Alcaraz aplasta a Djokovic y revalida el título en Wimbledon

DEPORTES

NEIL HALL | EFE

El español suma su cuarto grande tras barrer al serbio en la catedral

14 jul 2024 . Actualizado a las 23:40 h.

Carlos Alcaraz ya tiene la magia, y entonces decide ganarle a Novak Djokovic en Wimbledon como si fuese Novak Djokovic. Y, en realidad, es el truco de un mago. El último número de un genio del tenis que ya está pensando en el siguiente, en cuanto revalida su título de campeón en Wimbledon. Vaya espectáculo. Veamos...

Alcaraz, un chaval de 21 años desde mayo, nacido en un pueblo de Murcia, lleva toda la vida inventando diabluras en una pista de tenis. Por eso hace un par de temporadas protagonizó el mayor terremoto en su deporte desde la ensordecedora irrupción de Nadal. Para disfrute del público, aquella aparición llegó a lomos de un tenista espartano, cerebral, educado, de efectos imposibles, formado para triunfar primero en tierra y luego en lo que se le pusiese por delante; pero el seísmo que provocó la llegada del niño Carlitos —como si fuese la del hombre a la luna— alcanzó a todos y cada uno de los aspectos del juego: el crío —con el diminutivo con el que se hace llamar el sonriente jugador español—, deslumbró al mundo con el rostro de un chaval y el repertorio de genio: juego sólido que se convertía en diferente gracias a su repertorio inigualable: dejadas, globos, voleas, invención, ángulos, todo... ¡Una especie de regreso al pasado con las armas del presente! Federer con los recursos del videojuego. ¿Había algo mejor? Pero este domingo, ya con tres grand slams en su palmarés, decidió aprender de los errores. De qué manera. Ante Djokovic, un gigante con 24 majors, que había sometido a los seis rivales anteriores que le pusieron por delante en las dos últimas semanas en Londres, Alcaraz decidió disfrazarse de Djokovic. Y así revalidó el título en al catedral. Y avivó la pregunta. ¿Acaba de suceder el definitivo cambio de guardia en el tenis después de la inigualable época dorada de los Federer, Nadal y Djokovic?

Alcaraz, que gana al final por 6-2, 6-2 y 7-6 (4), levanta un monumento al tenis durante más de dos horas para terminar apabullando a Djokovic —algo insólito en sus infinita carrera en los grand slams—, con una fiabilidad (y esa es la clave) inabordable.

En el primer set le asusta, y termina 6-2. ¿Por qué? Porque el español ataca como siempre, resta como nunca y no se deja ni un mínimo regalo en su arte de la improvisación. No hay lagunas, ni despistes, ni guadianas. Es Alcaraz y Djokovic a la vez. Es un imposible. Es Alcaraz en este 2024 en el que encadena Roland Garros y Wimbledon, algo solo a la altura de los mitos. Antes lo consiguieron, tan solo, Rod Laver, Björn Borg, Rafael Nadal, Roger Federer y Novak Djokovic. Es decir, el crío ya se puede retirar y, aunque se dedique a pasar sus vacaciones con sus amigos, pescando, jugando al golf o en la playa, ya será un mito. 

Repite guion en el segundo set. Y sucede el mismo resultado. Un 6-2 que deja a Djokovic sin respuesta, sin lamentos, sin quejas, sin gritos, sin espectáculos con su banquillo. Se sabe inferior. Terrible para el tipo con el mejor palmarés en la historia de los grand slams (lo del mejor de la historia, queda pendiente para el final de sus carrera). Sin ese mal perder que enfada al público, que él mismo afeó a los espectadores de la catedral sagrada de Wimbledon, el templo del juego limpio, sin haber entendido absolutamente nada, hace tan solo unos días en su partido de octavos de final contra Holger Rune. 

Y en el tercer set, con el serbio ahora sin protestar siquiera, lo abate de nuevo. Esta manga definitiva encuentra más resistencia, el nudo se alarga, el espectáculo crece hasta el tie break. El título es de Alcaraz, el futuro también es suyo.

Dios salve a Carlitos Alcaraz. Amen.