No podía ser de otra manera aunque muchos deseabamos lo contrario.
El discurso final nos ayudó a entenderlo.
Rafa quiere ser recordado como una buena persona que luchó y se sacrificó cada día priorizando los valores a los resultados.
Este último partido ha sido otro ejemplo de ello. Rendimiento y resultado no acompañaron pero la actitud y dignidad en la derrota fueron nuevamente maravillosas.
Se intentó hasta el final y siempre con ese lenguaje corporal que tantas veces nos ha enamorado. Nadie sabe perder tan bien como Rafa. Es parte del mensaje que quiere dejarnos a todos.
No siempre se puede, no siempre depende de uno mismo. Como la vida misma, sobre todo hoy en día que tantas personas «pierden» más que «ganan».
Rafa siempre nos enseña. Inspira verle como uno más en la grada, sintiendo, animando, sufriendo como uno de los ‘nuestros'. Nos demuestra que debemos estar unidos y que esa es la mejor manera para superar dificultades.
Ese énfasis final en la importancia de la familia y equipo indica el valor que le da a la lealtad, respeto y cariño por aquellos que nos ayudan y acompañan durante toda una vida. Nadal se retira con una derrota que en el fondo es un homenaje a ese gran legado que nos deja.
Muchas gracias, Rafa.
Hasta siempre.