Como ya dijo el sabio de Arteixo, el orden y el talento es lo mas importante para que un equipo triunfe en el fútbol. Y si todo eso lo rodeamos de la mejor manera posible, las palabras del gran Arsenio cobran mayor importancia con el paso de los años.
Entre el martes y el miércoles se deciden las finalistas del mundial de fútbol femenino de Australia y Nueva Zelanda. Y a esas semifinales llegan las cuatro mejores selecciones a nivel táctico de esta cita mundialista con la única ausencia de la gran Japón de Futoshi Ikeda, una selección de autor que deleitó con su fútbol de ataque, orden defensivo y talento de sus futbolistas.
Suecia, Inglaterra, Australia y España destacan por disponer de grandísimas futbolistas en sus filas, pero al servicio de un estilo, de un esquema y de una idea común dentro de cada selección.
Atrás quedaron equipos como los de Noruega, Dinamarca o Estados Unidos dependiendo para su juego únicamente de sus estrellas. Otras selecciones con grandes posibilidades como Canadá y Alemania han quedado apeadas incluso en la fase de grupos por ausencia de un plan B o incluso una buena puesta en práctica de su idea inicial.
Las Marta, Le Sommer, Hegenberg, Sinclair, Harder o Rapinoe tendrán que ver estas semifinales desde el salón de su casa porque ahora, además de todo su talento y clase, necesitan una buena organización tanto defensiva como ofensiva para lograr los éxitos de otras épocas.
Este es el mundial del cambio por muchos aspectos, pero en lo meramente deportivo, lo es también por el de la evolución en el trabajo dentro de cada federación nacional y, por consiguiente, de su selección. La riqueza táctica, otrora inexistente en el fútbol femenino internacional, está muy presente y unida a la preparación y dedicación exclusiva de sus futbolistas componen la fórmula del éxito.
Renovarse o morir. Invertir y desarrollar, creer, confiar y, sobre todo, trabajar y pensar únicamente en fútbol, sin apellidos. Orden y talento, las claves de Arsenio que se manifiestan también en este mundial.