Schauffele defiende el título olímpico de golf en París como el hombre del momento

Paulo Alonso Lois
Paulo Alonso PARÍS / E. LA VOZ

DEPORTES

ERIK S. LESSER | EFE

Ganador del Open británico y del PGA en los últimos meses, comparte partida durante las dos primeras jornadas con Jon Rahm y Viktor Hovland

31 jul 2024 . Actualizado a las 13:38 h.

Hace menos de tres meses, Scottie Scheffler era el indiscutible golfista del momento. Le entraba todo y no tenía una fisura, pese a su particularísimo swing moviendo los pies. Encadenaba título tras título en una primavera redonda que incluyó su victoria en el Masters de Augusta. Hasta que en algún momento el golf, ese juego caprichoso, cambió de manos, el aura del número uno mundial —que encima vivió un desagradable episodio en el calabozo por culpa de un malentendido en un control de tráfico cuando llegaba a jugar el segundo grande del año— pasó a los hombros de Xander Schauffele.

En mayo superó en un final tenso a Bryson DeChambeau en el PGA, en junio fue séptimo del US Open y hace diez días celebró el Open británico en Royal Troon. Schauffele, además, defiende desde este jueves (TVE, 9.00 horas) el título olímpico que ganó en Tokio hace tres años. Ese era hasta hace unas semanas el mayor orgullo del mejor jugador del mundo sin un grand slam. Un incómodo título honorífico que va cambiando de manos, y que destrozó de un plumazo en los últimos meses.

Schauffele, casi siempre contenido, confesó que la fiesta fue larga para celebrar su victoria en Royal Troon. «Estuve tres días bebiendo… Y eso es mucho para mí, no estoy acostumbrado», bromeó ya en París. Comparte partida estos dos primeros días con otro de los jugadores de moda, Jon Rahm, y el noruego Viktor Hovland (este jueves a las 11.55 horas y el viernes desde las 9.55 horas).

El español llega con un subidón de confianza después de su primera victoria en más de 15 meses. El triunfo en LIV golf en Centurion, en el Reino Unido, coronó su mejoría de los últimos tiempos. Pero ahora su carrera, más allá de las victorias en el calendario de capital saudí, dependen de los grand slams y eventos como la Ryder, los Juegos...

Golf National, el monumental campo diseñado en la zona de Yvelines, al suroeste de París, para acoger el Open de Francia casi de forma consecutiva desde 1991, alberga el golf olímpico. Con solo sesenta jugadores en liza desde este jueves en el campo que acogió el triunfo de Europa en la Ryder Cup del 2018, y cuatro jornadas en formato medal play, por golpes. La prueba femenina repetirá formato desde el próximo jueves 7 de agosto.

Scheffler, un americano en el Louvre: «Se necesitan tres días para verlo entero»

Scottie Scheffler, que fue padre unas semanas después de ganar el Masters de Augusta, llegó con tiempo a París. Para hacer turismo y disfrutar de la experiencia olímpica con calma. Es decir, además de ver partidos de tenis de mesa, uno de los deportes que practica como entretenimiento durante los torneos, y la gimnasia artística en Bercy, también pateó el centro. Y alucinó con el Louvre el lunes.

Con la gente que había, con las dimensiones del museo más visitado del mundo. Con el arte. A su manera, como reforzando el tópico de un americano despistado en París. «Después de dos horas viendo cosas espectaculares, solo habíamos pasado por un 10 % del museo, así que se necesitan como tres días para verlo entero», comentó entre risas. «La Mona Lisa es alucinante», constató el jugador texano nacido en Nueva Jersey. «Me sorprende lo antiguos que son los cuadros y lo bien que se mantienen. Disfruté leyendo la información de la fecha de cada uno y los materiales utilizados. Muy interesante», comentó con ingenuidad y transparencia.

Scheffler compartirá partido en las dos primeras jornadas con Rory McIlroy —hundido desde que se le escapó el US Open— y Ludvig Aberg (este jueves desde las 10.11 horas y el viernes desde las 12.06 horas). En el campo volverá a ser uno de los rivales a batir. Dejará ese medio anonimato que le acompañó de turista por París. «No creas que me reconocieron mucho. Quizá me pedían una foto cada diez o quince minutos. Estuvo muy bien». Al chico tranquilo no hay quien lo altere.