Un ourensano de nueve años se ganó los primeros aplausos en la fiesta del regreso de la selección española de baloncesto a la pista del Pazo Paco Paz
25 nov 2024 . Actualizado a las 23:32 h.Dieciséis años es un período lo suficientemente considerable para que una ciudad de baloncesto como Ourense aglutinara las ganas suficientes para divertirse con la selección española de baloncesto. Quizás los nombres del actual combinado que afronta las ventanas clasificatorias para el Eurobasket 2025 no alcancen el lustre de los Gasol, Navarro, Calderón, Garbajosa y otros nombres que brillaron en el firmamento del deporte de la canasta a nivel interestelar. ¿Qué más da? Los inquilinos del Pazo degustan baloncesto, sea cual sea el nivel y saben el techo que pueden alcanzar.
La afición del Pazo demostró primero que tiene memoria y, en la misma presentación de los deportistas que integran La Familia, dedicaron un cariñoso recibimiento a Jonathan Barreiro y Fran Guerra, dos excobistas que llegaron a afianzarse en la élite. Un entorno en el que coincidieron esta vez con un niño ourensano de 9 años. Alejandro Parada Prat pisó la cancha ourensana media hora antes del inicio del choque, para ensayar su cometido, que tenía mucho que ver con una acción publicitaria, la de presentar el balón de Caixabank para disputar la contienda. El crío desfiló delante de los gigantes vestidos de rojo y de blanco, recogiendo el esférico para entregárselo al árbitro principal, el croata Jurcevic. El pequeño lo hizo con aplomo y se llevó algunos de los primeros aplausos de una grada entregada, que elevó el tono con las imágenes de las pantallas gigantes y los jingles de otros patrocinadores, como los famosos cereales que llevaron a Laura a vestirse de gallo.
A medida que los hombres de Sergio Scariolo abrían brecha en el luminoso, el estado de alegría fue declarado definitivamente en la pista, al ritmo del futbolero Freed from Desire. Y frente al banquillo español destacaba la figura espigada de Luis Guil, asistente del técnico italiano, con un vínculo con la ciudad, ya que fue ayudante de Moncho López en las inferiores de la selección, antes de que ambos coincidieran también en la competición japonesa. Un pañuelo internacional.