La final de Roland Garros llegaba equilibrada. Por un lado, Zverev, que atraviesa su mejor momento, compite con más regularidad y concentración, y ha mejorado su movilidad de una forma extraordinaria; mientras que a favor de Alcaraz jugaban la creatividad, su mejor golpe de derecha y la gestión de las bolas cortas.
Carlitos en ocasiones se va de los partidos a nivel mental y de concentración, pero también esta vez vimos su asombrosa capacidad para regresar, para volver y conseguir breaks con puntos increíbles.
Al final, ganó el talento. Además de que, en 30 años de trabajo en el circuito, no he visto a nadie tan rápido como Carlitos. Esta vez tuvo que gestionar una situación muy delicada, porque llegó a verse con un marcador de dos sets a uno en contra. En ese contexto, supo gestionar sus emociones de forma óptima para sacar el partido adelante.
¿Qué puede suceder ahora? Es difícil saberlo por la enorme competitividad del tenis de élite en estos momentos. Cuando irrumpió Roger Federer, por ejemplo, había un cierto vacío. Disfrutó de unos años en los que pudo ampliar su palmarés de grandes sin rivales tan fuertes como los que iban a llegar después, con Rafa Nadal, Novak Djokovic y Andy Murray. En cambio, Alcaraz sabe que va a pasar casi toda su carrera con Sinner enfrente, un jugador de un enorme nivel, además de algunos otros.
Paul Dorochenko fue preparador físico de Roger Federer y en la actualidad trabaja con Félix Auger-Aliassime.