Un gol en propia puerta de Austria resuelve la victoria de Francia (0-1)

Iñaki Dufour EFE

DEPORTES

Los franceses consiguieron la victoria ante un intenso conjunto austriaco.
Los franceses consiguieron la victoria ante un intenso conjunto austriaco. Thilo Schmuelgen | REUTERS

Kylian Mbappé sufre una fractura de nariz provocada por el golpe que le hizo tener que retirarse del terreno de juego

18 jun 2024 . Actualizado a las 00:56 h.

Dentro de todas y cada una de las cualidades impresionantes de Kylian Mbappé y entre todos los recursos que maneja Francia, nadie contaba con la suerte como el aspecto más crucial de todos para doblegar a Austria, en un centro del capitán francés que magnificó Wober contra su portería (0-1), en un partido que terminó Didier Deschamps sin su figura, fuera de acción por un golpe y una brecha en la nariz. El nuevo delantero del Real Madrid se ha francturado la nariz a raiz de un golpe durante el encuentro y deberá pasar por quirófano en las próximas horas en Düsseldorf.

Durante el tramo final del partido, Mbappé sufrió un fuerte choque al tratar de cabecear un saque de falta botado por Antoine Griezmann. El delantero se golpeó la nariz con el hombro del austriaco Kevin Danso y tuvo que abandonar el terreno de juego visiblemente ensangrentado.

La favorita, subcampeona del mundo en Catar en el 2022 y coleccionista de elogios y pronósticos favorables en su desafío en Alemania 2024, no está tan por encima de nadie, ni de Alemania, ni de España, ni de Inglaterra, a juzgar por lo que demostró en su puesta en escena en Düsseldorf, por debajo del volumen de fútbol, ocasiones y goles con el que debe expresarse.

Francia necesita velocidad. Es su mejor expresión. Lo dispara hacia límites insoportables para cualquier rival. Al revés, sin vértigo, sin espacio, sin metros para activar todo lo que lleva dentro, sobre todo por el trepidante carril zurdo que mezcla la alocada zancada de Theo Hernández, atrevido, vertical e inconsistente, con Mbappé, puro desborde, su dimensión se reduce a la presunción de todo lo que puede ser, a una individualidad, a un detalle repentino.

Austria la rebajó casi todo el enfrentamiento. Porque entendió la forma de contenerla y abordarla. No fue un mero observador de todos los halagos recibidos por Francia. Tampoco fue un conjunto solo preocupado por el daño que podía recibir. Jugó para más, sin complejos; cómodo cuando atravesó al campo rival, valiente cuando optó por la presión, intenso cuando debió pugnar y sobre todo, firme cuando le tocó golpear la pierna rival.

Aún lejos de su máxima inspiración, Mbappé causa asombró. Unos instantes de silencio en el rival. Unos segundos de atracción y expectativa en el seguidor local. Se para el tiempo en el aficionado, que aguarda impaciente qué ocurrirá. Siempre parece que sucederá. No fue así casi nunca este lunes. Pero casi siempre termina apareciendo su don: desborde y gol.

La mejor respuesta de Deschamps fue liberarlo en el ataque. Primero inclinado a la izquierda todo el primer tramo, bien vigilado por sus marcadores, lanzado por Theo Hernández, imparable cuando toma vuelo, en la primera ocasión, negada por Pentz, después jugó por donde quiso del frente ofensivo. Una decisión. Un acierto. Por el medio y por la derecha, definitivamente desbarató todo el plan de contención de los austríacos.

Hubo una dosis de fortuna en el 0-1, allá por el minuto 38, después de una secuencia de media hora insustancial de Francia. Griezmann, demasiado lejos. Mbappé, demasiado desasistido. Dembele, demasiado impreciso. Marcus Thuram, demasiado inadvertido. Ni siquiera necesita constancia el equipo galo para definir un encuentro apenas de la nada.

No había nada cuando Mbappé retomó la labor infructuosa de Dembele por el lado derecho frente a Mweme. Marcó la diferencia. Su bicicleta fue un jeroglífico para el lateral, sobrepasado en un metro, cuando el fenómeno fichado por el Real Madrid soltó un centro desde la línea de cal que no habría sido probablemente nada, si no hubiera sido por la intervención fallida de Wober. Un testarazo al revés, alojado en su propia red.

Un alivio para Francia

Francia, desdibujada hasta entonces, con más vértigo que juego, más descontrolada que dominadora, tomó una ventaja inesperada. Inmerecida, incluso. Justo, además, instantes después del momento que se había asustado de verdad: cuando entre Sabitzer, Gregoritsch y Baumgartner rompieron las finas costuras de la defensa francesa, formada por Koundé, Saliba, Upamecano y Theo Hernández. Lo saltó todo Mike Maignan.

Tiene portero también esta Francia que suspira por la Eurocopa. Es un desvelo insistente desde hace tiempo. No la gana desde el 2000. Desde hace 24 años. La anhela. Lo hace Mbappé, cuyo último recuerdo en el torneo era el penalti fallado en la eliminación ante Suiza en los octavos de final de la edición del 2020, traspasada al 2021. O también Griezmann, aún dolorido por aquella final perdida en el 2016 en París frente a Portugal.

Ya está instalado definitivamente a ojos de Deschamps como centrocampista. Sus tiempos de delantero, el máximo goleador de todos los tiempos del Atlético de Madrid, el segundo más grande de su selección en la Eurocopa, dos tantos nada más por detrás de Michel Platini, retroceden al pasado. Hace jugar a Francia.

También pierde un recurso mucho más determinante en zonas más altas de las línea. La venda por una brecha en la cabeza, cuando salió despedido de una pugna contra la valla publicitaria, le duró dos minutos. Su partido representó más control que imaginación. En encuentros de este estilo, Francia necesita lo segundo. Su única incursión fue casi gol.

Desconcertante y decepcionante Dembele, es cierto que Francia habría resuelto mucho antes el partido de haber marcado Mbappé una ocasión que jamás se falla, menos en los niveles que se mueve él: beneficiado por un rebote, encaró en solitario, con una distancia apacible al portero de Austria, pero su golpeo con el interior se le fue por unos centímetros. Probablemente, habría convertido en 99 de cada cien oportunidades así.

Después, ya dentro de la última media hora, Marcus Thuram dispuso de otra más, soportada de nuevo por Pentz, cuando el partido ya había roto las estructuras, obligada Austria a exponerse más de la cuenta por la derrota parcial, por un golpe de fortuna que sonrió a Francia y a Mbappé, que necesitan mucho más para ser un favorito inigualable, salvados incluso en el tramo final por una salida oportuna de Maigan, que se jugó el tipo, o por un repliegue portentoso de Kante, mientras Mbappé se dolía de una brecha en la nariz que obligó a su reemplazo.