Médico y bicampeón mundial de duatlón, participa en dos congresos en Galicia
12 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Una vida dedicada al deporte y a la salud. Matthew Brick (Auckland, 1962), ha conseguido unir ambas cosas siendo un reconocido cirujano artroscópico de cadera, rodilla y hombro, y a la vez, seguir marcando hitos en el triatlón, además de haber logrado dos veces ser campeón del mundo de duatlón. Acudió a Galicia para participar en los congresos de la Asociación Española de Artroscopia y de la Sociedad Española de la Rodilla
—Ha sabido aunar sus dos pasiones, el deporte y la medicina. ¿Cómo llegó a ese punto?
—Desde que era pequeño fui muy competitivo. Entré en la facultad de Medicina como si fuera una competición. Cuando acabé la carrera descubrí que no tenía ninguna razón personal para continuar en eso. La había elegido por imitación de mi hermano mayor, que me saca diez años. En aquella época empecé a hacer deporte por accidente, y noté que se me daba bien el triatlón. En 18 meses era internacional. De repente, me di cuenta de que tenía una nueva profesión, que realmente me gustaba y, durante cinco años, fui deportista profesional. Pensé que nunca más volvería a la medicina. Una lesión en el talón de Aquiles me obligó a parar. Dos de mis patrocinadores me ofrecieron trabajo en la industria pero, uno era en Estados Unidos y otro en Finlandia, y yo quería estar en Nueva Zelanda, así que me plantee retomar la posibilidad de unir las dos facetas, la del deporte y la de la medicina. Las dos opciones que me planteaba eran hacer medicina del deporte o cirugía ortopédica. Pasé un tiempo con especialistas de las dos áreas y observé que el médico del deporte, que era muy bueno, cada uno o dos pacientes, remitía un caso al traumatólogo. Me considero un obseso del control. No podía tolerar perder el seguimiento de mis pacientes, así que me derivé a la traumatología. Empecé mi preparación en cirugía ortopédica, y me prometí que, si no me gustaba mucho, no tendría ese falso sentido de orgullo para mantenerme ahí a pesar de todo, pero desde que lo probé me enamoré y ahí seguí.
—No hay mejor manera de saber lo que puede sentir un atleta que si uno ha pasado por eso.
—He pasado por casi todas las operaciones que suelo hacer. Les puedo hablar de primera mano de lo que va a ocurrirles y de lo que van a sentir.
—¿Cómo influye la cabeza en competiciones de resistencia?
—Hay mucha diferencia entre tener 60 años o 25. Hace dos logré el récord en el ironman de Nueva Zelanda en mi rango de edad, con lo que me clasifiqué para el próximo de Hawái. Pero tengo que aceptar que mi cuerpo ya no es el de antes, que tengo más lesiones, que necesito más descanso. Manejo una base de datos de los resultados de mis pacientes, igual que recojo los míos. Distancia, tiempo, posición en la que quedó. Empecé a hacer lo mismo con los resultados de mis operaciones.
—¿Cuando empezó a hacer ese registro?
—En el 2008.
—¿Y cuál era el objetivo?
—Me sirve para analizar, para explicarle al paciente los resultados que puede tener en su lesión. Empecé a valorar los datos que tenía sobre la inestabilidad en la cadera, más frecuente en mujeres por la laxitud articular, y me encontré que las que estaban obesas tenían resultados mucho peores. Eso hizo que cambiase lo que recomiendo a ese tipo de pacientes. Sé que si las opero, el resultado será peor, y les recomiendo que no lo hagan.
—¿Además de la medicina es muy aficionado a la música?
—Cuando tenía 15 años vivía en una ciudad en la que hacía muy mal tiempo, y durante el invierno no tenía nada que hacer, así que decidimos formar una banda. En el colegio estaba siempre haciendo ritmos, así que me tocó la batería.
—¿Cómo se prepara para el ironman de Hawái?
—Me entreno cinco días a la semana. Empiezo la consulta a las 9.30 horas y me levanto a las 5.30. Hago un par de días de carrera, los miércoles voy a nadar antes del quirófano, y el fin de semana, es el tiempo más duro de preparación. La única razón por la que puedo hacerlo es porque mi mujer Tracey me echa una mano en la consulta con el seguimiento de los pacientes. En el bajo de mi casa tengo un gimnasio, y los domingos por la tarde vienen deportistas de todas partes para entrenar core y fuerza. Solo hay dos reglas, hacen lo que yo digo y no pueden quejarse.