Fuertes, altos y rápidos, los franceses fiaron a su poderío físico el plan inicial. Pero para una presión como la que intentaban hay que ser un equipo muy coordinado, porque, si no, hay desajustes. Y España, aunque lo pasó mal, los encontró gracias a ser fiel a su idea. No rifó el balón por mucho que apretasen los anfitriones y empezaron a aparecer los espacios. Con tres jugadas excepcionales remontó el gol inicial y se mostró muy superior por momentos. En la segunda parte, España quería el balón únicamente para que no lo tuviese Francia, y eso hizo que ellos estuviesen cómodos, porque cuando lograban robar ya se dirigían directamente a las bandas y desde ahí creaban mucho peligro.
Consiguieron llegar a una prórroga que parecía un infierno para España. Pero la selección volvió a sacar esa actitud y exhibió esa confianza en el plan. Quiso seguir jugando y así logró los dos goles que concluyeron un partido que será inolvidable para todos, por el cómo, el dónde y el quién. Tras los éxitos de los Xavi, Casillas y compañía, la marca España en el fútbol vuelve a reivindicarse. Nadie trata mejor al balón que el futbolista español. Muchos miran al físico, pero lo que cuenta, al final siempre es el talento y el manejo del balón.