Groves gana al esprint y Van Aert se viste de rojo en la segunda etapa de la Vuelta

Jon Rivas COLPISA

DEPORTES

Javier Lizón | EFE

La escapada de 140 kilómetros de Luis Ángel Maté e Ibon Ruiz se queda sin premio

18 ago 2024 . Actualizado a las 20:40 h.

Pese a lo que pudiera parecer, en la segunda incursión de la Vuelta por territorio portugués no hubo ni batalla ni milagro. Aunque pasó la etapa por Aljubarrota, donde los portugueses comandados por Juan I vencieron a los castellanos, y también por Cova de Iria, el lugar en el que la Virgen se apareció a los pastorcillos de Fátima, la segunda etapa se desarrolló entre los límites habituales de cualquier carrera ciclista de manual, y su desenlace se pareció, más o menos, a lo que se intuía desde el inicio en Cascais.

Sin la épica de la batalla ni la mística del milagro, o al menos alguna sorpresa, ganó un llegador joven, el australiano Kaden Groves, otro de esos talentos que van apareciendo en el pelotón, y se vistió de líder Wout van Aert, que acabó segundo la etapa y se metió en el embalaje para rebañar los segundos que le permitieran relegar al estadounidense McNulty, el primer portador del jersey de líder, y vestirse de rojo.

Después de unos últimos kilómetros peligrosos, en descenso, después de atravesar el puerto de Batalha, que no llegaba ni a escaramuza, y una caída dentro de los últimos cuatro kilómetros hasta la meta en la que se vieron afectados Narváez y Tarling, todo se resolvió a la velocidad de los llegadores, para alegría del primero, Groves, por su victoria, y del segundo, Van Aert, por su liderato, aunque también aspiró al doble premio.

«Por supuesto que quería ganar la etapa», confesó el belga nada más acabar la etapa. «Mi equipo hizo un gran trabajo para que se llegara al esprint. Es una pena acabar segundo, pero también sabía que llegar entre los tres primeros significaba llevar el maillot rojo, así que, después de todo, es un buen día», resumió el ciclista belga. En realidad, no salió todo como estaba previsto por el Alpecin, el equipo de Groves, porque los dos compañeros que debían acompañarle en los últimos metros, Xandro Meurisse y Edward Planckaert, sufrieron sendos percances en los kilómetros finales y no pudieron estar a su lado.

«Tuvimos que hacer todo lo contrario de lo que estaba pensado», decía el ganador de la etapa. Cuando las cosas acaban bien, da igual tener que superar los inconvenientes. «Es una buena manera de empezar la Vuelta, porque ha sido un año difícil para mí. Llegué súper motivado para cambiar la tendencia y tengo que agradecerle a mi equipo por su gran trabajo», manifestó el joven australiano.