La forma de Scheffler, las dudas de Rahm

Paulo Alonso Lois
Paulo Alonso REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Rahm, en una ronda de prácticas en Augusta.
Rahm, en una ronda de prácticas en Augusta. ERIK S. LESSER | EFE

El número 1 del mundo, con una fiabilidad insultante en el PGA Tour, luce como favorito del Masters por encima del defensor del título, ahora en LIV

10 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Scottie Scheffler es el actual número uno del ránking de golf, vigente ganador del The Players y el Arnold Palmer Invitational, y en la temporada 2022?2023 enlazó de forma consecutiva 18 torneos en el top-12 (lo nunca visto desde que lo hizo Tiger Woods en la campaña 2000?2001). Por semejante curso, acaparó los premios individuales del PGA Tour. Además, ya sabe lo que es ganar en los endiablados greenes de Augusta, como en el 2022. Por eso todos los pronósticos, y las casas de apuestas lo señalan como principal favorito para el primer grand slam del año (Movistar Golf, jueves y viernes, a las 15.30, y sábado y domingo, a las 18.00; y Movistar Golf 2, jueves, viernes y sábado, a las 21.00, y domingo, a las 20.00). Tiene, décima arriba, décima abajo, el doble de posibilidades que Jon Rahm, el defensor del título, para levantar el trofeo. Porque el español cuenta también con muchas cartas en la mano, por ejemplo, la del marcador global: desde que debutó en el torneo en el 2017 nadie luce mejor resultado acumulado; pero añade ahora los nubarrones de las dudas sobre su rendimiento, porque ya solo participa en las citas del LIV Golf, el calendario de capital saudí, con torneos de solo tres días y una competitividad menor: pocos jugadores, menos estrellas, más rivales veteranos, menos presión en torneos sin historia. «Él ha estado jugando en pantalones cortos en campos de resorts durante los últimos meses (...). No ha sido realmente desafiado. Es un jugador increíble, pero va a tener que esforzarse más y subir un peldaño para adquirir la intensidad adecuada», espetó el lunes en Sky Sports el ácido Nick Faldo, ganador de seis grandes.

A sus 27 años, Scheffler camina estos días por el campo con la despreocupación de las leyendas que visitan Augusta apenas para hacerse unas fotos y saludar a viejos amigos, y compite con las pulsaciones tan bajas como si fuera un maratoniano. Quizá porque sabe que el juego le acompaña: hasta el viernes de su último torneo, en Houston, enlazó 28 rondas seguidas bajo par en el PGA Tour, la mejor racha de todos los tiempos.

«Es un poco temprano para predecir una victoria explosiva, pero mira... Si Scheffler patea bien, podría imaginarlo ganando por ocho o diez golpes», espetó Brandel Chamblee, uno de los más prestigiosos analistas de Golf Channel.

Rahm lleva cinco torneos en el LIV, y su 2024 parece insuficiente. Ningún título, un tercer puesto, dos quintos y un seguimiento menor. En la primera semana de la temporada, en la que coincidieron al mismo tiempo torneos de los dos principales circuitos, la audiencia se volcó con el PGA Tour: casi dos millones de personas vieron el desenlace en Pebble Beach, del circuito clásico, y apenas 432.000 presenciaron el cierre en Mayakoba, del calendario rebelde. Abrumador.

«Hacer seis. Vete a tomar por saco. Qué asco de puto día», bramó en perfecto castellano el domingo tras un bogey, a punto de concluir su última ronda, consciente de que el cuarto puesto en el que estaba a punto de empatar en Miami resulta frustrante. Le faltan títulos individuales, aunque en las entrevistas elogie el formato por equipos del calendario para el que trabaja, en el que, eso sí, ya suma dos victorias este año, y el segundo puesto por conjuntos.

Rahm se mide también con la historia. Solo tres jugadores han revalidado el título desde la creación del Masters en 1934: Jack Nicklaus, Nick Faldo y Tiger Woods.

McIlroy, el tercer hombre

Rory McIlroy emerge como el tercero en discordia, de acuerdo con la mayoría de analistas. Acumula razones a su favor: su estado de forma, su regularidad, sus cuatro títulos de grand slams, su conocimiento del campo... Pero nunca ganó en el Masters. Y, en realidad, aunque acumula siete top-10 en el primer grande del año, algunas estadísticas, subrayan una paradoja y una carencia. Siempre se dijo que en Augusta se gana arañando golpes en los cuatro pares 5 del campo, algunos bastante asequibles, pero en realidad los greenes de cristal de Augusta entierran candidaturas al título en cualquier hoyo. Por eso, a lo largo de su carrera McIlroy luce un balance descomunal en los pares 5, en los que ha acumulado un resultado de -94, mientras que se deja un preocupante saldo de +67 en los pares 3 y 4.