Adam Yates gana una etapa memorable, y se mete de nuevo en la lucha, como Carapaz, aunque O'Connor aguanta firme
25 ago 2024 . Actualizado a las 20:11 h.¿Qué resorte mental empuja a un ciclista que está a punto de ganar en solitario a mirar hacia atrás? Es un impulso automático, siempre lo hacen, por mucho que les aseguren que llevan una minutada de ventaja al segundo, aunque sepan por experiencia, y por protocolo, que si unos metros por detrás de su rueda trasera circula el coche del director de carrera es porque no hay manera de que nadie les alcance.
Adam Yates, que a pesar de su amplia trayectoria y sus numerosas victorias, solo había logrado una en una gran vuelta, la que le arrebató a su hermano gemelo en Bilbao en la primera etapa del Tour del 2023, claro está, también miró. Dos veces, aunque en su caso tal vez tenga razones para ser desconfiado desde que le cayó encima el arco hinchable del último kilómetro en el Tour del 2016 y le tuvieron que dar tres puntos de sutura.
Ya no ponen arcos hinchables para anunciar los últimos mil metros. Adam pasó por debajo del triángulo rojo y sabía que la victoria era suya, aunque, «nunca había sufrido tanto antes». «Hacía mucho calor. Desde la última subida tenía calambres y no sabía si podría seguir», pero se la había trabajado y se la merecía, y a pesar de los contratiempos en su equipo, otra vez está en la pelea por la general, aunque su respuesta fue desabrida cuando le nombraron la clasificación: «Me importa una mierda».
Con su ligero bamboleo, de pie sobre los pedales, sin apenas tocar el sillín en las tres agotadoras ascensiones, Adam Yates dio otra de sus lecciones de osadía. Enric Mas, que también suele tener respuestas cortantes y se le suponía un carácter más apocado cuando toca resolver, sí que mira la clasificación, pero esta vez, cuando llegaba su hora, de manera inesperada, le falló Primoz Roglic, cuando más necesitaba a su rival. «No tenía piernas, me dolía la espalda», alegó.
Estaba el balear pletórico, sujetándose las riendas, sin duda esperando el hachazo del esloveno, que nunca llegó, así que tuvo que ser él, en primera persona, quien lo protagonizara, en la segunda, interminable y agotadora, ascensión a Hazallanas, cuando por delante ya eran inalcanzables Adam Yates y Richard Carapaz, que ya es tercero en la general.
Tal vez los síntomas de la debilidad de Roglic se detectaron demasiado tarde, aunque la ventaja de Yates aumentaba sin freno cuando tiraba del grupo el Bora al ritmo que pedía su jefe, tanto como para alarmar al líder Ben O'Connor, que puso a los suyos a hacer el trabajo.
El rostro de Roglic no decía nada, pero cuando el grupo se encontró de frente la primera pared, el aspirante número uno a ganar la Vuelta, se estrelló contra ella. Vio entonces Mas, que tenía que ser su momento, por obligación profesional. No le costó nada acelerar, ahogar al resto de acompañantes, y coger ventaja. Nadie replicó, bastante tenían los otros con no perder el aliento. Lo peor para el español es que tampoco respondió Roglic, algo que hubiera resultado ideal en un pas de deux, pero no tanto cuando detrás circula un grupo numeroso en el que también iban Landa y Rodríguez.
Susto en el descenso
Así que a pesar de que, en la ascensión, Enric Mas le recortó más de dos minutos a Yates con sus calambres, aunque inalcanzable, y le metió 1.20 al grupo de Roglic y el líder O'Connor, quedaban más de 20 kilómetros hasta la meta en Granada. Subió el ciclista esloveno a un ritmo más cómodo y perdió tiempo que podría haber sido letal en una llegada en alto, pero no tanto si por medio quedaban un descenso y el llano. «Ha estado bien para el espectáculo -confesaba Mas-, pero no tanto para coger tiempo».
Y pese a todo, a que fue cazado a las puertas de Granada, tuvo mucha fortuna el ciclista del Movistar, porque en una de las curvas, el viento le desestabilizó la rueda delantera, y entre la habilidad del ciclista y una zona de gravilla que frenó la bicicleta, no llegó a caerse, aunque el susto fue morrocotudo.
En la meta, Adam Yates, agotado, celebró la victoria y Carapaz el segundo puesto. Ambos se infiltran cerca de la cabeza en la clasificación general, en la que Mikel Landa sigue respondiendo con solvencia -es quinto-, y O'Connor todavía más. Si a Mas le perjudicó que Roglic fallara, a él le supo a gloria para compartir grupo e, incluso, ganar la bonificación del tercer clasificado en la meta.
Todo sigue igual en la cabeza, pero más apretado desde el segundo puesto. El martes en Galicia, después del viaje en avión hasta Vigo y la primera jornada de descanso, empieza una segunda parte de la Vuelta muy emocionante.