En esta Eurocopa, los aficionados hemos vuelto a ser protagonistas

Marta San Miguel COLPISA

DEPORTES

LAURA LEIRAS

14 jul 2024 . Actualizado a las 23:27 h.

Hay discusiones que ves venir, como ves venir la tormenta cuando empieza a cambiar la luz y se vuelve todo malva. Forma parte de esa convivencia incómoda, violenta y extraña que a veces nos vincula, ya sea en una cena, viendo un partido, en la cola del súper, o en el despacho de un jefe. Discutimos por empeño, por necesidad fisiológica, por pura evolución, por empatía; hasta en un campo de fútbol, cuando dos equipos se ponen uno frente a otro, en el fondo lo que hacen es eso, discutir con los pies para ver quién tiene la razón en su forma de jugar con la pelota, no hay otra forma de verlo. Últimamente se discute mal en este país, en todos en realidad. Discutimos como si no quisiéramos otro equipo delante, cuando en realidad necesitamos al otro hasta para probar nuestra habilidad e inteligencia, nuestra puntería.

Recuerdo una trifulca que hubo en una clase de escritura narrativa en la universidad. Aquel día, un alumno dijo que lo más importante en una historia eran los personajes, pero otro, más mayor, más seguro de sí mismo y más ruidoso, dijo que no, que lo más importante en cualquier cuento, película o novela era el argumento. Al principio solo intercambiaban frases, y cuando quisimos darnos cuenta, estábamos bajo una tormenta, pero en ese choque aprendimos la lección: cuando piensas en una historia, ¿qué te viene a la cabeza, el argumento o el personaje que la protagoniza? Cuando piensan en lo que ha pasado en esta Eurocopa, por ejemplo, ¿qué les viene a la mente, la enumeración de partidos y sedes y cruces o la imagen de Rodri incapacitando a la selección alemana a base de tapar huecos? ¿Recuerdan los pitidos a Cucurella ante Francia, o lo que les pasó al abrazar a quien estaba a su lado cuando Lamine clavó su endecasílabo en la escuadra? ¿Recuerdan las patadas alemanas, o a Mikel Merino dando la vuelta al banderín de córner como hizo su padre en el mismo estadio con Osasuna en 1991? ¿Recuerdan a los eliminados, o los tres paradones consecutivos del portero portugués en la tanda de penaltis?

Si como decía Javier Marías, el fútbol es la recuperación semanal de la infancia, me pregunto qué hemos recuperado como país tras la Eurocopa, porque con los partidos que ha jugado la selección me viene a la mente aquella discusión en la que el profesor dejó que la tangana calentase los pupitres. Creer que las conversaciones en torno a la literatura son calmadas, con monóculo y taza de té, es como decir que en torno al fútbol solo hay bárbaros y puñetazos y el objetivo es marcar gol. Porque a la vista está que lo que ha pasado es mucho más. Hemos gozado, gritado, llorado, maldecido; hemos deseado a la vez, y lo mismo, siendo amigos o desconocidos, siendo agnósticos o ateos, culés o merengues, vascos, canarios o andaluces; hasta los que odian el fútbol van hoy por la calle con un aire distinto porque lo que le ha pasado en la tele nos ha pasado a cada uno de nosotros por dentro, justo ahí, debajo de las uñas mordidas, debajo de la piel sudada.

La resaca emocional que hoy compartimos nos convierte en cómplices de una convivencia que supera cualquier teoría académica, cualquier trinchera o banalidad formal; lo que hoy compartimos es un vínculo desde la víscera, porque aunque pases del fútbol, a todo el mundo le entusiasma una buena historia. Y la nuestra, en esta Eurocopa, lo ha sido. «En un partido de fútbol todo se complica por la presencia del equipo contrario», decía Albert Camus, y un día cualquiera también se complica cuando tienes al lado a alguien que piensa distinto, que te enfrenta, que te malinterpreta, que te saca de quicio. Cuando llegue ese día acuérdate de hoy, de este lunes. Si algo ha traído esta Eurocopa ha sido un soplo de aire fresco en una Europa que mientras jugaba al fútbol se jugaba en las urnas un modelo de sociedad. Y entre tanto, La Roja nos ha devuelto el relato de nuestro fútbol, que no es otro que eso que sientes ahora mismo en la garganta al recordar las galopadas de Nico Williams, sus bailes con Lamine Yamal, las bravuconadas de Carvajal, el control de Dani Olmo ante Tchouaméni. Los personajes hacen la historia, pero en esta Eurocopa, los aficionados hemos vuelto a ser protagonistas. Y eso, hoy, no admite discusión.