Cuando hablamos de un problema que afecta a la salud mental de una persona, todavía en la actualidad sigue siendo un estigma que se trata de ocultar por considerarse algo vergonzoso, propio de personas débiles o que están «locas». Si eso le sucede a un deportista profesional como en el caso actual de Ricky Rubio aún cobra mayor relevancia, con lo cual aumenta la presión del deportista ya que incluso en numerosas ocasiones es criticado al interpretarse como un síntoma de poca profesionalidad.
Aplicar la psicología en el deporte todavía es un tabú para muchos deportistas y especialmente para los entrenadores, aunque cada vez menos afortunadamente. Pero un deportista por muy profesional que sea, en primer lugar es persona y luego deportista. Generalmente sufren problemas de salud mental los deportistas que son muy comprometidos y que no saben nunca decir no, porque son poco asertivos. Renunciar a la Selección y a un Mundial es algo muy duro para un jugador tan comprometido como Ricky Rubio, con lo cual haber tomado esta decisión significa que ya no puede más.
Los deportistas profesionales generalmente están acostumbrados a convivir con la presión y desarrollan mecanismos para hacer frente a las situaciones problemáticas de su deporte, pero cuando aparece algo a mayores (asunto familiar grave, pérdida de un ser querido, ruptura de pareja, lesión grave, pérdida de la titularidad, problemas con la renovación, retirada prematura, etc.) es la gota que colma el vaso, que puede originar un desequilibrio psicológico.
Datos del 2019 confirman que en la NBA, más del 40% de los jugadores sufrieron algún episodio de ansiedad y depresión. Un estudio más reciente (2021) llevado a cabo con deportistas de alto rendimiento, indican que el 32% sufrieron ansiedad y depresión leve, el 26% ansiedad y depresión grave, un 40% trastornos alimentarios (anorexia, bulimia) y un 7% pensaron en suicidarse. En deportistas profesionales retirados, un 69% tuvieron problemas con el alcohol y/o drogas y un 63%, problemas psicológicos varios.
Si un deportista profesional sufre un problema físico, inmediatamente le van a tratar su lesión varios especialistas (médico, fisioterapeuta, recuperador, preparador físico, etc.) pero si la mente del deportista se lesiona, en muchos casos no es tratado por ningún especialista (psicólogo, psiquiatra) y le suelen aplicar los tópicos mensajes clásicos como «es una mala racha, no te preocupes que ya se te pasará», que originan aún una mayor zozobra en el deportista porque ve que nadie le comprende ni le atiende, ni tampoco sabe exactamente lo que le está pasando, simplemente nota que está nervioso, decaído, ansioso, muy estresado, con insomnio, que le cuesta salir de casa, etc.
El tipo de personalidad del deportista y su experiencia van a influir en su respuesta ante las situaciones negativas, pero no todos tienen recursos personales y el suficiente apoyo social para poder superarlas por si solos sin ayuda de un profesional. En general, no se le proporcionan a los deportistas las herramientas psicológicas adecuadas para hacer frente a los constantes exámenes semanales que tienen como factor diferencial respecto a las personas anónimas, que ellos son juzgados públicamente y son los deportistas los que en solitario, casi siempre, lidian como pueden con esa evaluación continua, con esa constante exposición a los medios, que resulta un elemento muy estresante.
En muchos casos, va a afectar a su salud mental por no saber cómo manejar sus emociones, sus pensamientos, sus sentimientos, la pérdida de autoconfianza y autoestima, las críticas, la frustración, el estrés y la ansiedad. El deportista de élite debe desarrollar habilidades psicológicas y aprender a desconectar del deporte para que su mente descanse, siendo este un objetivo fundamental para proteger su salud mental y su rendimiento deportivo.
Incluso cuando han conseguido un éxito deportivo importante, que en principio genera felicidad, las expectativas a partir de ese éxito van a ser todavía más altas tanto por parte de los demás como incluso por el propio deportista. Desde la iniciación a cualquier disciplina deportiva hay que cuidar ya la salud mental de los deportistas con una doble finalidad: prevenir muchas de estas situaciones patológicas (no hay que esperar a que aparezcan) y romper el tabú de que ir al psicólogo no es tan natural como ir al médico o al fisioterapeuta si tienen un esguince de tobillo.
Si un entrenador observa cambios de conducta importantes en un deportista, que se mantienen durante un tiempo, debería remitirle a un psicólogo, porque le está diciendo que algo le está pasando. Desde el colegio los niños deberían tener una asignatura de educación emocional básica, que les ayudaría a comprender y a entrenar su mente. Lo único positivo de estas situaciones es que deportistas profesionales salgan a la palestra y públicamente admitan que tienen un problema de salud mental, porque ayudan muchísimo a la aceptación de un tema tan importante como la salud mental para que deje de ser un tabú.
José Velo Gantes es profesor titular de Psicología en la Escuela Gallega de Entrenadores de Fútbol