1950, que fue testigo de como su padre lloraba la derrota de Brasil y se juró a sí mismo ser futbolista para ganar el campeonato del mundo, cosa que consiguió en tres ocasiones. Supongo que este sería el mismo juramento y deseo de millones de niños de la época.
Brasil aprendió que solo se ganan los partidos después de jugarlos. Eso, con una buena gestión de la federación y con varias generaciones de extraordinarios jugadores, le valió para conseguir los cinco títulos de campeón del mundo que tiene en la actualidad.
La desgracia de Barbosa
Moacir Barbosa era el portero de aquella selección de Brasil y seguramente uno de los mejores porteros de la historia de este país. Pertenecía al club Vasco de Gama y había conquistado con este equipo ocho títulos de liga y una copa de América. Era un ídolo para la afición que, a raíz de este partido, pasó a señalarlo como el principal culpable de la derrota. Barbosa comentó así la jugada del segundo gol: «Llegué a tocarla y creí que había desviado el tiro a la esquina, pero por el silencio atronador del estadio supe que la pelota estaba dentro del arco. Sentí de inmediato la mirada de todo Maracaná sobre mí».
Después de este partido trató de seguir viviendo donde siempre, pero le resultó imposible debido a que lo conocía todo el mundo y lo culpaban de la derrota. Entonces se trasladó a su antiguo barrio de cuando era niño, pero al cabo de un tiempo tampoco podía vivir allí. Decide entonces marcharse con su familia a un lugar aislado al lado del mar donde no había mucha gente con el fin de que no lo reconocieran, pero tampoco lo logró. Lo reconocieron, pasando a ser un calvario para él y su familia. Las menciones a su culpa eran continuas. En una ocasión, una mujer joven le dice a su hijo de cuatro o cinco años señalando a Barbosa: «Mira hijo, este señor es el culpable de que Brasil no fuera campeón del mundo». Barbosa le contesta amargado: «Por Dios señora, ni usted ni su hijo habían nacido».
En 1994 se celebra el Mundial de Estados Unidos y Barbosa va a saludar a los componentes de la delegación brasileña. Los técnicos de Brasil, Mario Zagalo y Carlos Alberto Parreira, dieron orden de que no se le dejara entrar en el recinto por considerarlo gafe y los jugadores Romario, Bebeto y Dunga se negaron a saludarlo.
Ha comentado en varias ocasiones: «Me culpan solo a mí, pero Bigode y otros compañeros no tuvieron la suficiente concentración en el partido». En una entrevista que concedió en 1990 dice: «La pena máxima de cárcel en Brasil es de 30 años. Yo llevo 45 de condena y aún no me dejan en paz». En abril de 2000, cuando estaba ya muy enfermo, lo llevaron al hospital y a punto de morir dijo: «Yo no fui el único culpable, allí éramos once».
Otras anécdotas de aquel mundial
El día del partido final, los jugadores de Uruguay desayunan muy temprano y van en autocar hasta el estadio. Durante el recorrido la gente desde la calle les va señalando con los dedos el número de goles que se van a llevar: ( 4, 5, 6).
Una vez en Maracaná, la organización les facilita unas colchonetas para que descansen después de comer. Algunos duermen como Gambetta (apodado El Mono), que cuando llega la hora del partido se dan cuenta que no está y el técnico empieza a gritar «despertar al Mono, despertar al Mono, que tenemos que jugar».
Otra anécdota de Gambetta es la jugada final de partido: Brasil saca un córner, el balón viene alto hasta el segundo palo y Gambetta lo coge con las dos manos. Gambetta dijo después que, aunque en inglés, había entendido al árbitro decir al linier que al sacar el córner se acababa. Y así fue, pitó el final. Sus compañeros, que no habían oído el pito ni el comentario del árbitro, se llevaron un susto diciendo «¿Qué hace este?».
La jugada quedó inmortalizada por el fotógrafo Pestony y está en varios de los documentales del partido.
En la foto de pose, previa a comenzar el partido, se ve a los jugadores de Uruguay riendo. El motivo es que todos los fotógrafos estaban sacando fotos a Brasil y ninguno a Uruguay. El defensa Tejera los llama diciendo «acérquense a este lado que acá está los futuros campeones del mundo». A todos los presentes les causó risa pero acertó.
La honestidad de los campeones
Ya hemos comentado el respeto y cariño que los jugadores uruguayos manifestaron siempre por los brasileños. Nunca han presumido ni alardeado de haber ganado y tampoco han hecho ninguna mención a nada que pudiera menospreciar a los contrarios, a quienes definieron como «los hermanos brasileros» y con los que mantuvieron una gran amistad a lo largo de los años. Obdulio dijo que en las comidas y reuniones que celebraron con los brasileños nunca se hablaba de fútbol.
En el documental Maracaná desde el alma se pueden ver entrevistas a descendientes y otros familiares, tanto de los jugadores como del resto de la expedición (médico, fotógrafo, etc.). En sus respuestas hay un denominador común: el poco protagonismo que todos los jugadores le dieron al triunfo en Maracaná y la escasez de comentarios que mantuvieron con sus familias, con su entorno y con los medios. En cambio, sí que han oído la valoración y respeto que tenían todos por sus compañeros. Ninguno era mejor que el otro por el hecho de marcar o no un gol. Ninguno era peor por fallar una jugada. Nadie consideraba que tenía más derecho a jugar que el otro. El hijo de Gambetta dice: «No importaba en que club jugasen, cuando se quitaban la camiseta eran todo amigos».
A sus familiares y personas de su entorno si les embarga la emoción al hablar de Maracaná y lo que significa para ellos. Por ejemplo, para el músico Jaime Roos: «Maracaná es un título de nobleza del pueblo uruguayo». Para Rosario Pedemonte, hija del médico de aquella selección uruguaya: «Maracaná es una marca de prestigio de la familia. No solo por ganar ni por el resultado. Maracaná puso a Uruguay en el mundo».
Aspectos que no se tuvieron en cuenta
Los favoritos de la prensa para ganar aquel mundial eran Inglaterra, España y Brasil. Inglaterra queda eliminada en la fase previa por España con el famoso gol de Zarra y suenan Brasil y España como los favoritos. En el primer partido España pierde por 6-1 ante Brasil, quedando casi sin opciones. Brasil gana sus dos primero partidos contra España y Suecia con goleadas de escándalo, por lo que todo el mundo lo considera ya campeón.
A Uruguay nunca se le consideró favorito, ni siquiera sus propios directivos, tal y como dice la canción de Pitufo Lombardo titulada Descolgando el cielo:
Nunca favoritos,
siempre desde atrás, con el viento en contra,
metiendo pedal.
Historia de la selección de Uruguay
¿Por que no se le consideraba favorito a Uruguay? Mirando la historia futbolística de cada país, no alcanzo a entender como no se tuvo en cuenta que estando Uruguay en el torneo podía pasar de todo, por lo que relato a continuación:
En la Copa Río Branco disputada a principio de ese mismo año, se habían enfrentado en la final a doble partido estas dos selecciones y casi con los mismos jugadores, pero con los uruguayos en peor forma por la huelga que ya hemos dicho. Ganan un partido cada uno y el partido de desempate se lo lleva Brasil por un solo gol de diferencia.
En los últimos años, estas dos selecciones se habían enfrentado en 16 ocasiones, con bagaje a favor de Brasil que era el actual campeón de América, pero con victorias y derrotas por ambas partes.
Como dijeron luego algunos futbolistas uruguayos: «Nosotros conocíamos el juego y los jugadores de Brasil y sabíamos que teníamos alguna posibilidad de ganar por que ya les habíamos ganado. Además los resultados que se habían dado a favor o en contra fueron siempre por la mínima y muy apretaditos».
Como manifestaron algunos futbolistas brasileños: «Nosotros preferíamos para el último partido a una selección europea, pero con Uruguay sabíamos que no iba a ser un partido fácil ni para nosotros ni para ellos».
En las competiciones internacionales, Uruguay contaba el siguiente palmarés: en 1916 se celebra la primera edición de la Copa América y la gana Uruguay, que gana también la segunda en 1917. La volvería a ganar en 1920 y en más años.
1924
El 10 de abril Uruguay debuta en Vigo haciendo una gira por España para recaudar fondos y prepararse para los Juegos Olímpicos que se celebra ese verano en París. Es el primer equipo americano que viene a España. Juegan en varios puntos un total de nueve partidos y los ganan todos. Cuando finalizan su ronda por España, desde Madrid viajan a París. Además, ganan el campeonato olímpico terminando invictos y derrotando a Yugoslavia, Estados Unidos, Francia, Holanda y, en la final, a Suiza.
1928
Uruguay asiste al Campeonato Olímpico en Ámsterdam, en el cual también acaban invictos, derrotando a las mejores selecciones del momento: Holanda, Alemania, Italia y jugando la final contra Argentina. La albiceleste llegó a la final sin esfuerzo, ya que sus rivales eran de menor entidad. Hubo dos prórrogas y, como persistía el empate, fue necesario jugar otro partido, para el cual Uruguay tuvo que meter a cinco jugadores de suplentes, ya que los titulares habituales estaban lesionados y físicamente destrozados. Gana Uruguay 2-1 por y es de nuevo campeón olímpico e invicto.
Como aún no se había creado el campeonato mundial, se daba por campeón del mundo al campeón olímpico, de manera que Uruguay ya tenía dos campeonatos.
1930
A petición de Uruguay, la FIFA accede a celebrar el primer campeonato del mundo de fútbol en ese país. Posteriormente a la designación hay un boicot de los principales países europeos, que liderados por Inglaterra se niegan a ir.
Se cree que tomaron esta decisión ante el miedo de ir para nada, ya que en aquel momento se sabia que el fútbol rioplatense (Uruguay y Argentina) era superior al europeo.
Uruguay no entendió la ausencia de lo que consideraban sus hermanos de Europa (Italia y España). No hubo nunca una explicación por estos dos países.
La prensa argentina había publicado de manera prepotente que ellos serian los campeones de este mundial y que Uruguay no tendría nada que hacer. No fue así y Uruguay gana, también invicto, este primer mundial, venciendo en la final de nuevo a Argentina. La misma prensa propició una campaña de desprestigio a la victoria de Uruguay, que acabó por romper relaciones deportivas entre los dos países.
Así, el resumen del palmarés de Uruguay es: De 1916 a 1935 gana siete copas de América. De 1924 a 1930 gana invicto tres campeonatos del mundo (dos olímpicos y un mundial).
Es por esto que no entiendo como se daba por derrotado a Uruguay cuando lo habían conseguido todo. No había perdido ningún partido hasta entonces en el fútbol mundial. Resultó que tampoco perdieron en este caso. !Como para no tenerlos en cuenta! Después de participar en dos Juegos Olímpicos y tres mundiales, la primera derrota que sufre Uruguay en competición mundial es en 1954 frente a Hungría.
Curiosidades que quedaron de aquellos años
Jules Rimet. El francés fue presidente de la FIFA de 1921 a 1954. Supongo que debió sufrir mucho con Uruguay. En 1924 vio como Uruguay derrotaba a su Francia, y luego se lleva el campeonato olímpico en su país. El día de la final, preguntó a los miembros de distintos países europeos: «¿Alguien conoce al Uruguay este?». Nadie los conocía.
En 1928, 1930 y 1950 tiene que darles de nuevo el trofeo de campeones ( debió de quedar hasta el gorro de los uruguayos).
Vuelta Olímpica. En 1924, en París, cuando acaba el partido de la final que Uruguay gana a Suiza, los jugadores uruguayos son aclamados insistentemente por todos los espectadores que abarrotaban el estadio de Colombes. Los futbolistas, atendiendo a tal muestra de aplausos, recorren el estadio todos juntos y lentamente. De ahí nace la definición de vuelta olímpica.
Gol Olímpico. Un mes después de estos Juegos Olímpicos, Uruguay y Argentina se enfrentan en la Copa América y la albiceleste marca el primer gol directo de córner. Como el gol se lo hacen a los campeones olímpicos, queda la definición de gol olímpico para el tanto directo de saque de esquina.
Campeones morales. Este partido lo gana Argentina 2-1 y, al ganar a los campeones, los argentinos se consideran «campeones morales», definición que también quedó para siempre.
La radio. Era la época en que las noticias escritas, también de fútbol, llegaban a través del télex y del teletipo a la radio para ser retransmitidas. La retransmisión se retrasaba varios segundos y esto dio lugar a una circunstancia en la comunicación radiofónica que quedó para la anécdota y que dice: «!Ataca Argentina, gol de Uruguay!».
Comentarios del autor
Cualquier equipo que tenga en su historia haber sido campeón de lo que sea, habrá que tenerlo siempre en cuenta, aún si está en horas bajas. En el caso de Uruguay, no podía solo ser cuestión de suerte. El palmarés era impresionante antes de jugar en Maracaná. Brasil aún no había ganado nada a nivel mundial.
Los autores de los dos goles de Uruguay dicen que tuvieron suerte en los remates y recordemos que esto también lo dijo el capitán y otros jugadores. La suerte influye en todos lo aspectos de la vida y, en el fútbol, sin lugar a duda. En este caso, los dos goles podían no haber entrado y esto cambiaría el signo del partido, pero ahí también cuenta aquello que se conoce como la suerte del campeón. El periodista uruguayo Carlos Solé, que narró para la radio el partido de Maracaná y gritó en la mas absoluta soledad los dos goles de Uruguay, comentó tiempo más tarde que Uruguay nunca más seria campeón del mundo y Obdulio Varela ha dicho que evolucionaron todos los países menos ellos y que no se repetiría esta historia. De momento, han acertado.
El futuro fue dispar para aquellos campeones. Mientras Ghiggia y Schafino se fueron y progresaron en Italia, otros como Masspoli, Andrade y algunos más acabaron vendiendo sus recuerdos para ir viviendo. Morán contaba 19 años en 1950, solo jugó cinco partidos con la selección y no prosperó en el fútbol. Se retiró a los 23 años y tuvo una vida de bohemio y escasez. Murió muy joven, a los 47 años. Obdulio, Julio Pérez y otros acabaron sus días con pocos recursos, con jubilación pequeña de empleado público. Todos los componentes de aquella selección uruguaya han fallecido. El último, Ghiggia, el 16 de julio de 2015; el mismo día que se cumplían 65 años del Maracanazo y en el que el mismo marcaba el gol de la victoria (!Qué casualidad!).
Al único país que Uruguay no logró ganar en 1950 fue a España.
Selección española: datos y opinión
El papel de España en el Mundial de 1950 y sucesivos
Como ya hemos comentado, España era uno de las favoritas en 1950 y, seguramente, había equipo para creer en ello. Los jugadores que formaron aquella selección quedaron como grandes para la historia: Ramallets, Acuña, Zarra, Puchades, Bassora, Lesmes, Gainza, Panizo, Molowny, César...
Después de eliminar a Inglaterra y pasar a la fase final, todo podía ser posible, pero España pierde 6-1 el partido contra Brasil, quedando casi sin opciones. Julio Pérez, de Uruguay, comentó: «No puedo entender como Brasil le pudo meter seis goles a España, ni antes, ni ahora, ni nunca. Tuvo que influir el ambiente, el ruido, el campo o qué sé yo. España es una gran selección y a nosotros nos costó mucho lograr empatar con ellos». Al empatar con Uruguay y perder contra Brasil y Suecia, solo se consigue el cuarto puesto, que fue una decepción, aunque este resultado se mantuvo como la mejor clasificación de España en los mundiales de fútbol hasta 60 años después, cuando en 2010 se gana el mundial de Sudáfrica.
España tuvo muy buenas selecciones que pudieron haber ganado algún mundial más. Cada uno tenemos opinión de porqué no se consiguió antes. Yo creo que, en parte, fue por no tener el convencimiento suficiente, no sentirse un bloque homogéneo y basarnos solamente en aquel eslogan de la Furia española. ¿Furia? ¿Qué furia? Esto es fútbol, no furia. Siempre dije: «Los títulos los ganaban otros, pero eso sí, en furia no nos ganaba nadie».
Han existido piques, rencillas y envidias entre los jugadores de distintos clubes, así como la influencia de medios de comunicación. Todo esto ha repercutido negativamente en la selección y ha causado que no hubiera el suficiente compromiso en sentir la camiseta nacional, que si he notado en otras selecciones como Uruguay, Argentina, Italia, Brasil, etc...
Ya en este siglo, coincide en España una generación de futbolistas que es muy difícil que se repita y las máximas figuras del Barcelona y Madrid tuvieron sentido común, para colaborar y tener buen entendimiento en el combinado nacional, aunque no siempre se les ha facilitado esta labor por parte de la la prensa, ni de los forofos, ni tampoco por algunos clubes. Como ejemplo, creo que el portero Casillas fue maltratado por su equipo por su buena relación con Xavi y Pujol, del Barcelona.
España gana en 2008 la Eurocopa, en 2010 el Mundial y en 2012 de nuevo la Eurocopa, siendo así el único país en ganar los tres títulos en cuatro años. Esto no fue a base de furia, sino de calidad, técnica, planificación, de tener el criterio adecuado y buena cabeza.
La Eurocopa de 1064 y el Mundial de 1966
Además de ser campeona olímpica en 1992, el otro único título que España tenía antes del siglo veintiuno es la Eurocopa de 1964, que el entrenador Villalonga consiguió apostando por un equipo muy joven, con calidad, dejando fuera algunas de las viejas glorias. Tampoco en aquella ocasión fue a base de furia. Se ganó ante la URSS, que era el campeón de la primera edición. Este es el equipo que jugó aquella final: Iribar (Athletic Club de Bilbao); Luis Suárez (Inter de Milán); Revilla y Calleja (Atlético de Madrid); Lapetra y Marcelino (Zaragoza); Zoco y Amancio (Real Madrid); Olivella, Fusté y Pereda (Barcelona).
Fue la ocasión en la que la Selección española contó con mayor presencia gallega. Allí estaban Luis Suárez, Amancio, Marcelino y Reija. Todos eran titulares indiscutibles y extraordinarios futbolistas que no han sido igualados en Galicia a día de hoy. Reija, que militaba en el Zaragoza, se lesionó en semifinales y no pudo estar en la final, siendo sustituido por Calleja.
En 1966 yo tenía 11 años. Sabía que España fue campeona de la Eurocopa dos años antes y vi al Real Madrid ganar la Copa de Europa con un equipo formado, por única vez, con todo los jugadores nacionales.
Esto me hizo soñar, como niño que era, en que la Selección iba a ganar el Mundial de ese año en Inglaterra o, por lo menos, ser una de las mejores.
Sin embargo, aquel mundial de 1966 fue un fracaso para España y una tristeza para mí. Después, ya pasados algunos años, supe que se planificó muy mal. Según el testimonio de Marcelino, delantero centro del Zaragoza y de la selección, las presiones políticas, deportivas, sociales, mediáticas,—o todas a la vez— hicieron mella en el entrenador y este llevó a la selección a jugadores que, más o menos, venían impuestos. Buenos jugadores sin duda, pero a veces con eso no basta. Hay que contar con los que mejor rendimiento dan y que dejen a un lado las diferencias con jugadores de otros equipos. Se había logrado el éxito dos años antes, de manera que no entiendo cómo no se continuó en la misma línea.
La Federación también tomó la decisión de concentrar a la selección durante el mes anterior al mundial en Galicia, con el fin de que los jugadores entrenaran en un ambiente climatológico que consideraban similar al inglés. Fue un desastre. El mes de junio de ese año hubo mal tiempo en Galicia y en el mes julio en Inglaterra hizo un calor espantoso.
Por los motivos que fuera, España decepciona y vuelve a casa en la primera ronda con una victoria ante Suiza y sendas derrotas ante Alemania y Argentina.
En los siguientes mundiales, hasta el 2010, pasó siempre lo mismo: España regresaba rápido a casa con poca gloria pero, eso sí, con mucha furia.
Ahora España tendrá en el futuro mejores y peores selecciones, pero cuenta en su haber el plus de ser campeón del mundo y tres veces campeón de Europa. Esto cambia la responsabilidad y el compromiso. El haber sido campeones deja en las sucesivas generaciones aquello que decía Obdulio Varela: «El pedido de los que fueron campeones y que no les puedes defraudar. Cuando se forma parte de un equipo campeón, la camiseta se siente diferente».