Mikel Merino, el jugador que pudo nacer en Vigo: «La primera camiseta que se enfundó fue la del Celta»

LA VOZ VIGO

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Miguel, el padre del héroe de España ante Alemania, recuerda los dos años de su hijo en Galicia cuando él era futbolista céltico

07 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

«Yo lo que quería era que pusieran el balón al área, porque sé de la capacidad de Mikel. Cuando lo vi dentro fue cuando besó la red y me quedé más tranquilo». La frase que resume la jugada de la clasificación de España para las semifinales de la Eurocopa lleva la firma de Miguel Merino Torres, padre de Mikel y jugador del Celta entre 1994 y 1997.

Mikel Merino nació en Pamplona en junio de 1996, pero Balaídos fue el primer campo que visitó y la camiseta del Celta, la primera que se enfundó. No nació en Galicia, pero sus dos primeros años de vida se los pasó en este lado de la península. «Mikel estuvo en Vigo un par de años y la primera camiseta que se enfundó fue la del Celta. Estaba recién nacido y, al poco de nacer, ya había un par de fotos. La primera vez que estuvo en un partido de fútbol fue en Balaídos». Lo llevaba su madre en la mochila y de aquella época quedan recuerdos imborrables en la vida de los Merino Zazón, algo de lo que no tiene constancia el nuevo héroe del fútbol español. «Era un bebé», matiza su padre.

Como un niño vigués más de la época, Mikel paseó por Samil en compañía de sus progenitores. «Hacíamos mucha vida fuera de casa siempre que podíamos, intentábamos ir a Samil a pasear con el carrito, en Vigo teníamos épocas de muy buen tiempo y la experiencia fue muy positiva. Fue una época extraordinaria en lo deportivo y en lo personal».

Del Celta, Miguel pasó al Las Palmas, pero fue en la cantera de Osasuna en donde Mikel comenzó a crecer como lo había hecho su padre a finales de los 80 y principios de los 90. Papá Merino siempre celebró sus goles marcándose una rotonda alrededor del banderín y su hijo le copió. «Lo hablamos entre nosotros. Sabía que yo celebraba los goles así y él comenzó a celebrarlos de la misma manera. Una cosa va con la otra», recuerda.

Pero lo que no podían esperar ni padre ni hijo era que los dos hicieran historia en el mismo banderín del campo de Stuttgart. El padre lo hizo con el Osasuna el 5 de noviembre de 1991 en un partido de los dieciseisavos del final de la Copa de la UEFA y su hijo, con la selección española en el último minuto de la prórroga. «La coincidencia es que te salga un hijo futbolista, que juegue en el mismo campo en el que has marcado tú y que meta gol también». La vida misma.

«Cuando se enfadaba y no le salían las cosas, lo que hacía era correr más, le venía de serie»

En este caso, Mikel ha mejorado a Miguel con creces. Su padre, futbolista profesional en activo hasta el 2003, cuando se retiró en el Ceuta, vio en su hijo unas cualidades «innatas» desde el principio, pero sobre todo, un espíritu de sacrificio fuera de lo común. «No paraba de correr, de ir detrás de la pelota, competía una barbaridad, se enfadaba cuando no le salían las cosas o su equipo perdía, y lo que hacía era correr más si cabe para darle la vuelta a la situación, eso lo llevaba de serie».

Merino Torres sitúa el momento clave de la carrera de Mikel en el Osasuna. «Mejoró técnicamente, fue mejor jugador y hubo un momento de cadete a juvenil en el que dio un paso físicamente, una barbaridad. Ahí se veían cosas importantes». Luego llegó la Real y los éxitos recientes. También las selecciones españolas de base, siendo campeón de Europa sub-19 y sub-21.

Ahora, su padre confía en que lo sea a nivel absoluto. «Francia es fuerte y te puede ganar, pero España está en disposición de ganar a cualquiera ahora mismo», dice mientras todavía vive en una nube. No esconde que para la familia Merino el testarazo del viernes fue uno de los grandes momentos de su vida.