El presidente de la Real Federación Gallega de Fútbol cree que sus actuaciones «son inaceptables e impropias de un representante»
31 ago 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Presidente de la Real Federación Gallega de Fútbol y miembro de la junta directiva de la española, Rafael Louzán (Ribadumia, 1957) ha vivido estos días en una montaña rusa de emociones y sensaciones. Al poco de saltar la polémica por el comportamiento de Rubiales en la final del Mundial, se mostró tibio en sus manifestaciones. Con posterioridad, y con el sosiego que da el paso de las horas, entendió que el comportamiento del dirigente granadino no podía consentirse. Fue uno de los que le pidió que dimitiera antes de la asamblea. Durante la misma, asistió perplejo a su escenificación. A la conclusión, ya se mostró taxativo. Como ahora. Cree que el dirigente suspendido debe irse y que, sino lo hace, la asamblea tiene que echarlo.
—¿Cómo ha vivido todo lo sucedido en tan poco tiempo?
—Nadie se imaginaba que el título mundial iba a desencadenar en todo esto. Nos da mucha pena y lamentamos lo que está sucediendo. La actuación del presidente es impropia del representante de un organismo como la federación. No puede comportarse como lo hizo. Por eso, creo que estamos todos de acuerdo en que si Rubiales insiste en no dimitir, tendremos que echarlo.
—¿Cuando sucedieron los acontecimientos, usted fue consciente?
—Para nada. Estaba, en medio de tres mil personas, con los abuelos de Teresa Abelleira, en la plaza de la Ferrería, en Pontevedra. Y creo que nadie se percató. A los dos días, alguien me preguntó cuando fui a recibir a nuestra jugadora, y respondí sobre algo que en aquel momento no había visto con detenimiento y no pensaba que pudiera tener la gravedad que el paso de las horas me he dado cuenta que tiene. En cuanto fui consciente de la seriedad de lo sucedido, reaccioné. Fui uno de los que trató de que Rubiales diera explicaciones. Pero él, encendió más la llama.
—¿Qué le pareció la asamblea?
—Bochornosa. Cuando llegamos a Madrid los miembros de la directiva, no nos dijo qué iba a hacer. Nos pidió confianza. Pero luego vimos cómo nos utilizó en su defensa. Eso es algo que no se puede consentir. Lo que hizo no tiene nombre.
—¿Es posible que aparezcan imágenes suyas aplaudiendo?
—Hombre, no creo. Pero también le digo que lo de los aplausos fue una reacción un poco espontánea. Estás allí, en el momento todo pasa rápido y no valoras lo que sucede. Hay gente que aplaudió y me consta que no está de acuerdo con lo ocurrido. En mi caso, hay imágenes en las que se me ve cariacontecido, como el presidente de la federación navarra, por ejemplo. Ya le digo, me extrañaría ver imágenes mías aplaudiendo. No soy consciente de haberlo hecho, porque allí no lo estaba pasando bien.
—Dice que si no se va, tendrán que echarlo, ¿quiénes y cómo?
—En la reunión de presidentes de las territoriales, aunque había algunos que por amistad podían medio disculpar algo lo sucedido, convenimos en aceptar, por unanimidad, que había que pedirle la dimisión. Y, si en un plazo prudente, no lo hacía, pues promoveríamos una moción de censura.
—¿Se postulará a sustituirlo?
—No. Creo que Pedro Rocha, el que lo hace ahora, es un hombre de consenso que defiende lo mismo que nosotros. Es el idóneo.
—¿Qué margen le dan para que dimita?
—No hemos establecido un plazo. Pero tiene que ser rápido. No puede volver a ejercer como presidente. Calculo que si la próxima semana no dimite, moveremos ficha.
—¿Cree que De la Fuente y Vilda también deben irse?
—Luis de la Fuente, no. Como persona y entrenador, merece la pena. En el caso de Vilda, sí. Ha quemado una etapa.
—En Galicia han pedido, también, su dimisión.
—Mi etapa en la política finalizó al ser elegido presidente de la federación, en la que había un cargo electo del PSOE, como era el señor Liñares. El cambio que le di en estos ocho años está ahí. Me he llevado con partidos de todos los colores, más allá de mi ideología. Ahora, creo que hay un movimiento de izquierdas que está politizando todo este asunto. Yo no he hecho nada indecoroso ni merecedor de mi dimisión.