Nadal, el vaso se está llenando

Fernando Rey Tapias

DEPORTES

LUKAS COCH | EFE

18 ene 2023 . Actualizado a las 20:37 h.

Es un deportista excepcional. Es un competidor ejemplar. Es un modelo a seguir en muchos aspectos de la vida. El palmarés de Rafa Nadal es impresionante pero, a la hora de evaluarlo, hay que añadir que lo ha conseguido doblegando no solo a sus adversarios en la pista, sino también a la cantidad de lesiones que ha tenido que superar.

Ha entrenado miles de horas para alcanzar un fantástico nivel en la competición, pero también ha tenido que dedicar un gran esfuerzo durante interminables períodos de recuperación para dejar atrás lesiones. Los números son significativos: en su carrera ha jugado 66 grand slams, pero se ha perdido por lesiones doce y, en otros quince, se retiró o fue eliminado, mermado por los problemas físicos.

El Open de Australia, a pesar de que logró en él memorables actuaciones, ha sido uno de los escenarios en los que más ha sufrido contratiempos, que le han impedido jugar a su nivel: en el 2010 se retiró ante Murray; en el 2011 mermado, perdió ante Ferrer; en el 2014 un bloqueo de espalda le impidió ganar la final a Wawrinka, cuando era claro favorito; en el 2018 se retiró ante Cilic por una lesión en el psoas; en el 2021, perdió con Tsitsipas por problemas de espalda, y ahora, una lesión, le impide ante un rival muy asequible alcanzar la tercera ronda, acabando con sus aspiraciones de defender el título.

En sus declaraciones posteriores al partido, Rafa comentó que el «vaso se está llenando», en clara alusión a que la paciencia se agota, por trabajar más en recuperarse de sus lesiones que en disfrutar en competir al nivel que está acostumbrado. Roland Garros parece la cita ideal para intentar una nueva victoria y retirarse, olvidándose de la lucha con Djokovic para ver quién consigue más grand slams.

Rafa tiene 36 años y un largo historial de lesiones, muchas de ellas importantes, y la crónica del síndrome de Müller-Weiss en su pie. El estirar su carrera puede dañar más su físico y, como decía Pau Gasol, «me retiro porque quiero poder jugar con mis hijos y que las lesiones no condicionen actividades para el resto de mi vida».

El balear no tiene a estas alturas que demostrar nada a nadie. Es un icono del deporte mundial. El saber retirarse y evitar que el vaso se llene nos duele a todos. A él, el primero. Esto solo puede tener efectos positivos para el futuro de su salud. Y todos los aficionados al deporte, que en todos los lugares del mundo se han emocionado con sus gestas, entenderán que la trayectoria de ensueño del español se merece un gran final, acorde a sus merecimientos. De momento: diagnosticar la lesión, preparar Roland Garros, y veremos si París puede ser, o no, el cierre a veinte años de una carrera ejemplar.