Con 38 años y 216 días supera a Cañizares y ya es el futbolista español de mayor edad en un gran torneo de selecciones
25 jun 2024 . Actualizado a las 12:24 h.Una mirada al infinito de Jesús Navas es la mirada de un campeón del mundo, de Europa y de Liga de las Naciones. Mirada limpia, transparente y honesta, que es lo que transmiten esos ojos color mitad verdes mitad miel, tan poco comunes. El lunes, el lateral derecho de Los Palacios se convirtió en el futbolista español de mayor edad en jugar en un gran torneo. 38 años y 216 días que borran la marca de Cañizares en el Mundial de Alemania de 2006, cuando jugó contra Arabia Saudí con 36 años y 248 días.
Navas, que ejerció de capitán ante Albania, es el único superviviente de Sudáfrica. Seguramente, poca gente recuerda que en su pie derecho comenzó la jugada que acabó en el histórico gol de Iniesta. De aquello han pasado ya casi catorce años. Como han transcurrido quince desde que Sylvinho, el actual seleccionador albanés, jugara en el Manchester City, club en el que también estuvo Navas entre el 2013 y el 2017. De eso tampoco se acuerdan muchos.
Navas saltó al campo de la mano de un joven aficionado de unos cinco-seis años. Le ofreció la izquierda y con la derecha se santiguó. Antes, en el túnel de vestuarios, le había pegado un trago de agua a una botella que luego compartió con Raya. Unos estiramientos en el cuello, esa mirada al infinito y a escuchar el himno de España. Para acabar los prolegómenos, sorteo de campos, intercambio de banderines y el último esprint antes de jugar su partido número 52 con la camiseta de su país.
Delante tenía un cara a cara con Bajrami, uno de los mejores jugadores albaneses, pero no le hizo ni cosquillas. Ni en carrera, ni al espacio ni en el uno contra uno. Camino de los 39, la fiabilidad de Navas es como la de los coches alemanes.
A su lado tuvo una muy buena versión de Vivian, rápido y contundente en las coberturas cuando Navas abandonaba su zona y se animaba a llegar a línea de fondo, una de las especialidades de la casa. En la primera mitad tuvo tres, ambas con peligro. En el 12, su centro lo remató Merino y solo una gran parada de Strakosha evitó que se convirtiera en asistencia. En el 33, fotocopió la acción, pero a Joselu se le anticipó un central albanés. En el 36, le puso otro balón de gol a Olmo, que se entretuvo tras el control y le bloquearon el disparo. Tres acciones de valor de gol en 45 minutos. Solo lo fue el de Ferran, y no dudó en recorrer los cincuenta metros que le distanciaban del azulgrana para unirse a la piña de celebración. El brazalete es eso.
En la segunda mitad lo mantuvo, pese a la entrada en el campo de Morata. Y sacó su mejor versión defensiva tras la entrada al campo de Hoxka por Bajrami, que se marchó con una amarilla por simular una entrada del sevillano. El dorsal 26 albanés, fresco, no logró irse en ninguno de los seis uno contra uno que intentó ante Navas, que acabó discutiendo con el árbitro, el sueco Glenn Nyberg, por un agarrón que no le señaló como falta, y lastimado de su pierna derecha. Se marchó al vestuario con una ligera cojera. No parecía preocupante. Sus números, 33 de 38 pases (87%), cuatro balones recuperados, 10,42 kilómetros recorridos y pico de velocidad de 32,6 kilómetros por hora.
En el horizonte, el sueño de un nuevo título con España y, después, un futuro impredecible. La temporada de clubes la terminó con guerra y reconciliación con su Sevilla. Tras acusar públicamente a la entidad hispalense de no ofrecerle la renovación, horas después Del Nido Jr. le propuso una vitalicia que, de momento, es hasta diciembre. Luego, nadie lo sabe. Puede continuar en el Sevilla o puede irse a la MLS, a una nueva franquicia, en San Diego, que competirá en la liga norteamericana desde el 2025.