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José Ramón González Pérez, exfutbolista y entrenador: «Estoy vinculado al fútbol en mi cabeza»

DEPORTES

Hizo historia en el Dépor y en el Compos, dirigió equipos alegres y ahora alimenta su mente estudiando

27 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Pocas personas regalan una conversación de la profundidad de la que, con su hablar pausado, comparte José Ramón González (Carreira, 1968). Uno pensaba que la excusa era el fútbol, actividad en la que el excapitán del Deportivo se proyectó con cierto estatus, pero el tono se eleva hasta el pensamiento abstracto, la comprensión del entorno y la innovación, conceptos siempre presentes en la mente de José Ramón.

—¿Cómo se encuentra?

—Muy bien, en lo personal. Contento, trabajando. Hago lo que me gusta y disfruto. No puedo quejarme.

—¿Qué obligación había de trabajar al margen del fútbol?

—Tengo necesidad de estar siempre activo, no puedo estar parado. Me levanto muy temprano y hay días en los que no me llegan las horas. Sigo haciendo deporte, alrededor de una hora y media diaria. Cojo energía. Por mis hijos, también, por ayudar a todos los niveles lo que les queda. Yo no quiero jubilarme, mientras la cabeza y el cuerpo puedan.

—Hay más inquietudes.

—Soy autodidacta. El fútbol roba tiempo clave en edades clave. De todos modos, yo era mal estudiante, porque no me gustaba. Pero si disfruto y me motiva, me gusta estudiar y aprender. Y empresarialmente... el dinero que ganábamos con el fútbol lo invertíamos en temas inmobiliarios. No hacen falta muchos estudios para decir: «Cómprate un piso». Para nosotros, era lo más fácil.

—¿Por qué no insistió con el fútbol, ya que es entrenador?

—Puedo aportar muchas cosas. Hay tantas por inventar y descubrir, que no podemos ni imaginarlo. Lo viví desde todas las facetas. Profundicé. He visto cosas que no me gustaban. A veces es un círculo cerrado en el que cuesta entrar, en el que no dejan entrar. Las oportunidades no están para todo el mundo. Se cierran muchas puertas.

—¿Entonces por qué no lo deja?

—Lo sigo disfrutando igual. Uso mi día según lo que siento en cada momento. Disfrutar de la vida es disfrutar eso. Me apasiona ver el fútbol en la televisión y los entrenamientos al más bajo nivel, la formación de niños. Y estudiar el fútbol en casa, para mejorar. Estuve cuatro años estudiando el espacio y el tiempo. Estamos tan, tan lejos de entender el juego...

—¿Por qué?

—El fútbol es el deporte rey, centra las miradas del mundo entero. Todos quieren captar sus claves. Pero lo han reducido demasiado (es más rico de lo que dicen los libros y los entrenadores) y lo han definido mal (abarca mucho más). Como cuando me decían: «No hay espacios». Y yo: «Hay muchos más, pero reducidos». Hay que inventar cosas sobre el fútbol. Todo el mundo teme decir esto por si piensan de uno que no sabe de fútbol. Inventar es descubrir. Hay cientos de preguntas a las que no encontramos respuesta... y cientos que aún ni nos hemos planteado.

—Pero evolucionó mucho.

—En el aspecto técnico, habilidades, dominio de aspectos del juego. Hacia ahí. Pero no en el concepto global, en descubrir el juego. Hay futbolistas que entienden el juego, pero como entrenadores, no. Maradona, por ejemplo. Auténticos fenómenos que son incapaces de desglosar y razonar lo que hacían en el campo.

—¿Llegaremos a ver esa evolución?

—Sin duda. Cuando tienes algo fresco y nuevo, te conviertes en un referente. Te van a copiar, pero siempre irás por delante. El problema está en la ignorancia. Cuanto más conocimiento posees, más talento tienes y más rápido reaccionas, con mayor eficiencia.

—¿Recuerda su inicio en Carreira?

—Siempre disfruté con una pelota: jugando, en el recreo, a balonazos. Siempre fue una pasión. Sigo teniéndola porque mantengo la inquietud. Nunca me voy a rendir. Quiero sentir y hacer cosas por el fútbol. Ser presidente de un club pequeño. No hace falta un sueldo. Puedo estar vinculado al fútbol en mi cabeza para siempre. A lo mejor no vuelvo a estar vinculado en un club. Cuando tengo energía soy feliz.

—Jugó en el Superdépor de los primeros títulos, el gran Compos, el Ourense...

—Viví experiencias dispares, pero de quien más aprendí fue de Bebeto, la persona más importante en la historia del Dépor. Hubo momentos trascendentes. Aportó. Cambió la manera de pensar de mucha gente, a nuestro nivel. A Arsenio y a muchos más. No teníamos esa mentalidad. Demostró que se podía ir al Bernabéu a jugar bien contra el Madrid y ganar, que el balón es el protagonista y se puede vencer a cualquiera. Media hora antes decía: «Vamos a tocar balón y ganar». Yo pensaba: «Está loco». Como jugador tenía casi miedo a enfrentarme a ciertos rivales. Gracias a Bebeto, como entrenador ya no lo tuve. «Nosotros, más y mejor», le decía al equipo, a los jugadores. Intenté trasladar esa mentalidad. Ellos alucinaban, muchas veces.

—¿Haber sido futbolista profesional de alto nivel es caldo de cultivo para las nuevas generaciones familiares?

—Hay demasiados factores: el carácter, la personalidad, el ambiente, los entrenadores... a veces es contraproducente. Depende de cada uno. Nunca fui a ver jugar a mi hijo cuando era pequeño, porque él no quería.

—¿Le costó dejar su etapa como jugador?

—Ningún futbolista está preparado para dejar el fútbol. Todos los hábitos, las rutinas... eso, de repente, no existe. Te cambia todo, incluso el carácter, para mal. Hacer deporte diariamente con una alta exigencia te calma, y cuando te retiras, hay que canalizar toda esa energía. Ganas peso y eso también cambia tu carácter. Yo, para que no fuese todo tan brusco, me dije: «Tengo que seguir haciendo lo mismo». Y, poco a poco, sumar otras actividades. Ni te imaginas lo necesario que fue para la salud mental. Durante los dos primeros años tenía mono de fútbol, quería jugar. Ahora, no. Disfruto más viéndolo. Me cambió la mentalidad, porque lo fui canalizando todo.

en cOrto

Uno siente curiosidad por conocer por qué derroteros llega el ocio a la mente de una persona como José Ramón. Después del intenso intercambio de ideas, el hecho de que haya sido futbolista ya no es un condicionante.

—Usted ve cine, seguro.

—Sí, mucho, pero del clásico. El de ahora no me atrae tanto. Veo películas en función del estado de ánimo. Un día digo, voy a ver El golpe. O Con faldas y a lo loco. O El apartamento...

—¿Escucha música?

—Dylan es lo que más me gusta en el mundo. Me compré todos los discos que vendía La Voz en sus promociones. También escucho a Van Morrison, Springsteen, Cohen, los Rolling...

—¿A dónde le queda por viajar?

—Me gustaría ir al Gran Cañón y a la India.

—¿Cocina?

—No me gusta, no me atrae en absoluto.

—¿Pero le gusta comer?

—Intento cuidarme al comer, aunque desde que dejé el fútbol no me privo de nada. Me gusta, sobre todo, el dulce. Pero si te digo la verdad, me vuelven loco los huevos fritos con patatas, y mojar un buen pan en la yema. Me podría comer tres o cuatro huevos y no me llegarían a nada.

—Se me estropea la lavadora. ¿Le llamo para que me la arregle?

—¡No! ¡no! Imposible. Soy un desastre con las tareas manuales. Será mucho mejor si te llevo una nueva.