Nadal no se entrena y su presencia en los Juegos de Paris está en duda

Laura Marta COLPISA

DEPORTES

Emilio Lavandeira | EFE

Un repentino dolor del balear que le obliga a descansar y someterse a tratamiento pone en duda su última aventura olímpica

25 jul 2024 . Actualizado a las 23:40 h.

Son las estrellas de la Villa de los Juegos Olímpicos de París 2024 y la imagen de estos Juegos. Rafael Nadal y Carlos Alcaraz, 26 Grand Slams en el mismo lado de la pista, peleando por una medalla. Un sueño para muchos que está entre algodones por un Nadal que sufrió unas molestias en el muslo derecho y que lo obligó a cancelar la jornada de entrenamiento de este jueves ante Zverev. «Se ha decidido descansar para recuperarse de ese contratiempo; está en tratamiento. No es un problema que descarte que pueda jugar, pero antes de forzar y que empeore, mejor descansar. Vamos a darle tiempo», comentó Carlos Moyá en Radio Nacional. El mundo, y él mismo, desea participar en ese dobles con Alcaraz, que debutará contra Máximo González y Andrés Molteni, el sábado a las 19:00 horas. Si el balear atiende a su corazón y la molestia va a menos, no hay duda de que se convertirán en la pesadilla para todos los rivales, incluso a los más formados en la modalidad de dobles.

González y Molteni, por ejemplo, se olvidaron hace mucho tiempo de jugar individual y juntos han levantado ocho trofeos. Los españoles apenas han practicado códigos y compenetración esta semana. Pero son Nadal y Alcaraz, y el favoritismo se inclina hacia ellos. «En el dobles la complicidad y el compenetrarse muy bien es clave para el éxito de la pareja. Cuando una pareja de dobles tiene muchos partidos durante el año se entienden a las mil maravillas. Dicho esto, siempre he pensado que dos buenos individualistas, con alguna noción de colocación, de situación, de nervios y de aprovechar los momentos, es una combinación superior», argumenta para este periódico Álex Corretja. Es lo que también opina Pato Clavet: «Si tuviera que elegir, yo me decidiría por los dos jugadores de individuales muy buenos, pero que hayan tenido un poquito de complicidad y compenetración, que hayan podido, por lo menos, entrenar un poco para así conocerse. En teoría serían mejores, y un poquito favoritos».

Corretja subraya que las parejas de dobles no suelen tener tanto nivel, aunque aportan algo de lo que los singlistas carecen: «En los momentos puntuales son más especialistas para atacar los puntos. Por eso pueden ganar a una muy buena pareja de singlistas que no tenga tantos partidos juntos». En Pekín 2008 triunfaron Federer y Wawrinka; en Londres 2012, los hermanos Bryan; en Río 2016, Nadal y Marc López; en Tokio 2020, Mektic y Pavic.

No obstante, son Nadal y Alcaraz, con esa potencia en la derecha y esas genialidades para cortar ritmo del murciano, con esos reflejos y esa capacidad defensiva y de abrir pista del balear. Una dupla que, además, se hace más fuerte por el escenario en el que se construirá esta actuación. «En pista rápida sí que los doblistas, en muchas ocasiones, son determinantes en situaciones como el saque, porque son jugadores que juegan muy bien a dos, tres golpes: muy buen saque, muy buen resto, y a la siguiente se lo juegan. En hierba a lo mejor tienes poco margen para reaccionar después de un buen saque, el otro está encima de la red. Eso en tierra no es tan efectivo. El servicio cobra menos importancia porque puedes restar muchas más bolas dentro, en los segundos saques puedes esperar atrás y puedes restar bien, les ves mucho mejor cuando se cruzan porque tienes tiempo a que la bola te llegue y les veas cambiarse», prosigue Corretja. Y Clavet aporta: «Nadal siendo singlista ha ganado muchos torneos de dobles de los que ha jugado -11 títulos, con el oro olímpico en Río 2016-. Y hay ejemplos de jugadores de individuales que se han juntado y han ganado torneos prácticamente sin haber jugado antes juntos». Uno de esos ejemplos lo protagonizaron Sara Sorribes y Cristina Bucsa al ganar el Mutua Madrid Open. La de Castellón de la Plana se quedó sin su pareja habitual por lesión y se apuntó con la cántabra quince minutos antes de que cerrara el plazo. «Lo de apuntarnos a última hora igual era el destino, que nos deparaba hacer cosas muy grandes. Estas cosas mágicas pasan», admitía Bucsa. ¿El secreto del éxito? Poco: cada una hacía su mejor trabajo en su lado de la pista.

Es lo que intentarán Nadal y Alcaraz, aunque el murciano, cuatro grand slams y líder del tenis del hoy, ya admitía a este periódico que, dada su condición de novato, dejará hacer. «Él ya ha vivido todo esto, sabe lo que es jugar unos Juegos, y ganar un oro tanto en individual como en dobles. Yo soy el novato aquí, así que me toca cerrar la boca y escucharlo».

A los dos les hace ilusión protagonizar este momento histórico, pues el balear aspira a completar un magnífico palmarés con otra medalla olímpica para juntar al oro individual de Pekín 2008 y la de dobles de Río 2016, junto al que señaló como «el mejor jugador del mundo en estos momentos y será de los más grandes si las lesiones lo respetan». Para Alcaraz será su primera experiencia olímpica, aunque ya es uno de los más aclamados de la Villa, y voraz como lo ha sido desde que apareció en el circuito, no quiere desaprovechar esta oportunidad de subirse a un podio. Eso sí, con los pies en la tierra: «Los nombres no dan las medallas».