
Junio del 2005, Roland Garros, el sobrino de Toni Nadal jugaba la final del campeonato contra un argentino, España volvió a ganar en la Philippe Chatrier y nuestra generación se enamoró de un deportista único. Fuente de inspiración para muchos tenistas de las venideras y, por supuesto, buque insignia para un país que desde Barcelona 92, Indurain y Alonso no había vuelto a experimentar el triunfo. Nace el «ser español ya no es una excusa, es una responsabilidad».
Mientras, en otros países, hablan del bíceps izquierdo desproporcionado y de su condición física cuestionada por su gran capacidad de resistencia, la mentalidad del mejor deportista que han visto mis ojos no es otra que competir todos los días dando el máximo en cada intercambio. Aparecen los anillos de Pau, el Mundial de Sudáfrica, las machadas de Contador, Valverde y el oro de Samu Sánchez, los Hispanos, un Alonso envidiado por toda su industria, y todo ello con un sensible olor a miedo por competir contra un español, esa sensación que nos transmitieron nuestros padres de Alemania e Italia al fútbol, algo inexplicable, una patente que Rafael Nadal registró en el primer momento en el que pisó una pista; competir, siempre. Una oda al deporte.
Todo esto le ha llevado a conseguir muchos títulos, pero lo que realmente le convierte en leyenda es habernos hecho madrugar los domingo de enero y febrero, organizar viajes en función de sus competiciones y que todos admiremos a Federer. Que la relación de un hijo con su padre se mantenga viva al verle en pista, y por supuesto que nos gusta su forma de ver el deporte, la vida y la persona que proyecta en cualquier entrevista y medio. Fuera ideologías, no es una coincidencia que sea único en mostrar su sincera opinión sobre cualquier tema y que el sensacionalismo periodístico no sea capaz de generar críticas ni polémica. Rafa es inexpugnable.
Tras la Copa Davis, Nadal pasará a formar parte de la historia del deporte y continuará siendo parte de cada uno de nosotros, una deuda impagable de la cual estamos eternamente agradecidos.