Fran Rico, segundo entrenador del Olympiacós: «Es muy heavy todo lo que me pasó»

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Fran Rico, con su madre, su mujer, y sus dos hijos, posa con el trofeo de campeón de la Conference League
Fran Rico, con su madre, su mujer, y sus dos hijos, posa con el trofeo de campeón de la Conference League

«Si la mala racha me viene como la buena, voy jodido», bromea el de Portonovo, segundo de Mendilíbar, con el que ha ganado en un año la Europa League y la Conference

03 jun 2024 . Actualizado a las 10:11 h.

Cuando decidió colgar las botas, lastrado por los problemas físicos tras tres cirugías de rodilla, en los que acumuló 840 días consecutivos sin competir, Francisco Manuel Rico Castro (Portonovo, 1987) no podía imaginar lo rápido que el fútbol le iba a compensar ese calvario. Lo rápido y lo mucho. Porque, a sus 36 años, Rico puede vanagloriarse ya de tener en su palmarés como técnico dos títulos continentales. En su estreno, como segundo de Mendilíbar, levantó la Europa League con el Sevilla. Y en su segunda experiencia viene de ganar la Conference con el Olympiacós tras derrotar al Aston Villa en semifinales y en la final al Fiorentina (1-0) en la prórroga. Nunca antes un club heleno había conseguido un título europeo.

—¿Lo celebraron ya como se merece?

—Al ser en Atenas, dos tercios de la gente en la grada era de Olympiacós. Con la prórroga, el partido terminó muy tarde. Nos quedamos un buen rato en el campo, con las familias, haciéndonos fotos con el trofeo. Salimos en un autobús descapotable hacia el ayuntamiento. Teníamos que irnos agachando para no golpearnos con las ramas y con los puentes. Nuestro tercer portero, Papadoudis, chocó contra uno de ellos. Tuvieron que llevarlo al hospital y le dieron siete puntos en la frente. Se perdió las celebraciones. En la plaza fue una locura de gente y bengalas. Llegamos a nuestro estadio a las seis de la mañana, con las familias esperando. Aquí las celebraciones se hacen todas juntas. Vinieron mis padres, mi mujer con mis dos hijos, mis padrinos y dos amigos míos. Tenía un buen equipo.

—¡Viva la madre que os parió a los griegos!, gritó Mendi desde el balcón. ¿Cómo se adaptó?

—Yo nunca había jugado en el extranjero y Mendi nunca había entrenado fuera. Nuestro inglés no daba para dar charlas. Nos preocupaba un poco, pero en la plantilla hay argentinos, portugueses, españoles e incluso griegos que entienden español. No ha sido tan difícil. Y tenemos un traductor todo el día al lado de Mendi.

—¿Qué le llamó más la atención estos meses del fútbol griego?

—Que no vaya la afición visitante a los partidos. Lo tienen prohibido. Y que, cuando jugamos contra equipos de la parte alta de la tabla, no vienen a pitar árbitros griegos, traen extranjeros.

—¿Cómo se conjuga con un técnico de otra generación como Mendilíbar?

—Cuando nos cesaron de Sevilla, que había sido mi primera experiencia como segundo suyo, hablé con él. Le pedí que no sintiera ningún tipo de compromiso. Me dijo que en el siguiente club que lo llamase iba a contar conmigo. En diciembre ya lo tanteó Olympiacós y charlamos un rato, aunque hasta febrero no se dio. Mendi va más por el verde, como dice él, por lo que se transmite en el campo. Es muy campechano y más reacio al ordenador y los datos. Pero el fútbol te va llevando. Él siempre ha dado las charlas técnicas los días de partido sin vídeo. Y aquí lo hemos instaurado para que el futbolista, por tema de idiomas, lo vea más claro.

—¿Le gustaría algún día afrontar un banquillo en solitario?

—Llevo apenas un año. Entre mis funciones está el balón parado, tanto ofensivo como defensivo. Era un reto para mí, que venía de una dirección deportiva. Estoy muy cómodo cerca de los jugadores y de los partidos. Más que en los despachos. Necesito seguir aprendiendo, me gustaría seguir con Mendi años. Y sé que el gusanillo de primer entrenador me va a picar en algún momento.

—De casos como el suyo dicen que llevan la flor en el trasero.

—Estoy en la ola buena. Cuando venga la mala, si viene igual que la buena, estoy jodido (risas). Es muy heavy todo lo que me pasó. Es difícil ser consciente de lo que estás haciendo.

—¿Seguirá en Grecia?

—Sí, renovamos una temporada. Me traeré a la familia. Los niños habían estado un mes y medio de curso en Sevilla. Cuando nos echaron, los llevamos al cole de Portonovo. Traerlos a Grecia, el tercer centro en un año, era un trajín. En agosto iremos toda la familia. Los necesito cerca.

—¿Qué hará cuando llegue a casa?

—Lo primero, si llego a tiempo, que espero que sí, ir a Pasarón a ver al Pontevedra.