El Inter Guinea Bisáu, la fábrica de sueños donde Iano Simao ya es el ejemplo

DEPORTES

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De creer que no daba el nivel para el Choco, a debutar en Riazor y lucir el blanquiazul por Vigo

06 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

En Guinea Bisáu el fútbol es algo más que un deporte o un entretenimiento. Es el único rincón de infancia para los niños obligados a ser adultos en uno de los países más pobres del mundo y es una oportunidad para los adolescentes que sueñan con poder salir, como Iano Simão. Una esperanza residual a la que Wilson Pereira decidió otorgarle dosis de optimismo creando en el 2013 el Inter Guinea Bisáu, una especie de escuela futbolística en la que empezó a destacar, con apenas 14 años, el nuevo jugador del primer equipo del Deportivo.

En un viaje al oeste africano, el abogado vigués, y ahora cónsul honorario de Guinea Bisáu en Galicia, Julio Vázquez, conoció de primera mano el trabajo de Pereira y quedó rendido. «Empezamos entonces a colaborar, primero de forma personal y luego con la creación de la Asociación Kinankoy», explica Laura Vázquez, hija de Julio, también abogada y principal responsable de esta organización sin ánimo de lucro que funciona como principal gestora del Inter GB y en la que también actúa el exfutbolista del Liverpool, Dépor y Celta Antonio Núñez. «Formalizamos como club lo que ya había iniciado Wilson y ahora tenemos entre 700 y 900 niños, además de unos 15 entrenadores», explica Laura Vázquez. Poco a poco han ido mejorando la vida de los más jóvenes, pues los objetivos primordiales son que acudan al colegio y que puedan comer, al menos, una vez al día. «El objetivo de llegar a profesional es casi utópico, Iano es uno de entre los miles que juegan en campos de tierra, porque en todo el país solo hay uno de hierba natural y otro de césped artificial», añade Laura Vázquez, aunque gracias a su trabajo hay otros en el camino hacia la misma meta, como Ju, defensa del Celta C, y otros seis adolescentes asentados ya en Vigo.

Problemas burocráticos

Tan pronto como Julio, Laura y Núñez se adentraron en el proyecto del Inter GB, Wilson les informó de un joven de grandes capacidades físicas que ya estaba jugando en Portugal, Iano Simão Imbeni. Primero en el Limianos y luego en el Montealegre, desde donde los vigueses decidieron moverlo al Choco gracias a una escapatoria que aprovecharon de su permiso de residencia en Portugal: «Como Redondela está a menos de 50 kilómetros de la frontera, pudo fichar sin problema».

Allí, en el Choco, los responsables de Kinankoy tenían a un hombre de confianza como Gonza Fernández, que formó a un joven extraordinario en lo atlético, pero ausente de cualquier noción táctica. «Cuando le dijimos de venir, aceptó porque Wilson es como un padre para él, pero cuando llegó aquí a la primera semana decía que no iba a poder jugar, que no daba el nivel. Él era un auténtico jabalí en lo físico, de hecho es un hombre que no se lesionaba nunca, ni un solo esguince, pero tenía muchas carencias», recuerda Laura, que a día de hoy sigue ocupándose de todo su papeleo burocrático.

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No obstante, primero fue el Fabril y ahora, finalmente, ha llegado al primer equipo. «Él está muy agradecido al Deportivo porque se siente muy querido por la afición y muy bien en la ciudad, pero Iano es de los que no se olvidan de donde vienen. Su sueño, por encima del fútbol y de cualquier cosa, me atrevería a decir que es ayudar a que otros cumplan los suyos», indica sobre el futbolista guineano, que el jueves cumplió los 25 años, el domingo debutó en Riazor y que está «en un momento tremendo de felicidad», convertido ya en el referente absoluto de esos mil niños que juegan con el Inter GB entre Pissak y Antula. De hecho, es uno de los dos jugadores que pasaron por la academia y que ya han debutado en la selección.

Y eso que el viaje aún no ha terminado: «No se va a parar aquí, él quiere seguir creciendo».

«Iano cenó en Nochebuena con la sudadera del Dépor» 

A sus 28 años, Laura Vázquez es lo más parecido a una madre que los jóvenes llegados desde Guinea Bisáu tienen en Vigo. Con la asociación, alquilan un piso en el que ahora están residiendo Ju y otros seis juveniles del Areosa y del Alondras. Por allí, sigue apareciendo Iano cada poco tiempo, a modo de «tío guay» con los más pequeños: «Como él no está siempre aquí cuidando del resto, los más pequeños están encantados con él porque les trae regalos», explica, entre risas, Laura Vázquez, en cuya casa Iano ya pasó más de una Navidad.

Allí, no dudaba en hacer rabiar, siempre de buenas, a una familia puramente celtista: «Una vez cenó en Nochebuena con la sudadera del Dépor puesta», recuerda su anfitriona. Tampoco tiene problema en pasear por la ciudad olívica con las prendas del club blanquiazul, con el que se siente muy comprometido tras casi tres años en Abegondo.

La rivalidad, también la llevan de forma cariñosa en el piso, entre Iano y Ju, intentando cada uno sumar a su causa a los más jóvenes. Ahí, el salto dado por el deportivista esta semana también puede decantar un poco la balanza. Aunque sigue siendo uno más de todos esos amantes del fútbol en uno de los países más pobres del mundo que un día soñaron con poder vivir de la pelota. Metas más cercanas gracias al Inter GB y a Kinankoy, que desde el amor por el balón han impulsado una mejoría social en el país africano, ayudando también a construir una escuela. «Es imposible tener controlados a los casi mil niños que hay en el Inter GB, pero les aseguramos ese pequeño empujón», explica Laura, facilitadora del sueño de Iano.