
El gallego, el campeón del mundo de MXGP más joven de la historia, ya lo había valorado con 14 años, tras ganar el Europeo de 125 c. c. en el 2015
12 oct 2023 . Actualizado a las 09:35 h.Dos semanas y media para una segunda oportunidad. El supercrós bien lo merece. Jorge Prado (Lugo, 2001), el campeón del mundo más joven de la historia del motocrós y primer español en subirse a lo más alto del podio final de MXGP quiere continuar creciendo sobre una motocicleta. Y en el panorama internacional del motociclismo, llegado este punto, sobre la balanza se pone, por un lado, el prestigio de participar en un mundial oficial de la Federación Internacional de Motociclismo (FIM) y, por otro, la extraordinaria repercusión que supone correr el campeonato de supercrós auspiciado por la Asociación de Motociclismo Americana (AMA), afiliada pero independiente de la FIM. Es decir, un punto de vista europeo o estadounidense.
Una vez establecido el hito, Jorge Prado acaba de llegar a California para sopesar, durante dos semanas y media, si abre la puerta a su cambio al supercrós estadounidense en el año 2025. Su contrato con GasGas (del conglomerado KTM) expira el año que viene y el gallego siempre ha destacado por preocuparse de trazar un plan de futuro concienzudo en cada peldaño de su carrera antes de tomar cualquier tipo de decisión que afecte al plano deportivo como al personal. Cambiarse al supercrós implicaría mudar su residencia a Estados Unidos, donde Prado compaginaría esta modalidad principal con la competición en motocrós (entre abril y septiembre, tanto en circuitos exteriores como bajo techo, otra de los puntos fuertes de los campeonatos norteamericanos).
El momento y el perfil
Desde el 2007 hasta el 2021, el mundial de supercrós y el certamen organizado por la AMA se fusionaron, pero el gran peso de los promotores norteamericanos provocaron que las sedes foráneas perdiesen fuerza hasta convertirse en un mundial eminentemente estadounidense, de manera que los pilotos punteros a nivel planetario han vuelto a plantearse este salto de una disciplina a otra en un momento determinado de su carrera.
Y el de Jorge Prado es justo el instante en el que alcanza un impulso máximo gracias al mundial de MXGP y cuenta con la edad idónea para reorientar su carrera deportiva, si así lo desea. El hecho de que Jorge Prado haya decidido dedicar estas dos semanas en California a aclarar sus ideas es más que significativo, porque no suele ser habitual en un piloto de su talla. Sin embargo, se trata de una experiencia conocida para el lucense, que ya pasó a finales del año 2015 dos meses en Temecula (California) probando su KTM de 250 c. c. en supercrós después de haberse proclamado campeón de Europa de motocrós en la categoría de 125 c. c. En aquel momento, Prado optó por madurar su carrera en el motocrós con la esperanza de consolidarse como campeón del mundo absoluto, algo que acabó sucediendo.
El supercrós es una disciplina más explosiva y técnica (características que se adaptan al perfil de Prado), que en Estados Unidos desarrolla su temporada entre enero y marzo casi todos los fines de semana en eventos con una asistencia media de setenta mil espectadores, unos montajes espectaculares y un impacto de mercado sin igual en lo relacionado con los patrocinios, lo que supone un efecto directo en la implicación del consumo del público y los premios para los deportistas (que pueden llegar a alcanzar el millón de euros para el vencedor de la categoría reina).
A lo largo de la historia, los pilotos estadounidenses mostraban un nivel inalcanzable para los demás competidores del mundo (con excepciones como la del francés Jean-Michel Bayle, en activo a finales del siglo pasado), pero de un tiempo a esta parte, la exigencia del mundial de MXGP ha provocado un aumento del nivel de la clase media no estadounidense, capaz ahora de plantarle cara a las estrellas norteamericanas más rutilantes.
Jorge Prado encaja perfectamente en este rango de pilotos con un futuro prometedor en el supercrós, si finalmente es su decisión. Por el momento, gastará dos semanas de su descanso entrenándose y rodando bajo la estructura de KMT y la lupa del belga Roger de Coster, director de competición del equipo en Norteamérica. Estos test podrían cambiar la vida de Jorge Prado.