![Trashorras (de cuadros) e Iniesta (de blanco).](https://img.lavdg.com/sc/0n9DHmqJcrgGI5r-xZmffTLE01o=/480x/2024/10/08/00121728404365451245180/Foto/INIESTAaaaaa.jpg)
Andrés y yo llegamos a La Masía al mismo tiempo. El tenía 11 años y yo 14. Por razones de edad no coincidimos en las categorías menores, pero en el Barcelona B sí fuimos compañeros. Hicimos una bonita amistad, puesto que compartimos habitación y nos dábamos ánimos uno al otro porque éramos unos críos y lo pasamos bastante mal al principio porque estábamos lejos de nuestras familias y las echábamos de menos. Andrés es lo que se ve, una persona muy tímida e introvertida. Y en el campo, un futbolista como la copa de un pino.
Desde que llegó a La Masía siempre demostró ser un futbolista diferente. Era un jugador que destacaba por su capacidad para interpretar el juego, muy vistoso, inteligente. Cuando venía a jugar con nosotros en el filial, y a pesar de ser tres años menor que la mayoría, estaba al mismo nivel, o incluso por encima, que el resto. Era técnico, con mucha capacidad en el uno contra uno... Todo eran virtudes en aquel chico.
Desde el primer momento que lo ves sobre el terreno de juego ya te das cuenta de que tiene algo especial. Al principio, con 11 o 12 años, podías tener dudas sobre su carrera en el club, porque son muchos los jugadores en La Masía e influyen muchas variantes, pero en el Barcelona B ya era fácil adivinar que iba a jugar en Primera División e iba a ser profesional. Por sus condiciones estaba predestinado.
El fútbol pierde al jugador más importante de la historia del fútbol español. Es verdad que hubo otros con un palmarés brillante y a un nivel espectacular, como Xavi Hernández, Raúl, Casillas o Luis Suárez en su época, pero si alguien tiene que estar en lo más alto del ránking, para mí es Andrés. Es cierto que me tira la amistad que tengo con él, de hecho me llamó para invitarme al acto de despedida de este martes, pero creo que lo merecía no solo por lo que representa a nivel futbolístico, sino también por los valores que transmite. Ha sido de los pocos jugadores, por no decir el único, que fue capaz de unir aficiones. Era aplaudido en el Santiago Bernabéu, donde no había ni una mala palabra hacia él, y la afición del Espanyol siempre lo coreó como si fuera uno de los suyos. Allá donde iba era reconocido tanto por cómo jugaba como por su calidad humana.
Gracias por todo, Andrés.