El incidente de Austria con Lando Norris ha colocado en una posición compleja al vigente campeón y máximo favorito, que intentará mantenerse al margen de líos
04 jul 2024 . Actualizado a las 16:41 h.No es la primera vez, y posiblemente tampoco la última, que Max Verstappen sufre en sus carnes miradas de odio y abucheos como las que va a sufrir este fin de semana en Silverstone. La llegada de la Fórmula 1 a la cuna del deporte donde nació hace ya 74 años se produce apenas unos días después de lo sucedido en Austria, cuando la excesiva agresividad defensiva del neerlandés y la falta de cualidades ofensivas de Lando Norris propiciaron un choque entre ambos que acabó con el británico fuera de carrera.
Los ánimos se han templado lo justo desde entonces. Ni Verstappen, ni Red Bull, ni Norris, ni McLaren han cambiado un ápice las versiones de lo ocurrido el pasado domingo, por lo que no sería de extrañar que cuando se vuelvan a encontrar, que lo harán, se pasen las facturas pendientes.
Sobre el papel, en Silverstone sigue siendo favorito el tricampeón del mundo. Verstappen, que fue víctima aquí de un violento accidente cuando Lewis Hamilton le echó de pista en plena curva Copse, no va a dar su brazo a torcer. Nunca ha sido un dechado de limpieza en sus luchas, y los demás pilotos lo saben. Si quieren adelantarle, tendrán que trabajárselo el doble o el triple con él que con el resto, porque ni siquiera en los rebasamientos dopados por el DRS pone las cosas fáciles. Tienen que recurrir a tácticas un tanto más al límite del reglamento, por donde Verstappen camina a sus anchas, si quieren pasarle. Ahí es donde Norris erró en Austria: pensaba que iba a poder pasar al de Red Bull como si fuera un Leclerc, un Sainz o un Pérez de la vida. Y acabó fuera.
La disputa del GP de Gran Bretaña siempre es especial para todos los pilotos, no solo por las cualidades de lo que originalmente era un aeródromo de la RAF británica, sino porque los mecánicos (en su mayoría, británicos) corren en casa. Es casi una fiesta de pueblo, en la que todos los primos, amigos y familiares se reúnen una vez al año para entonar las canciones habituales ante la orquesta, pero en versión automovilística. Como no podía ser de otra manera, para los equipos lo es aún más. Las sedes de McLaren, Mercedes, Alpine, Williams y Aston Martin están en un radio de poco más de 200 kilómetros a la redonda en torno a Silverstone, por lo que es una carrera especial.
En este contexto, McLaren tiene una oportunidad de oro, y no solo con Norris. El piloto líder del equipo ha demostrado que puede estar ahí, peleando por ganar, siempre que tenga la valentía y el valor (que no es lo mismo) para echarle redaños en el tú a tú con Verstappen, pero no puede olvidar que a su lado está Oscar Piastri, que quiere reivindicarse como el diamante que se le presupone. No está aún acabado de cocinar, pero pinta a un suculento piloto que en el futuro podría pelear por cosas grandes.
No se pueden obviar otras opciones. Tanto Mercedes, cuyo líder George Russell (sí, ahora mismo lo es) se encontró con una victoria en Austria, como Ferrari, con Sainz y Leclerc dejándose de compañerismos vacuos y falsos para reivindicarse, intentarán ser alternativa si Verstappen falla. A Sergio Pérez ni está ni se le espera.
Aston Martin, la casa sin barrer
Al otro lado de la parrilla estará Aston Martin. Qué manera de caer. Habría que comprobar si algún equipo ha pasado en tan poco tiempo de pelear por ganar a hacerlo por no acabar último, como ocurrió en las dos anteriores carreras. Ya no se sabe si el frío que se presupone para este fin de semana en Silverstone jugará a su favor, dado que incluso ni siquiera con el ánimo extra que supone correr en casa (en su caso es literal: desde su flamante pero de momento ineficaz nueva fábrica se accede al circuito) se augura un gran resultado.
Para el equipo ha sido una semana un tanto convulsa. El fichaje de Andy Cowell para ser el nuevo CEO, vendido como una incorporación de relumbrón por su pasado como responsable de motores en la reciente era dorada de Mercedes, no oculta que se han llevado por delante al que era CEO hasta ahora y lo será hasta septiembre, Martin Whitmarsh, que ha fracasado estrepitosamente en el ámbito deportivo con respecto a las expectativas. No se ha obtenido el resultado esperado y hay cambios en la cúpula, tapados por una oportuna jubilación que no estaba prevista. Datos y relatos, como siempre, enfrentados.
Así, Fernando Alonso se enfrenta previsiblemente a otro fin de semana complejo, en el que tendrá que hacer florituras para responder al mal resultado que se prevé. Antes de la carrera, en la que llevará un vistoso casco especial, ya puso algún paño frío por si acaso. Nada más acabar 18.º en Austria pedía «hacerlo mucho mejor en casa». No es un reto difícil: hacerlo peor es bastante improbable.