La madre de la gallega es su principal apoyo en la grada durante todo el torneo
17 ago 2023 . Actualizado a las 10:53 h.Los nervios se apoderaron de Teté la noche antes del partido. Apenas pudo cerrar los ojos. En el Eden Park de Auckland portó la bandera gallega. Es la forma que tiene de que su hija la localice en la grada. Después, llegó el éxtasis. El sueño de una final. Y la celebración estuvo a la altura. «Nos invitaron a ir al hotel de concentración, y cuando entramos en la fiesta me quedé asustada, dije: ¡Madre mía, esa no es mi pequeña!», confiesa la madre de Teresa Abelleira. La gallega fue una de las almas de la celebración y, por extraño que le parezca a su progenitora, Cris Martínez, capitana del Deportivo Abanca y amiga de la 6 de España lo corrobora: «Sí, es Tere sí». Todavía recuerda una concentración con el equipo blanquiazul en la que, jugando a cambiarse de habitaciones, acabaron en una azotea y les descubrió la dirección del hotel. «Se montó una gorda. Cuando se juntan ella y Lía, son muy liantas», afirma Cris.
Los padres de Teresa fueron los únicos que viajaron desde el inicio de la competición. El resto de los Abelleira se reúnen en un bar de A Cañota, en Pontevedra, donde sus abuelos paternos tenían una panadería. «Me lo estoy pasando pipa. Ya le dije a Tere que creo que lo estoy disfrutando más que ella. Pero siempre me dice: ‘Mamá, te lo mereces», afirma Teté. Y es que la familia es el apoyo vital de la futbolista. Sobre todo, su hermana Iria y sus sobrinos Daniela, Tomás e Isabel. La vitamina que necesitó esta temporada cuando no disputaba todos los minutos que le hubiese gustado con el Real Madrid. «El salto le costó. Ella parece muy pequeñita, pero es muy grande. Aprieta los dientes y tira para adelante», explica su madre. Muchas horas al teléfono y muchos ánimos a través de una videollamada fueron la fórmula. Aunque no faltaron los momentos en los que deseó coger el coche y plantarse en la capital para darle un abrazo a su pequeña. «Si no me llama le mando un audio y le digo: ‘Necesito escuchar tu voz'. Cuando lo hace, si se empieza a quedar mudita, ya sé que le pasa algo», cuenta Teté.
Con 23 años, Teresa es la pequeña de tres hermanos. Iria y Tomás son los otros. Esa tranquilidad que transmite sobre el verde le viene desde pequeña. «Siempre me meto con ella porque era tan buena cuando era un bebé que no recuerdo nada de entonces. Ella me dice que es porque es la tercera, pero la realidad es que siempre fue muy tranquila», explica su madre.
Al trote de Iria y Tomás, Teresa vivió el fútbol de la calle, el que curte. Era la pequeña y todos jugaban con ella a la pelota. Probó atletismo y taekuondo, porque era lo que hacían sus hermanos, pero no le enganchó. Una pasión que le viene de cuna. Su padre, Milo, es toda una institución en el fútbol gallego, y Tomás, su hermano, milita en el Villalonga. Aunque se prefiere no hablar de fútbol en la casa de los Abelleira. «El padre algún consejo sí que le da», cuenta Teté. El más importante, y que le inculcó desde pequeña fue el de llevar siempre el balón pegado al pie y la cabeza alta.
Es difícil borrarle la sonrisa de la cara ahora a Teresa. Ni ahora ni nunca. Es algo que la caracteriza. Sobre todo cuando tiene cerca a los suyos. «Nos llamó para que fuésemos a la final para estar con ella», confiesa Cris Martínez. «Es muy familiar. Cada vez que habla con nosotras, siempre nos da las gracias porque dice que lo que tiene ahora es, en parte, por nosotras. Ha sido un año difícil para ella. También ha sido duro todo lo que vivió la selección. Está donde se merece», afirma su amiga.
El domingo (12.00 horas, La 1) será un día muy especial para la familia Abelleira. No solo porque Teresa puede hacer historia en el fútbol español, sino también porque es el aniversario de Teté. Y no puede haber mejor regalo para ella. «Es una señal. Me prometieron que me cantarían cumpleaños feliz como campeonas del mundo», cuenta esperanzada. Lo prometido es deuda.