El técnico español convirtió al equipo farmacéutico en máximo rival del campeón muniqués y un aspirante serio en Europa
02 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Parece no tener techo. El Bayer Leverkusen ya va más allá del cartel de revelación alemana, puesto que está llamando a las puertas de Europa con su «españolizado» estilo bajo la batuta de Xabi Alonso y su capacidad para convertirse en una alternativa fiable al todopoderoso Bayern de Múnich.
Es cierto que los bávaros sostienen el tirón de los renanos en la Bundesliga, a solo dos puntos del líder y único invicto, que también avanzó ya a los cuartos de final de una Copa de Alemania en la que se quedaron en la cuneta tanto los muniqueses como el Borussia Dortmund. Si en el torneo regular cedieron solo cuatro empates en 19 jornadas, en el eliminatorio acumulan tres victorias, bagaje que doblan en la fase de grupos de la Liga Europa, en la que se clasificaron con pleno de partidos ganados.
Si la hoja de servicios de Alonso es de lo más brillante del planeta como futbolista, con títulos mundial y europeos con la selección o copas continentales del más alto nivel con el Liverpool y el Real Madrid, su recorrido como entrenador, titulado en una promoción en la que estaban sus compañeros Raúl González, Xavi Hernández, Víctor Valdés o Joan Capdevila, brilla por su línea emergente. Pasó por la Fábrica de Valdebebas, con los sub-14, y regresó a su provincia natal para firmar un histórico ascenso con el filial de la Real Sociedad a la Segunda División.
Su cartel como jugador del Bayern Múnich durante tres años y los ecos de sus primeros pasos en los banquillos animaron a la directiva de Leverkusen a entregarle un equipo con problemas clasificatorios, al que terminó por situar en puestos europeos, antes de construir el actual plantel, en el cual su once tipo con jugadores de hasta nueve nacionalidades distintas, en la más pura tendencia del balompié global.
Una evolución de la idea combinativa que Luis Aragonés sembró en la selección hispana y que Xabi adereza con un dinamismo propio de sus etapas como futbolista en las competiciones inglesa y teutona. El balón se mueve con rapidez en el ideario de un Alonso, con el que han descollado a nivel internacional deportistas como el lateral Alejandro Grimaldo, que ya vistió los colores de la absoluta española, o un Florian Wirtz que a sus 20 años es una de las grandes esperanzas para el futuro de la Mannschaft, en plena reconversión. Uno y otro han logrado alcanzar la cota de los cinco goles antes de la veintena de jornadas en la Bundesliga, a la vez que han despertado el interés de los grandes equipos del continente.
El otro lateral, Frimpong, el central Jonathan Tah o el centrocampista Hofmann también son peligrosos de cara al marco rival, completando una amenaza que lideró el nigeriano Víctor Boniface. El hombre que estaba llamado a formar pareja con Osimhen en la Copa de África se concentró con su selección tras firmar una tarjeta de diez goles y siete asistencias, pero una lesión lo obligó a regresar a Alemania para pasar por el quirófano.
El gallego Borja Iglesias tendrá la misión de relevar al lesionado Víctor Boniface en la vanguardia
Antes de los últimos compases del mercado de invierno y de los retoques que se puedan realizar con futbolistas en paro, la gran novedad del Bayer Leverkusen es la llegada de Borja Iglesias (Santiago de Compostela, 1993).
La viveza del juego de los renanos es una de sus señas de identidad, pero el gol siempre es un factor a mejorar, sobre todo si es luchando contra un gigante como el Bayern Múnich y tras los problemas físicos de Víctor Boniface, quien se estima que estará fuera del terreno de juego hasta abril, por un problema muscular en la zona inguinal.
En principio, la plaza del nigeriano parece destinada para el internacional checo Patrik Schick, al que intentará disputarle el gallego los minutos de juego, en una apuesta que se encarecerá si el ariete titular regresa en buenas condiciones. El Panda ya declaró en público que confía en hacer mucho ruido en el fútbol germano y devolver con trabajo la confianza que Xabi depositó en él.