El rock austríaco y el talento turco

Breogán Blanco

DEPORTES

ABEDIN TAHERKENAREH | EFE

02 jul 2024 . Actualizado a las 23:43 h.

En el último partido de los octavos de final de esta Eurocopa se enfrentaron dos selecciones con un perfil muy diferente: una Turquía que había cambiado de sistema y titulares asiduamente (hoy incluido) dependiendo en demasía de acciones individuales y una Austria del histórico Ralf Rangnick, metódico y enamorado del «heavy metal» de su compatriota Jurgen Klopp, afirmando que «nuestra idea de juego es parecido al rock pesado en vez de un vals lento, odiamos los pases horizontales».

Sin embargo, los otomanos sorprendieron con un 1-5-2-3: Yilmaz y Yilniz, dos jugadores de uno contra uno en los perfiles y Arda Guler de falso 9 alternando la presión alta con bloque bajo en cuanto el cuadro centroeuropeo superaba líneas.

Austria no ajustó, sin noticias del equipo que «sorprendió» en la fase de grupos. Cierto es, que el gol en el minuto 1 de partido tras un gran córner de Guler y semifallo de la defensa zonal austríaca, ayudó. Al inicio de la segunda parte y tras 14 centros laterales en los primeros 45 minutos, Rangnick introdujo un poco más de «batería», pasando a jugar con dos nueves.

Y es que tras disponer del empate en tres ocasiones manifiestas, la zurda del jugador del Madrid volvía a aparecer en un córner magistral que Demirel (nuevamente) enviaba a la red. El plan austríaco no varió, centro lateral y acumulación en zona de finalización pero, a pesar del asedio, solo sirvió para acortar distancias.

Hace algún tiempo en un fórum de entrenadores, el técnico alemán recalcaba la importancia del balón parado: «Si el 30% de los goles surgen de este tipo de jugadas, ¿por qué no dedicar el mismo porcentaje del entrenamiento a estos trabajos?» Estando totalmente de acuerdo, el talento en el golpeo y la casuística son difícilmente entrenables. De lo primero Montella ha tomado nota.

Breogán Blanco es miembro del Grupo Interuniversitario de Investigación en Fútbol.