
Con apenas 20 años, asumió la presidencia del Galicia Gaiteira, club histórico de A Coruña, que cumplirá el centenario en el 2026
12 sep 2024 . Actualizado a las 10:06 h.En la vida hay algo peor que el fracaso, el no haber intentado nada. Que los miedos clásicos taponen deseos vitales y los sumerjan en la eterna condena de no haber sido valientes. Además, tal vez es en la juventud - cuando la ilusión y la energía tienen un rol protagonista - el momento ideal para dar inicio a proyectos, aprender desde el camino y pensar a largo plazo.
Uno de estos proyectos es el de Carlos Couceiro Valiño (A Coruña, 2002) con el club de su vida, el Galicia Gaiteira. El coruñés, ingenioso y amable en el trato, se convirtió en el presidente más joven de Galicia (a la Federación no le consta uno más precoz), cuando asumió en el 2022 el peculiar reto de pasarse a los despachos. Una tarea quizá reservada a otro tipo de perfiles, pero que él afronta como si se le hubiera encomendado desde hace mucho tiempo.
«Es una historia algo peliculera. Empieza cuando soy un niño, entrando en el equipo de alevines, mi primer año de fútbol. Desde ahí, fui subiendo una por una todas las categorías hasta llegar a sénior. Al principio, mi madre estuvo una etapa en la directiva del club, por lo que empecé a sentirlo un poco como mío y a interesarme mucho de lo que pasaba dentro. Con el tiempo, sobre todo después de la pandemia, veía como la entidad se estaba dejando caer y no había interés en reanimarlo. Yo cuando era pequeño y creaba equipos en el PES, en el videojuego, jugaba las partidas con el Gaiteira. Entonces fue como... Vamos a hacer que sea realidad. Llevo toda la vida aquí, todo el mundo me conoce. Se lo propuse al presidente y estuvo de acuerdo. Hice un año de aprendizaje, como secretario», explica Carlos.
Pero esta no es la historia de un crío jugando a la consola. Licenciado en Económicas y estudiando otro grado en Ciencia de Datos, comenta que «dirigir a un club es como una empresa. Tiene unos ingresos y unos gastos y hay que mantener el equilibrio. En nuestro caso, tenemos también un local social y un bar», indica.
Ganarse el respeto
En un mundo de adultos, donde la media de edad duplica la suya, Carlos recuerda con humor su primera reunión en la Asociación de Fútbol Aficionado. «Los demás presidentes pensaban que era un monitor que venía a pringar, porque el verdadero presidente no podía venir», mientras repasa un divertido anecdotario. «Cuando estoy con amigos y conocidos, la gente me pregunta por qué me llaman Presi. Les tengo que decir que es que soy presidente de un club. Me cuesta convencerlos. Piensan que les estoy vacilando», comenta. Carlos, que admite la dificultad de que le «tomaran en serio» en un principio, afirma, sin embargo, sentirse «muy arropado» por las personas del mundillo y los socios antiguos, que le conocen desde que era niño. «Ven que soy joven, que le pongo empeño e ilusión a esto», sostiene.
Y es que para reconstruir un club hace falta mucho trabajo. Actualmente, el Gaiteira solo cuenta con tres equipos: veteranos, sénior (Tercera Regional) y una brillante generación cadete de fútbol sala, que el año pasado se quedó a las puertas de la final de la Copa de España. «La esencia de un club son los niños, lo que le da vida, y su razón de ser es darles un sitio en el que jugar, hacer amigos, aprender valores. El objetivo es sanear, reconstruir poco a poco y recuperar todas esas categorías. También me gustaría que el club fuera más símbolo del barrio. Creo que el barrio de A Gaiteira y el club se han separado y tienen que crecer juntos. Podemos ayudarnos. Puede ser una institución deportiva y social, lugar de reunión del barrio y de los niños de la zona», concluye.
«Mi primera decisión fue darme de baja como jugador»
Carlos, lateral zurdo hasta su retirada, afirma con ingenio que «por suerte para el fútbol», colgó las botas. «Mi primera decisión como presidente fue darme de baja como jugador», asegura. Desde que inició su mandato, lo cierto es que el club ha experimentado un aumento de socios y el equipo sénior, de Tercera Regional, ha crecido en competitividad. La última vez que éste logró el ascenso fue en el 2014, como campeón de liga. «Sueño con el ascenso todos los días, pero con los pies en el suelo». Con respecto al primer equipo, se da una situación particular, y es que muchos de los jugadores fueron en su día compañeros del presidente.
«Ser su amigo puede generar un conflicto de respeto, pero yo lo veo como una ventaja. Cuando alguien nuevo llega al equipo, no se siente solo como un jugador, sino como miembro del club. Al final, tener una relación de amistad con la institución, con el presidente, que exista esa transparencia total, hace que quizá sientan el club mucho más que en otro sitio, donde podrían pensar que están de paso. Me lo han dicho los propios jugadores, los recién llegados», sostiene orgulloso.
Afirma ser la cabeza visible de un proyecto colectivo. «Somos un grupo de gente, empezando por mi amigo Gustavo, que estuvo en una época de entrenador de porteros, se sintió parte de esto y decidió dar el paso y acompañarme, gestionando el área deportiva. Hay muchos exjugadores que aunque no jueguen siguen haciéndole favores al club, viniendo a los partidos a animar y manteniendo su cuota de socios. Por ejemplo, Antón, el preparador físico, decidió seguir ligado al club después de una dura lesión de ligamentos. Es un tópico, pero esto es como una familia. Es bonito», expresa Carlos.
Él es consciente de que algún día los jugadores crecerán, dando paso a otros más jóvenes, mientras que la presidencia bien puede ser un cargo vitalicio, un proyecto de vida. «Aquí entra un poco lo que quiero y lo que puede ser. El Gaiteira es el equipo de mi vida. Yo soy aficionado del Dépor, pero sufro más, mucho más con los partidos del Gaiteira. Si todo va bien, si la cosa va rodada y si el resto de las situaciones me lo permiten, yo sí que me veo toda la vida dedicada a este club. Sin lugar a dudas», concluye el presidente.