Carlos Garach: «Sé que aún no me da para medalla»

DEPORTES

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El joven granadino, que competirá en París en cuatro pruebas, se toma sus primeros Juegos Olímpicos como un paso más en su meteórica proyección

24 jul 2024 . Actualizado a las 17:44 h.

En la víspera de la ceremonia de apertura de los Juegos, Carlos Garach Benito (Granada, 2004) cumplirá veinte años. La suya ha sido una trayectoria fulgurante, desde que hace dos pulverizara en Perú las previsiones en el Mundial júnior. Se colgó el oro en los 800 y los 1.500 libres, dos de las distancias que nadará en París. A los 400, en los que porta el récord de España, renunció para no abarcar demasiado. Garach nadará también los 10km en aguas abiertas y el relevo de los 4x200 metros libres. Sabe que sus marcas, que ha ido reduciendo a un ritmo endiablado, todavía le mantienen lejos de las medallas. Todavía. Porque este estudiante de Ingeniería Electrónica, Mecatrónica y Robótica, que aspira ya a ubicarse en alguna final, ha venido para quedarse.

—Su proyección, en apenas dos años, ha sido meteórica.

—Ha ido todo muy rápido. Conseguí entrar en un Mundial absoluto, que es muy complicado. Ha habido momentos en los que no me he sentido bien. He tenido bajones mentales, me entraron las dudas. No me apetecía ir a entrenar. Yo no soy solo un nadador de alto nivel. Las discusiones con mis padres o con mi pareja me afectan. A veces se te junta todo. Los deportistas no solo sacrificamos el tiempo, también la cabeza. Muchas veces priorizamos la competición a la salud mental. Y eso es algo que debemos trabajar mucho desde que empezamos a entrenar de niños.

—¿Le liberó su primer billete olímpico?

—Mucho. Más que alegría, me dio tranquilidad. Me ilusionó, pero sobre todo me quitó una presión de encima totalmente innecesaria. Me dije: ‘Carlos, ya lo has hecho'. Cuando iba a las competiciones internacionales, nunca disfrutaba y quiero hacerlo en París, aunque te parezca un tópico. Estaba obsesionado con conseguir mejores marcas, con batir los récords de España. Quiero pasármelo bien. Aunque yo no voy a unos Juegos a participar.

—¿Con qué pretensiones va?

—Al principio de la preparación, le dije a Xavi (Casademont, su entrenador) que mi objetivo en los Juegos era conseguir una medalla olímpica. Me puso una cara que flipas. Debió pensar que estaba loco. Le dije que no le estaba hablando de estos Juegos, si no de los siguientes, o de los próximos. Un deportista tiene que ser realista. Ya sé que ahora mismo no me da el nivel para hacer una medalla. Eso lo sé yo, lo saben mis padres, lo sabe Xavi, y lo sabe todo el mundo. Tendría que bajar mis marcas 25 segundos. La vida de un deportista va pasito a pasito.

—¿Qué pasito se pide ahora?

—Quiero intentar dar mi máximo nivel y llegar a alguna final. En los 1.500 sería increíble. En los 800 igual, aunque sé que va a ser muy complicado. En los relevos vamos a pelear por estar entre los ocho mejores. Y la de los diez kilómetros va a ser una carrera muy complicada. Se une gente de piscina, como Daniel Wiffen, Kuzey Tuncelli y Kim Woomin. Hay mucho nivel. Si consigo clasificarme entre los diez o doce mejores, estaría muy bien.

—¿Sigue prefiriendo las pruebas de larga distancia?

—Son las que más controlo, a las que tira mi cuerpo, en las que me siento más cómodo. Pero no he tenido tanta competencia en ellas. Tenía claro que para mejorar tenía que tener un buen 200 y un buen 400. Era la forma de poder optar al relevo. Empecé a trabajar la velocidad por eso. Estoy descubriendo sensaciones nuevas, que me están gustando. Me da cosas que un 1.500 no me da.

—¿Por ejemplo?

—La adrenalina.

—Ha renunciado a nadar el 400.

—Pensaba que cuánto más nadara, mejor. Pero va a consumirme mucho. Soy una persona muy competitiva, el típico que se pasa los entrenamientos dando por saco. Siempre que subo a Sierra Nevada, a ultimar la preparación, me doy mucha caña. Si puedo acabar un entreno vomitando, lo voy a acabar. Si tengo que terminar arrastrándome por el suelo, lo voy a hacer. Siempre quiero más. Pero nadar también los 400 en mis primeros Juegos era demasiado. La competición impone mucho, incluso a los más veteranos. Te puede generar una crisis de ansiedad. Quiero ver cómo es, aprender de la experiencia, e intentar disfrutarla al máximo.

Marcos Pedregal

«El agua me libera, me siento como si estuviera en el espacio»

Carlos Garach sigue entrenándose en el Club de Natación de Churriana, cerca de su familia, con Xavi Casademont, su preparador desde hace cuatro años, con el que ha ido progresando en marcas y ampliando técnicas y modalidades.

—¿Se ha planteado, como hizo Hugo González, emigrar a Estados Unidos?

—En su día lo barajé, pero empecé un proyecto con Xavi y no quiero bajarme ahora. Es la persona que mejor me conoce, incluso mejor que mis padres, porque en estos cuatro años es el que más tiempo ha pasado conmigo. Es el que sabe lo que necesito, las posibilidades que tengo, y cómo mejorarme. Sé que no es sano estar siempre con la misma persona, lo hablamos mucho con la psicóloga. De tanto roce, a veces tengo ganas de matarlo. Quiero seguir con él, en Andalucía y cerca de mi familia. Estamos además en un punto de la preparación vital para el futuro.

—¿Cuál?

—En estos dos últimos años del ciclo olímpico, nos hemos centrado mucho en cambiar de técnica. Tengo que modificar mi forma de nadar y aprender luego a hacerlo rápido. Quieras que no, eso ahora me perjudica, pero me va a ayudar de cara al futuro.

—¿Por qué eligió este deporte?

—Era un niño muy nervioso. Mis padres me apuntaron a la piscina para que aprendiera a nadar. Por el miedo que siempre tienen de que no te ahogues. Lo compaginé con muchos deportes. Hice fútbol, baloncesto, tenis, pádel, ping-pong, vela... pero lo que me gustaba realmente era la piscina.

—¿Qué le convenció?

—Le decía a mi madre que estar en la piscina era como estar en el espacio (risas). No hay gravedad. Suena friki, pero me quita cualquier estrés sentir el agua por el cuerpo. Me da una sensación de libertad que no encuentro en ninguna otra cosa. Muchas veces, cuando estoy de vacaciones, que ya no estoy entrenando, me voy igual al mar o a una piscina para relajarme en mi tiempo de ocio. Cuando estoy mal por algo, y me meto al agua, es como una liberación.