Silleda con Joselu y Ourense con Vivian: los nervios y el delirio de un triunfo en la Eurocopa

Javier Benito / X.M.R. REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

Silleda celebrando el 1-0
Silleda celebrando el 1-0 francisco javier benito

Mientras más de 700 aficionados seguían el partido en un pabellón, una gran pandilla seguía con la misma intensidad el choque en una cafetería

15 jul 2024 . Actualizado a las 00:21 h.

Su imagen en pantalla, a pocos segundos del pitido final, enardeció los ánimos en el pabellón de Silleda. Aplausos coreando su nombre para aliviar la tensión ante los intentos a la desesperada de Inglaterra. Joselu Mato —que disputó dos partidos de la Eurocopa— cobraba un protagonismo efímero que a sus paisanos les supo a poco. Lamentaban en plena euforia que Triana, aquel chaval espigado que comenzó bajo palos para transformarse en delantero letal, no hubiese saltado al césped. Hubiera supuesto la guinda para los más de setecientos entregados seguidores de la selección.

La previsión de lluvia trasladó a la afición de una plaza al aire libre al recinto deportivo. Un goteo constante desde una hora antes fue copando las sillas. Los primeros aplausos con la alineación española, sobre todo cuando sonaron los nombres de Nico Williams y Lamine Yamal. Y pitos, muchos pitos, al poner Inglaterra la pelota en juego desde el centro del campo.

La tranquilidad inicial, con España más incisiva, enardecía los ánimos, con la afición poniéndose en pie entre selfis y fotografías con las primeras escaramuzas ante la portería inglesa. La imagen de Carvajal simulando a un llorón tras una falta desató las risas generalizadas, pronto acalladas con el rival comenzando a desperezarse e inquietar. Con suspiros de alivio tras una parada de Unai Simón tocaba reponer fuerzas al descanso.

La segunda mitad se convertía en una montaña rusa. Muy pronto en la cima con el tanto de Nico y las sillas al aire, los abrazos y los «oé, oé, oé,...» prolongándose varios minutos. Las ocasiones españolas se sucedían y parecía que podría ampliarse la ventaja. Incluso que acertase la alcaldesa, Paula Fernández, que pronosticaba para La Voz un 2-0 para España. Pero el empate enfrió los ánimos, hasta que la magia con el acierto de Oyarzábal tras varias ocasiones subía el 2-1. Tocó sufrir, con las palpitaciones a cien, antes de la locura definitiva con risas, abrazos y lloros interminables.

Celebrando el gol en la cafetería Vivian en Ourense
Celebrando el gol en la cafetería Vivian en Ourense alejandro camba

Nervios contenidos y explosión de júbilo en Ourense con los Vivian

Nervios contenidos, tímida alegría en el gol de Nico Williams, decepción y negros nubarrones sobre el desenlace final tras el empate, euforia desbordada tras el tanto de Oyarzabal y júbilo desatado tras el pitido final. Así se vivió el último partido de la Eurocopa 2024 en la Cafetería Cervecería Vivian de Ourense.

No estamos hablando de un lugar al azar, ya que el local de la calle Nosa Señora da Saínza es propiedad de la familia de Dani Vivian y allí el fútbol —y más si juega el central del Athletic de Bilbao y de la selección española— es una religión. El único pero, de haberlo, es que De la Fuente no alineó ayer al de Vitoria, pero en el local se disfrutó cada minuto. Aunque no estaba Óscar Vivian —que también fue jugador y entrenador—, sí que se encontraban en el local de Ourense otros familiares. Dani Vivian —con raíces en Berrande, Vilardevós, de donde era la familia de su padre— cierra un curso excepcional: Copa del Rey con el Athletic, debut en la selección y Eurocopa. Una alegría solo empañada por la muerte de su abuelo, Francisco Vivian, hace unos días.