Adiós a Amancio Amaro, brujo y leyenda del Deportivo y del Real Madrid

DEPORTES

El coruñés fue nombrado Bota de Bronce en 1964, año en el que también ganó la Eurocopa, el primer título de la historia de la selección española

21 feb 2023 . Actualizado a las 20:58 h.

Del humilde Victoria al todopoderoso Real Madrid. Amancio Amaro (A Coruña, 1939 - Madrid, 2023) fraguó su leyenda tocado por una varita. La de un fútbol extraordinario. La de unas jugadas imposibles. La de unos regates inigualables. Apodado El Brujo, su talento le llevó a conseguir un palmarés brillante y a ser reconocido como uno de los mejores futbolistas que ha dado Galicia. Falleció esta madrugada a los 83 años.

El habilidoso extremo empezó a jugar al fútbol en el equipo del Barrio de Santa Lucía. Tenía quince años y ya destacaba en el fútbol modesto de la ciudad. Semejante talento no pasó desapercibido para el Deportivo, que le fichó en 1958. El equipo blanquiazul, por aquel entonces, militaba en la Segunda División. El cambio de categoría no le quedó ni mucho menos grande a El Brujo. Amancio se convirtió en el máximo goleador de la categoría de plata del fútbol español al marcar 25 tantos en 26 partidos en una temporada que también fue redonda en lo grupal. En 1962 el cuadro deportivista logró el ascenso a Primera. Fue un jugador decisivo y formó un gran tándem con Veloso.

Se marchó por la puerta grande de Riazor para emprender una nueva etapa en el Real Madrid. Aquel joven coruñés llegaba a la capital gracias a la insistencia y a la apuesta de Santiago Bernabéu —«es usted un padre para mí», le solía decir Amancio—. El presidente, en contra de la opinión del resto de la cúpula blanca, se empeñó en aquel futbolista que solo había jugado en Segunda. El cuadro de Chamartín desembolsó 10 millones de pesetas, una cifra estratosférica para aquella época, y superó en la puja al Barcelona y al Sevilla, también interesados.

La operación parecía arriesgada, pero el rendimiento del coruñés terminó por darle la razón a Bernabéu. Amancio no solo encandiló a la afición madridista, sino que formó parte de la plantilla que alzó la sexta Copa de Europa. Además, ganó nueve Ligas y tres Copas de España, y fue el máximo goleador de la Liga en dos ocasiones.

Debut y el Madrid de los yeyé

Tuvo un debut con el Real Madrid como muy pocos. Los blancos emprendían una gira por África, y Amancio se subió a un avión rumbo a Ghana. «Cuando me iba a poner la camiseta vi que no tenía el escudo. Lo comenté y Di Stéfano me respondió: ‘Para llevar el escudo del Madrid en esa camiseta primero hay que sudarla'».

Amancio se ganó con creces el llevarlo. Fue un líder indiscutible, junto a Paco Gento, de una generación de jugadores jóvenes que dominaron el fútbol español durante los 60 con su magia y olfato goleador: el Madrid de los yeyé.

En 1964, France Football le concedió el Balón de Bronce. Solo le habían conseguido superar Dennis Law y su compatriota Luis Suárez. El exjugador del Inter y Amancio habían sido los únicos españoles nominados al Balón de Oro hasta 1986, año en el que figuró Emilio Butragueño.

Jugador con una habilidad casi incomparable, fue una pieza clave para que el Madrid ganase su sexta Copa de Europa en 1966. En la final, Amancio inició ante el Partizán la remontada blanca en el estadio de Heysel. El tanto de Serena certificó el triunfo del equipo español. El coruñés se resarcía, así, de la derrota en la final ante el Inter de Milán en 1964.

Amancio se retiró en 1976. Además de los títulos, dejó como legado 197 goles en 568 partidos vistiendo la elástica blanca.

Carrera como internacional

Sus inicios en la selección española no fueron sencillos. El coruñés, a pesar de formar parte de la preselección para el Mundial de Chile 1962, no tuvo plaza en la lista definitiva. «La mayoría de los comentaristas futbolísticos que conocían a Amancio coincidieron en que este, con solo 22 años y en plenitud de facultades, pudo ser la gran revelación de Chile», escribió Carlos Fernández para La Voz años más tarde.

Amancio no estuvo en Chile, pero se ganó a pulso su puesto en Inglaterra 1966. Aunque no jugó el primer partido de la selección, sí lo hizo en el segundo ante Suiza. Era el 15 de julio de 1966 y el estadio de Hillsborough presenció el primer gol de un gallego en un Mundial.

Sin embargo, Amancio estuvo a punto de no partir hacia el Reino Unido. «En la concentración previa, en Santiago, me hice un esguince. Me atendió un médico de allí y me quería mandar a mi casa. Le pedí que me infiltrara, que era lo que se hacía entonces en el Madrid, pero no le gustó nada la propuesta. Quería que no viajara. Pero al final me salí con la mía y fui», recordó en una entrevista a La Voz.

Dos años antes había sido campeón de Europa. España se había impuesto a la Unión Soviética con un tanto de Pereda y otro del gallego Marcelino.

El padre de la Quinta del Buitre

Tras su retirada, se convirtió en entrenador. Su primera experiencia en los banquillos fue con el equipo juvenil del Real Madrid para, más adelante, tomar el mando del Castilla (1982). No solo consiguió que el filial blanco fuese el campeón de Segunda División, sino que fue el padre de la Quinta del Buitre —Butragueño, Rafael Martín Vázquez, Sanchís, Míchel y Pardeza—. Amancio se convirtió en técnico del Real Madrid en mayo de 1984, sustituyendo en el cargo a Alfredo Di Stéfano. Y, de su mano, estos cinco futbolistas dieron el salto al primer equipo.

Años después, y tras ser nombrado el pasado octubre presidente de honor del conjunto madrileño, el mundo del fútbol despide a Amancio, una leyenda incomparable que destacó, fuera de los campos, por su retranca gallega, su carácter y su naturalidad. Hasta siempre, Brujo.