Vingegaard y Pogacar se juegan el Tour en una crono y dos etapas de montaña

Joseba Lezeta COLPISA

DEPORTES

El danés y el esloveno, a punto de cruzar la meta en una de las etapas del Tour.
El danés y el esloveno, a punto de cruzar la meta en una de las etapas del Tour. MARTIN DIVISEK | EFE

La ronda gala encara su última semana con tan solo diez segundos de diferencia entre el danés y el esloveno

17 jul 2023 . Actualizado a las 18:57 h.

Catorce segundos separaban a Jonas Vingegaard de Tadej Pogacar el primer día de descanso en Clermont-Ferrand. Un suspiro. Los dos se habían dejado ver en las etapas vascas, en el Marie Blanque, en el Tourmalet y en el Puy-de-Dôme. Todo en el aire. Una semana después, con buena parte de las etapas alpinas cubiertas y con el Joux Plane coronado, la diferencia es todavía menor: diez segundos. Una nimiedad.

La renta de diez segundos figura entre las más cortas obtenidas por un líder del Tour de Francia a estas alturas de la carrera. Sin embargo, no es la más pequeña de las veinticuatro últimas ediciones, las disputadas a partir del 2000. Tal honor le corresponde a los siete segundos que mantenía Frank Schleck sobre Bernhard Kohl en la edición del 2008, hace 15 años. Curiosamente, no ganó ninguno de los dos. El luxemburgués cayó hasta la quinta plaza en la clasificación general. El alemán del Gerolsteiner, si bien subió al podio en los Campos Elíseos, fue descalificado por dopaje.

Dada la igualdad observada entre Vingegaard y Pogacar, resulta complicado pronosticar qué puede suceder en las seis etapas que le restan al presente Tour. Tres de ellas se presumen fundamentales para aumentar la renta del danés, para recortarla o para que el esloveno dé un vuelco a la clasificación general.

Resultaría curioso que una de las ediciones más montañosas de la historia quedara vista para sentencia este martes en su única contrarreloj, de 22.4 kilómetros entre Passy y Combloux. El propio Christian Prudhomme, director general del Tour, anuncia que «favorece a los escaladores que se defienden bien en la lucha contra las manecillas del reloj». Desde ese punto de vista no beneficia ni a Pogacar ni a Vingegaard, porque ambos contrarrelojean bien y son los mejores cuando la carretera se eleva.

La Côte de Domancy, cuya cima se encuentra a tres kilómetros y medio de la llegada, está unida para siempre al Mundial de Sallanches de 1980, ganado en solitario por Bernard Hinault bajo el frío y la lluvia. Superaron casi 6.000 metros de desnivel. Para muchos es el más duro de la historia. La plata fue para Baronchelli y el bronce se lo colgó Juan Fernández. Acabaron... quince corredores. Sí, quince.

Dos segundos para Pogacar

Los resultados de las contrarreloj del Tour en las que se han enfrentado corroboran la igualdad entre Vingegaard y Pogacar. La diferencia entre ambos en las cuatro disputadas los dos últimos años ha sido de tan solo dos segundos a favor del esloveno. En el  2022, Pogacar aventajó en ocho a Vingegaard sobre los 13,2 kilómetros de Copenhague. La diferencia fue la misma, pero a favor del danés, en los 40,7 de Rocamadour. En el 2021, el ciclista de UAE sacó 27 en los 27,2 kilómetros de Laval al de Jumbo, que le restó 25 en los 30,8 camino de Saint-Émilion.

El miércoles volverán la alta montaña y los Alpes con un puerto de segunda categoría (Longefoy), dos de primera (Saisies y Cormet de Roselend) y uno fuera de categoría (Loze), desde cuya cumbre situada a 2.304 metros de altitud restarán seis y medio hasta la línea de meta en Courchevel.

El Col de la Loze es una eterna ascensión de 28,1 kilómetros de longitud y una pendiente media del 6 % que no baja del 9 % en los cinco últimos. Dentro de ese tramo, cerca ya de la cumbre, tiene rampas del 24 %. Culminado el descenso, la cuesta hacia el altipuerto de Courchevel es pronunciada, con porcentajes del 18 % en uno de los muros.

Presenta terreno de sobra para atacar. Ahora bien, el resultado de la crono establecerá quién debe lanzarse a la ofensiva y quién defender. También añadirá o restará valor a las bonificaciones a repartir hasta el domingo.

Tanto la contrarreloj como la última jornada alpina menguarán unas fuerzas que el sábado volverá a poner a prueba la penúltima etapa, una sucesión de altos en los Vosgos. El Ballon de Alsacia (11,5 kilómetros al 5,2 %) y el Petit Ballon (9,3 km. al 8,1 %), que no tiene nada de pequeño, llegaron al Tour de Francia hace muchos años.

El Col de Platzerwasel (7,1 km. al 8,4 %) tiene menos nombre pero tanta o más pendiente que los anteriores. La sucesión de esfuerzos pasará factura. Los organizadores de la ronda gala sueñan seguramente con un duelo Vingegaard-Pogacar en esa ascensión. Sería el punto culminante de una edición hasta el momento apasionante, con dos corredores muy superiores al resto que han convertido cada ascensión en un mano a mano.