Exjugador del Deportivo y vinculado a la King's League, sostiene que es complicado llegar a una buena información y fomenta un estilo de vida saludable a través de sus redes sociales
10 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Constancia y esfuerzo. Ibai Gómez (Bilbao, 1989) visibilizó la salud mental en el fútbol cuando todavía era un tabú. Superado —no sin esfuerzo— su bache, el exjugador del Deportivo, Athletic y Alavés, entre otros, dejó el fútbol a un lado y, ahora, emprende un camino de concienciación sobre la alimentación y el estilo de vida saludable.
—Muchos futbolistas después de su retirada llevan una vida tranquila. No es su caso.
—Diría que tengo bastante menos tiempo que antes. No me lo esperaba. Tengo menos tiempo, pero cuando tomé la decisión (y uno de los puntos que me llevó a tomarla), era porque tenía muchas otras incertidumbres, muchas otras cosas que hacer. Sabía que no iba a tener tiempo muerto.
—¿En qué momento usted se sienta y dice, voy a retirarme?
—Es complicado. Llevo jugando al fútbol desde los tres años y medio. Ha sido mi hobbie toda mi vida y, afortunadamente, he podido disfrutar de mi afición. Siempre tuve claro que, cuando perdiese la ilusión, sería el momento de dar un paso al lado. Pero es complicado, porque es a lo que estaba acostumbrado, te entra miedo de lo que podrá venir... Es una incertidumbre. Me marché de Lezama porque no se contaba conmigo y porque estuve un tiempo yendo a entrenar sin ganas... ¡Con lo que yo soy! La cabeza se pone a pensar y entras en un bucle de estrés. Aunque me llamaron clubes, solo veía la parte negativa de las posibilidades que me daban. Me di cuenta de que había perdido la ilusión. Hasta que me llegó la posibilidad de ir a Irán. Me llamó la atención y me volví a ilusionar.
—Y luego llegó el Deportivo.
—En verano me encontraba bien, tenía ganas de volver. Contacté con el club porque me atraía su proyecto. De primeras sentí el cariño y las ganas de ficharme por parte de la dirección deportiva como del entrenador. Y eso fue clave. Me quería involucrar al 200 %, pero no salió como esperaba. Se complicó el poder aportar, mi mujer, que estaba embarazada, se quedó en Bilbao con mis hijos... Además, con el cambio de entrenador sentí que no iba a tener oportunidades. Me dejó fuera de una convocatoria y me fui a casa y, cuando llegó el momento de volver, me di cuenta de que no quería. Llamé al Dépor para comunicarles mi decisión. Creía que era el momento y, visto con perspectiva, ha sido una decisión acertada. Psicológicamente estoy muy tranquilo. Me fui muy en paz. Ahora transmito más positividad en mi entorno que antes.
—Dice que está en paz. ¿Sentía presión?
—Llegó un momento en el que no disfrutaba. Participé poco y no me podía permitir no transmitir ilusión a la afición.
—Ha seguido el paso natural y se prepara para ser entrenador. ¿Cuándo le veremos en los banquillos?
—Mi idea es el año que viene. Estoy trabajando mucho, estudiando inglés por si me tengo que ir fuera... He tenido alguna conversación con varios clubes que están interesados. Tengo muchas ganas y me veo muy capaz. Tengo ilusión, experiencia y conocimientos.
—Ha tenido como técnicos a Bielsa o Caparrós. Tendrá un libro de apuntes y consejos.
—He sido un afortunado, he tenido a muchísimos entrenadores. Desde que empecé me he apuntado todas las cosas positivas de cada entrenador. Ser técnico engloba muchos conceptos: cómo trasladar los mensajes, las lecturas, cómo gestionas las emociones... Si hablamos de conceptos ofensivos, me quedo con Marcelo Bielsa; si hablamos más a nivel global, el mejor que he tenido ha sido Ernesto Valverde; y en la gestión de emociones en momentos complicados, me acuerdo mucho de El Pitu. Además, en mi casa se respira fútbol de toda la vida. También tengo mi esencia.
—Ahora que lo ve con perspectiva, ¿le ha decepcionado el mundo del fútbol?
—No, el fútbol me lo ha dado todo desde muy pequeño. Va de vivir experiencias. He tenido unas buenas y otras no tan buenas. No quiero hablar de malas. Las menos buenas son de las que más he aprendido. Sí que es cierto que es un mundo en el que los éxitos y los momentos muy buenos son muy efímeros. Antes era muy tabú el tema de los momentos psicológicos complicados. No es fácil identificar cuando estás en ese momento, pero muchas veces es el miedo a dar el paso. A mí me ha pasado y, con el tiempo, me he dado cuenta de que es mejor tener un apoyo de profesionales.
—¿En qué momento su cabeza hizo clic y decidió pedir ayuda?
—Aunque no soy una persona rencorosa, hablaría de pasado un tempo en mi segunda etapa en el Athletic. Los sentimientos se transmiten, y no fue fácil para mi familia. Si vuelves de entrenar o de un partido con una energía negativa, la gente que te quiere lo siente y lo vive igual. Fueron complicados porque mi pérdida de ilusión también la sentían como suya.
—¿Cómo trabajó la mente para superarlo?
—La clave de todo es que la cabeza funcione, en todos los ámbitos de la vida. Cuando está bien, uno está con confianza en lo que hace, siente que hace las cosas como debe. Es clave sentir que te vas con la conciencia tranquila cada noche. Así como ir de cara con la gente y transmitir tus sentimientos. A veces piensas que la culpa la tienen otros, y muchos hemos tenido problemas que no somos capaces de afrontar y hablar con total naturalidad. Siempre con respeto, claro.
—Aunque se retiró, le hemos visto en la King's League… y marcando un golazo. ¿Fútbol o espectáculo?
—Se ha dejado claro que hay un concepto que es el fútbol y que, dentro de eso, hay otras cosas que se ha visto que son compatibles: el show, la transparencia (escuchas a los árbitros hablar, por ejemplo)... Hoy en día los chavales consumen mucho este tipo de contenido y el éxito que ha tenido no es casualidad. Siempre nos metemos en comparaciones... pero la King's League ha tenido un éxito asombroso y los que lo llevan han demostrado que son gente inteligente, con mucha repercusión. Puede ser compatible con otro tipo de formato. Cuando me llamaron para participar no tenía ni idea de lo que era Twitch, y no me esperaba que fuese a tener esta repercusión. En el primer partido metí un gol y al salir vi que era trending topic y dije «¿pero esto qué es?». Luego vas conociendo ese mundo y te das cuenta... Ahora voy por la calle y niños que no me han visto jugar en Primera División me animan. Madre mía, he dejado el fútbol profesional y ahora vuelvo a tener una repercusión de la virgen por esto. Es algo inesperado. Es muy divertido, dinámico.
—Hablemos de la alimentación. Cambió la suya a raíz de las lesiones.
—Antes de marchar al Alavés sufrí una serie de lesiones. Siempre me he cuidado, pero con la información que tenía. Yo creía que me cuidaba, como le pasa a mucha gente. Es complicado llegar a una información buena. Empecé a cambiar y, después, conocí a Marcos Llorente, que tiene un conocimiento brutal de estilo de vida. Aprendí muchísimo. No me gusta hablar de dieta, porque un estilo de vida saludable es mucho más importante que llevar una dieta. Un estilo de vida saludable se basa en que tu reloj interno esté en hora. ¿Cómo se consigue? Exponiéndote muy poco a la luz artificial para que no te confunda, exponiéndote a la luz solar para que tu organismo funcione bien, y una alimentación con pocas comidas diarias pero sin fijarte en la calidad. Me alimento a base de alimentos que crecen en cada momento del año y en el lugar en el que estoy. No como lo mismo en Bilbao que en Gran Canaria, ni en invierno o verano. Soy muy friki (ríe).
—¿Lo sigue todos los días a rajatabla?
—Sí, claro. Tenemos integrada una rutina diaria muy clara, pero asumimos que vivimos en un entorno en el que hay momentos en los que si sales a cenar con gente y te apetece comer pan o un postre, lo comes. Con la tranquilidad de saber que, en tu rutina diaria, estás haciendo las cosas bien. Por un día o dos, o incluso una etapa, no pasa nada.
—Últimamente transmite todos sus conocimientos en esta materia a través de Instagram.
—Es en lo que confío, y dentro de poco empezaré en otras plataformas. Transmito lo que a mí me ha funcionado en estos siete años. Noto los cambios día a día en mi energía, y en la mi familia también. Lo único que quiero es transmitir a la gente estos conocimientos y que prueben. Cada uno que pueda comprobar, siempre que sea posible en su ámbito. Uno tiene la información y va dando pasos. Yo no lo hice en dos meses. Todo es un proceso y se disfruta mucho.
—¿Cuál es la filosofía de vida de Ibai Gómez?
—Hay un concepto muy claro: la gente ha dejado de dar prioridad a la salud. Creo que es cierto que el sistema te lleva a ello, aunque suene duro. Te lleva con un estrés brutal, te da información errónea... Mi prioridad en la vida es tener salud porque, por mucho dinero que tengas o por muchas cosas que hagas, si no tienes salud no vas a poder disfrutarlas.
En corto
Ibai vive con una maleta muy cerca. De un lado para otro por trabajo y ocio, pronto emprenderá uno de los viajes más especiales.
—Una película.
—Un ciudadano ejemplar.
—Una comida. Esta será fácil.
—Huevos rotos con jamón. Pero con boniato en vez de patatas.
—¿Qué música escucha?
—Depende del momento del día. Varío mucho. En el coche pongo música que pueda cantar, por las mañanas una más animada, por la noche una tranquila... No tengo un estilo fijo, voy más por momentos.
—Una afición que no sea el fútbol.
—El tenis.
—Un lugar que le quede por viajar.
—Es una de las cosas que echo mucho de menos desde que soy padre, porque nos movemos menos. Con los niños es más complicado y no tengo la paciencia para hacer viajes largos con ellos. Me gustaría conocer Australia, muchas zonas de Estados Unidos, Japón... Tengo muchos pendientes. Me gustaría hacer un safari, eso lo tengo claro. Tengo programado un viaje que no sabe nadie. Dentro de poco me voy a ir a conocer la tribu de los Hadza, una de las pocas cazadoras-recolectoras que quedan en el mundo.
—Su mayor éxito en la vida.
—Sentir que dejo huella como persona.
—Un consejo que le haya marcado.
—Ser constante en lo que creas que estás haciendo bien.
—Defínase en tres palabras.
—Trabajador, metódico y constante.