Otra piedra en el camino de Aleix Espargaró

La Voz COLPISA

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ISSEI KATO | REUTERS

Un error humano en Aprilia condena la carrera del piloto español y le aleja en la lucha por el título

25 sep 2022 . Actualizado a las 17:00 h.

Durante la vuelta de calentamiento de la carrera de MotoGP la imagen se centraba en la cámara onboard de Aleix Espargaró. El piloto español hacía aspavientos encima de su moto y rodaba muy lento, hasta desesperarse. Cuando todos sus rivales estaban ya alineados en la parrilla esperando que se apagase el semáforo, él entraba por el pit lane, tiraba su moto (literal) y se montaba en la segunda Aprilia que tenían preparados sus mecánicos en la entrada del box. Cuando recorría la interminable recta que le llevaba de nuevo a la pista, había perdido ocho segundos con la cabeza de carrera. Tenía 24 vueltas por delante y una fila india de motos que adelantar. Esta vez la épica iba a ser insuficiente. Aleix Espargaró acabó decimosexto, a solo una posición de haber sumado un simbólico punto y fundido física y mentalmente. «Estoy sin fuerzas», comentaba el español tras la carrera. «Esto cuesta muchísimo. Por mucho que digan, la Aprilia no es la Ducati ni la Yamaha ni la Honda. Ni yo soy Marc Márquez. Estar donde estoy me ha costado mucho y un error tan estúpido me jode».

El origen del problema: un mapa de ahorro de combustible que se había quedado configurado en su Aprilia desde la vuelta de formación que se hace desde el box. «Este mapa 'eco-lap' se pone para no gastar gasolina cuando vas a la parrilla y la moto no pasa de 5.000 revoluciones y de 80 km/h». Aleix lo intentó todo en esa agónica vuelta de calentamiento. Probó con todos los botones, reinició la centralita y trató incluso de buscar un error en el sistema por medio de aceleraciones en vació. Pero fue imposible. Solo el mismo electrónico de Aprilia que lo había dejado configurado podría haberlo solucionado. Un error humano que le costó un cero a Aleix Espargaró y buena parte de sus opciones de título.

De cara al campeonato el resultado era malo, pero podía haber sido peor. Ninguno de sus rivales por el título estuvo brillante en carrera. Pronto se vio que ni Fabio Quartararo ni Pecco Bagnaia tenían su día en Motegi. El francés se pasó toda la carrera en la octava posición. No adelantó a ningún piloto y tampoco fue rebasado. Y mucho peor le fueron las cosas al italiano, que se cayó en la última vuelta cuando era noveno y trataba de pasar al líder del Mundial. Sin embargo, nada consolaba al mayor de los Espargaró: «De hecho, me jode más que me consuela porque aquí podía ganar tranquilísimamente, y nos poníamos casi líderes». Sin duda el gran beneficiado del domingo fue Quartararo, que pese a una carrera gris se va de Japón con ocho puntos más de ventaja con respecto a sus rivales. En la clasificación general, aventaja a Bagnaia en 18 puntos y a Espargaró en 25. Quedan cuatro carreras por diputarse y 100 puntos en juego.

Un cuarto «sin inventar»

Jack Miller se llevó una cómoda victoria de Japón, alargando el momento dulce de Ducati, que ha ganado las últimas seis carreras. No tuvo rival el australiano salvo en las primeras vueltas, lo que tardó en encontrar el hueco para pasar a su compañero de marca, Jorge Martín. El madrileño hizo una gran salida desde la quinta posición de la parrilla y trató de engancharse a Miller cuando éste hizo el cambio de ritmo definitivo, pero fue decisiva la elección de gomas. El australiano había optado por el duro trasero y Martín por el medio. La caída del neumático fue demasiado pronto y las últimas vueltas se le hicieron largas. Tanto que perdió la segunda posición con el sudafricano Brad Binder en la última vuelta.

Por detrás de Martín, cruzaba la meta un Marc Márquez que no había visto ondear una bandera de cuadros desde hacía cuatro meses. El piloto del Repsol Honda ya había hecho la machada el sábado logrando la pole en agua, pero era consciente de que en seco iba a tocar sufrir. Marc Márquez, cuarto y feliz Hizo una buena salida, pero en la primera vuelta perdió de golpe cuatro posiciones por un pequeño problema electrónico en su moto que no quiso desvelar. Él al menos pudo solucionarlo sobre la marcha. A partir de ahí, se soldó a la rueda de la KTM de Miguel Oliveira y se dejó llevar hasta el final. Era una incógnita cómo reaccionaría su brazo en las últimas vueltas y le sorprendió positivamente. «No esperaba terminar tan bien, e incluso poder atacar al final», explicaba un sonriente Márquez que se dio el lujo de adelantar al piloto portugués a tres giros del final. «No me lo he pensado mucho porque tenía claro los dos puntos en los que podía adelantar. Y eso he hecho, sin inventar». Parecía la reinterpretación del célebre «stop inventing» de Carlos Sainz en Silverstone. Y aunque esta vez no significaba ganar una carrera, para Marc llegar físicamente entero al final era como una victoria.