El Tour de Francia afronta una semana peligrosa y que puede resultar decisiva

Jon Rivas COLPISA

DEPORTES

Stephane Mahe | REUTERS

Los favoritos medirán sus fuerzas en la complicada etapa del Macizo Central del miércoles y el fin de semana en los Pirineos

08 jul 2024 . Actualizado a las 19:51 h.

Durante la jornada de descanso, los corredores también montan en sus bicicletas, pero menos. Se entrenan unas horas, regresan al hotel a comer y unos cuantos tienen otras tareas, como el vasco Jonathan Castroviejo, que tuvo un rato para estampar su firma en el contrato que le extendió el Ineos Grenadiers. Hace un año coqueteó con una posible retirada, le convencieron para que siguiera, y esta vez, con 37 años, no ha opuesto tanta resistencia: «Estoy muy feliz de haber firmado», dice.

«Es algo en lo que hemos estado trabajando este año y sienta bien tener todo resuelto y claro para la próxima temporada porque es un entorno en el que me siento feliz y valorado». Castroviejo sabe que tendrá que laborar mucho en las dos próximas semanas para Carlos Rodríguez, porque después de una etapa llana con final en Saint-Amand-Montrond, donde los lugareños acostumbran a asar una vaca sobre brasas cuando llega el Tour, el miércoles, en la única jornada en el Macizo Central, con final en Le Lorian, empieza el baile que culminará con los Pirineos.

«Ese día también puede haber diferencias», asegura el líder del Ineos, «pero hay que ver cómo me voy encontrando y cómo se va desarrollando cada etapa. La del domingo es más dura, hay un puerto de salida que no le va a gustar a nadie», confiesa. «De momento estoy contento con la marcha del Tour. Todavía no hemos empezado las etapas de montaña seguidas, solo hemos tenido una, pero bueno, ya hay diferencias. Lo importante es que no hayamos tenido contratiempos estos días», apunta Carlos Rodríguez, un corredor de fondo.

El sábado 13 es la etapa del Tourmalet, que parte de Pau, en un terreno siempre ascendente hasta llegar a la vertiente de Baréges; luego, nada más acabar el descenso hasta Sainte-Marie-de-Campan, donde comienza la ascensión a la Hourquette d'Anzizan, de segunda categoría, pero a 1.564 metros de altitud. Después, la llegada está en Pla d'Adet, a 1.669 metros, con una pendiente media del 7,9% de desnivel. La caída de la Itzulia.

¿Estará entonces Jonas Vingegaard a la altura de lo que se espera de él?

En la jornada de descanso habló para la prensa y le pidieron que valorara su estado de forma del 1 al 10: «Es difícil poner un número. El año pasado recuperé siete minutos en dos días», decía. «Ahora no sabemos cómo rendiré en la tercera semana. Lo único que puedo intentar es darlo todo por el amarillo».

El vigente campeón del Tour relativiza la situación, tal vez porque todavía no ha asimilado del todo las consecuencias de su gravísima caída en la Itzulia: «Fue tan malo que pensé que iba a morir y si sobrevivía, pensaba en dejar de andar en bicicleta», confiesa el danés, que replicó a las críticas por su actitud en la etapa de Troyes y sus tramos de tierra: «Si colaborara con Pogacar y Evenepoel cuando faltaban 80 kilómetros y luego me dejaban en otro sector como ocurrió, habría perdido el Tour», comenta. «Así que no diría que fue falta de valor, diría que corrí con inteligencia», agrega.

En la montaña, el fin de semana, se empezará a saber qué puede pasar con él y con los demás favoritos. Si no es el sábado, puede que la incógnita se alargue al domingo, el día de la fiesta nacional francesa, con esa larga etapa de 197 kilómetros y la tetralogía pirenaica clásica, con varios de los pasos montañosos míticos -Peyresourde, Menté, Portet-d'Aspet y Agnes- y el final en Plateau de Beille, 15,8 kilómetros de ascensión hasta los 1.780 metros de altitud.