Goleada engañosa del Atlético en un partido loco en el Zorrilla (2-5)

Amador Gómez COLPISA

DEPORTES

R. GARCÍA | EFE

El valiente Valladolid mereció al menos el empate en una segunda parte en la que remató dos veces al palo y ejerció un dominio sorprendente

30 abr 2023 . Actualizado a las 23:28 h.

No cede en su pelea por el subcampeonato el Atlético de Madrid, aunque empañó su buena primera parte en el José Zorrilla con una pésima segunda mitad y sufrió ante un valiente Valladolid para asegurarse una victoria engañosa por la que no dejó de luchar el conjunto pucelano tras el descanso, con dos remates al palo y un dominio sorprendente, salpicado de buen fútbol local e insistencia en ataque.

Solo le faltó al Valladolid para acariciar al menos el empate efectividad, la que tuvo el Atlético, además de en el tramo final, en un primer tiempo en el que, con fútbol y contundencia, endosó tres goles a un rival que continúa amenazado por el descenso, a solo cuatro puntos. Sin embargo, con actuaciones como la que tuvo en el segundo tiempo el Valladolid no debería tener problemas para garantizarse la permanencia.

En un partido loco en el que el Valladolid no tuvo suerte, le dio un repaso el conjunto pucelano después del descanso al encogido y timorato Atlético, sobrepasado por la ambición, intensidad y gran juego de los blanquivioletas, a quienes el lateral suplente Sergio Escudero relanzó con un segundo gol y no dejó de generar peligro, con los locales siempre lanzados al ataque. Hasta la desgraciada acción que acabó en el minuto 86 con un gol en propia puerta de Joaquín que sentenció el choque, el equipo de Diego Pablo Simeone no dejó de sufrir, encerrado en su área y multiplicado en defensa para intentar sobrevivir después de creer que tenía asegurado el triunfo.

Parece que no se esperaba el Atlético la fantástica respuesta del incansable Valladolid, que pese a tener hasta dos goles de desventaja, hizo méritos, como mínimo, para empatar, hasta que le sepultó la jugada del cuarto gol visitante tras tanto remar y hacer soñar a su afición con una proeza. Lo consiguió con el 2-3 y con un par de remates a la cruceta, pero en la recta final el Valladolid encajó otras dos dianas, la última de ellas de Memphis Depay en el descuento.

Todo lo bueno que hizo el Atlético en los primeros 45 minutos, al ritmo de Antoine Griezmann, que volvió a exhibir talento y dio dos asistencias, a Giménez y Morata, estuvo cerca de echarlo por tierra en la segunda parte. En ese primer período el conjunto rojiblanco estuvo autoritario y fue muy superior a un Valladolid al que le condenaron dos graves errores en cinco minutos para verse antes de la media hora con 0-2 en contra y solamente pudo recortar distancias antes del intermedio con un penalti de Mario Hermoso por un codazo a Gonzalo Plata al filo del descanso. Sin embargo, el encuentro cambió por completo en la segunda parte, en la que el Atlético rozó el ridículo y el Valladolid, siempre con ímpetu y atrevido, no tuvo a la fortuna como aliada.

Pegó un preocupante bajón el Atlético tras el descanso mientras creció el Valladolid y se arriesgaron los colchoneros a un segundo gol local que evitó el palo en el minuto 63 y seguidamente la posición incorrecta de Hongla, lo que obligó a Simeone a fortalecer su medio campo para intentar equilibrar el choque en esa segunda mitad. Fiel a su estilo, se echó el Atlético atrás con una ventaja tan considerable y dejó todo el peso del partido al Valladolid, obligado a remar desde muy pronto a remolque por la eficacia colchonera en ataque.

En el primer gol Nauhel Molina, que tras proclamarse campeón del mundo con Argentina sí es ahora determinante con el Atlético, rompió el fuera de juego del Valladolid tras un pase en largo de José María Giménez y, tras un gran control definió ante Masip, cuya mala salida poco después ante una falta se comió el cabezazo del uruguayo. En sus dos primeros remates a puerta el Atlético marcó dos goles y rebajó la intensidad del conjunto pucelano, que no dejó de buscar a su goleador, el canadiense Cyle Larin, aunque el Valladolid no encontró portería hasta que su tan rentable fichaje de invierno marcó, de penalti, su séptimo gol en la Liga y abrió el camino de la esperanza que su equipo alimentaria con una magnífica respuesta en la segunda parte.