Bilbao es el escenario de la crono inicial
30 jun 2023 . Actualizado a las 20:55 h.Todos los caminos del ciclismo mundial se cruzan mañana en Bilbao, salida y meta de la primera etapa del Tour. Sobre una postal, azul y verde, de 182 kilómetros, Vizcaya sirve de campo de batalla para que Jonas Vingegaard defienda el título logrado hace un año y para que Tadej Pogacar reclame la corona que perdió la pasada edición. El fondista danés y el polivalente esloveno son dos prodigios. Pero, pese a que parecen volar solos, tendrán la oposición que puedan presentar Simon Yates, Ben O'Connor, Jai Hindley, Richard Carapaz, David Gaudu, Enric Mas, el joven Mattias Skjelmose y la baza local, Mikel Landa.
El Tour, que es un teatro a tamaño natural, asiste desde la salida junto al estadio de San Mamés (12.30 horas, Eurosport) al cruce de sables inicial de los candidatos al podio de París. De Bilbao, de la meta en el Parque Etxebarria, saldrá sobre las 17.20 horas el primer líder de este Tour que va a repartir las mejores postales de Euskadi por todo el planeta. Es una fecha histórica para Bilbao y Vizcaya, como lo fue el paso del Tour por Vitoria en 1977, con victoria de un corredor del equipo KAS, José Nazabal, y como resultó la Gran Salida desde San Sebastián en 1992, cuando Miguel Induráin, vestido de amarillo, ganó en el prólogo.
Vizcaya quiere asombrar ahora al Tour. Los diseñadores del trazado del Grand Depart se han empeñado en ser fieles a la geografía y al ciclismo local. Tenía que ser un inicio montañoso. Lo es. La de Bilbao es la etapa inicial más dura en los 120 años de vida de la ronda francesa. Más de 3.200 metros de desnivel acumulado. Eso sí, sin grandes puertos. Sube y baja sobre el perfil de una sierra que va cortando el riego en las piernas.
El tramo final, con las ascensiones a Morga (4.ª categoría), el Vivero (2.ª) y el kilómetro vertical de Pike Bidea (3.ª), pasará revista a todos los que en el punto de partida se sienten con talla para reclamar un lugar en el cajón de los Campos Elíseos, meta final el 23 de julio.
Un puesto entre leyendas
Vingegaard es un especialista en vueltas. Ha encadenado triunfos en rondas menores hasta llegar en el punto de forma que quería. Con 24 días de competición, cuatro más de Pogacar. El esloveno es otra cosa. Vale para todo. Su triunfo en el Tour de Flandes le eleva al techo de este deporte. Puede competir contra todos en cualquier lugar. Su talento le da para discutir ante quien sea un puesto entre las leyendas.
Trae a Bilbao un lastre, la rotura de muñeca que le tuvo inactivo entre el 23 de abril y el 22 de junio. Suplió las carreras por sesiones de rodillo, escaleras y natación. Ganó algo de grasa, pero, según dice, ya se ha librado de esa carga. «Estoy en mi peso, con el que he logrado mi mejor rendimiento», asegura, aunque aún no ha recuperado la movilidad total en la bisagra del antebrazo. Pike Bidea, hoy, y Jaizkibel, mañana, calibrarán su nivel real.
La etapa que mostrará Vizcaya al mundo no es solo para los aspirantes al podio. Tiene formato de clásica. Y cuando tiras del hilo de esa palabra aparecen de inmediato dorsales como los de Alaphilippe, Mathieu van der Poel y Wout van Aert. Hay más: Ciccone, Woods, Girmay, Cosnefroy, Laporte, Madouas, Cort Nielsen... A esa lista, motivados por estar en casa, se suman Alex Aranburu, Ion Izagirre, Omar Fraile y, sobre todo, Pello Bilbao, que corre en su jardín y que ya le ganó a Alaphilippe en una mano a mano durante la Itzulia 2022. El ciclista de Forua podría disputar esta etapa con una venda en los ojos. Pisa su coto.
Salida en San Mamés
La jornada, histórica para el ciclismo vasco, le hará varios guiños a la memoria. Partirá desde San Mamés, la Catedral del fútbol. Un pionero de origen irlandés, Roger Moser y Peake, impulsó en 1904 de la Sociedad Ciclista Bilbaína y, tras jugar en el Athletic, fue el personaje clave en la creación en 1924 del equipo ciclista de la entidad rojiblanca. Duró poco, hasta 1929. Pero colaboró en el crecimiento de este deporte. El color amarillo invadirá Vizcaya.