
Cuando Usain Bolt batió el récord del mundo del hectómetro (9,58), su tramo más veloz lo protagonizó de los 60 a los 80 metros (1,61) alcanzado una velocidad máxima de 12,42 m/sg (44,71 km/h) durante 20 metros. Ayer el keniano Eliud Kipchoge superó su propia plusmarca mundial de la maratón en 30 segundos, marcando 2.0.09, es decir a 5,80 m/sg (20,88 km/h), pero durante 42 km y 195 metros.
Independientemente de los debates que se puedan suscitar entre el hombre más rápido con el más resistente del mundo, curiosamente ambos protagonizaron sus gestas en Berlín. La ciencia ya ha constatado que la especie humana posee unas condiciones anatómicofisiológicas más propicias para soportar la carrera de resistencia que otros muchos mamíferos.
Cierto es que el Homo sapiens, en comparación con otros animales, es muy lento, pero se adapta mucho mejor a los esfuerzos prolongados. De hecho, hay teorías que defienden que la carrera de resistencia es una de las claves de la evolución que ha sufrido nuestra especie.
Considero que será más fácil en el futuro que haya más fondistas que corran la maratón en menos de dos horas, que velocistas sean capaces de bajar de los nueve segundos en el hectómetro.
La gesta realizada por Kipchoge, supuso correr cada kilómetro a un ritmo de 2.52,41, en un circuito totalmente plano y diseñado para realizar grandes marcas.
Sin embargo, su objetivo era bajar de las 2 horas, lo que le obligaría a recorrer cada kilómetro a una media de 2.50,50. Ya posee un récord oficioso en la distancia de 1.59.41 (Viena, 2019), no homologado por ser asistido por 41 liebres que se relevaban por grupos cada cinco kilómetros.
Ayer en Berlín, las condiciones fueron muy idóneas, con una temperatura de 11 grados, sin lluvia ni viento para certificar que la especie humana está preparada para lograr esa gesta sin ayudas.
No lo consiguió, pero a la mitad de la maratón (59:51) marchaba a un ritmo inferior de las dos horas. Su última liebre solo pudo aguantar hasta el kilómetro 25 y tuvo que afrontar el último tramo en soledad, sin ser capaz de mantener su velocidad media.
El uso eficiente de la energía por parte del ser humano, su anatomía y capacidad para mantener una temperatura adecuada durante la carrera, fruto de nuestro pasado de «cazadores por resistencia» y, por supuesto, el entrenamiento específico, conseguirán que esta proeza la veamos pronto.