Radiografía de una crisis que activa la amenaza de derribo en el Bernabéu

Óscar Bellot COLPISA

DEPORTES

Susana Vera | REUTERS

La falta de actitud de un vestuario saciado pone en peligro a Ancelotti, que no logra atajar el fallo multiorgánico que aqueja al Real Madrid

06 nov 2024 . Actualizado a las 15:55 h.

Pintan bastos para el Real Madrid. El conjunto de Chamartín, campeón de casi todo el pasado curso, atraviesa cinco meses después una profunda crisis de juego y resultados que amenaza con derribar el proyecto de Carlo Ancelotti. Pese al crédito acumulado con los catorce títulos que jalonan su trayectoria en la capital de España, el italiano está en el epicentro del huracán desatado después de la derrota que encajó su equipo ante el Milan, la tercera en lo que va de campaña y segunda consecutiva tras la debacle de los blancos en el clásico.

La falta de actitud de un vestuario saciado por la avalancha de éxitos recientes y cuya unidad empieza a resquebrajarse, pone en peligro al técnico, que no logra atajar el fallo multiorgánico que aqueja al vigente campeón de Liga y de la Champions. Estos son los principales factores que han precipitado el vendaval.

Plantilla sin hambre

Si hay algo que jamás perdona el Bernabéu es ver cómo sus futbolistas salen con apatía al campo. El deficiente talante con el que los jugadores del Real Madrid abordan sus partidos ha provocado ya dos pitadas al descanso en la Champions, escenario donde la parroquia blanca suele ser mucho más benévola con su escuadra que en la Liga. Ocurrió ante el Dortmund y volvió a suceder frente al Milan. La indignación de la hinchada merengue ante la indolencia que exhibe el plantel va en aumento y corre pareja al enojo de Ancelotti, cuyos intentos de tocar la fibra sensible de la tropa a su cargo están siendo una prédica en el desierto. «Cuando se gana ganamos todos juntos y cuando hay que sufrir y luchar también tenemos que hacerlo todos juntos», recordó el martes.

Ausencia de liderazgo

«Ningún jugador es tan bueno como todos juntos», proclamaba Alfredo Di Stéfano. Una frase lapidaria que no esconde que el Real Madrid ha estado gobernado casi siempre por líderes extraordinarios. El más grande fue, por supuesto, la Saeta Rubia, pero su legado pervivió en figuras de la talla de Amancio, Juanito, Raúl, Cristiano Ronaldo o Benzema. No hay atisbo en el curso actual de la llama que prendía en los corazones de cada uno de ellos. El club ha señalado a Vinicius como buque insignia, pero al brasileño le falta visión periférica y se pierde en guerras individuales con demasiada frecuencia. Evitar amagos de vedetismo por parte de cualquiera de sus estrellas y poner el talento al servicio del colectivo es condición sine qua non para devolver las aguas al cauce adecuado.

Desbarajustes defensivos

El Real Madrid apuntaló el camino que le llevó a la gloria la temporada pasada en un excepcional rendimiento defensivo que se ha desmoronado. Dieciocho tantos recibidos en dieciséis encuentros son una losa muy pesada. La sangría ha sido especialmente preocupante en las tres últimas citas. «Nos está faltando solidez. Hemos encajado nueve goles en los últimos partidos y eso es demasiado», resumió Ancelotti, que considera que la «clave» para darle la vuelta a la situación radica en blindarse atrás. Para ello necesitará una mejor versión de Rüdiger y de Militao, pero sería un error apuntar únicamente el foco en la retaguardia. «Tanto defender como atacar es una cosa colectiva», resaltó Lucas Vázquez sobre un equipo que necesita que Mbappé y Vinicius también se sacrifiquen.

Plantel descompensado

No todos los problemas que padece el Real Madrid cabe atribuírselos a sus futbolistas o a Ancelotti. También en los despachos hay parte de culpa. Los blancos lucen un plantel deslumbrante, pero descompensado. El club cometió una temeridad al encarar la campaña con solo dos centrales sanos y se ha visto, tras la lesión de Carvajal, con un extremo reconvertido a lateral como integrante de un escudo que tiene numerosos agujeros. Encontrar refuerzos de garantías en el mercado de invierno será difícil y caro, pero tratar de seguir remando con lo que hay supondría una nueva imprudencia porque los parches de Ancelotti tampoco funcionan.

Bajo rendimiento individual

Con escasas excepciones —Valverde o Courtois—, las estrellas del Real Madrid están muy alejadas de la versión que debían ofrecer cuando han transcurrido ya casi tres meses de competición. Mbappé es una sombra de lo que se esperaba, Bellingham no encuentra su sitio, Rodrygo no alcanza la continuidad necesaria y Vinicius tan pronto deslumbra como desquicia a todos. El peor parado es Tchouaméni, cuya pésima actuación frente al Milan, otra más en una lista muy larga, recordó poderosamente a aquella otra ante el Dortmund que condenó a Asier Illarramendi como madridista. El de Ruan, que estará varias semanas de baja por un esguince en el tobillo izquierdo, es un fiasco como pivote y la sentencia que el Bernabéu ha dictado contra él parece inapelable.

Ancelotti no encuentra soluciones

Las piezas del puzle blanco no encajan y, por supuesto, el técnico tiene parte de responsabilidad en ello. El mismo hombre que cauterizó la herida que abrió la marcha de Benzema reinventando a Bellingham como un llegador sobresaliente desde segunda línea no logra potenciar ahora al 5 en un esquema condicionado por el aterrizaje de Mbappé. El inglés, llave que sirvió para abrir las puertas de la Liga y la Champions el curso anterior, acumula 177 días sin ver puerta con el Real Madrid y su frustración es palpable. Tampoco Mbappé está cómodo como delantero centro y la preferencia por Vinicius en banda izquierda provoca que buena parte de sus arrancadas lleguen desde la derecha, donde es menos productivo. Además, el poco carrete que Ancelotti concede a apuestas estratégicas del club como Arda Güler o Endrick merma el predicamento que el técnico conserva en los despachos. Otro patinazo el sábado ante Osasuna le asomaría al precipicio.