Los fantasmas parecen no salir de la cabeza del delantero francés, que en los últimos tiempos se le ve con falta de suerte, confianza y puntería
05 dic 2024 . Actualizado a las 13:07 h.Concluyó el duelo en San Mamés y los memes continuaron en torno a la figura del errático Kylian Mbappé, que bien podría ser actualmente la reencarnación del espíritu de Nicolas Anelka o Christophe Dugarry bajo el bloqueo mental que destruye a un jugador de gran talento, pero peleado ante el gol.
En Bilbao, ante unos leones que viven su mejor momento en años, falló un penalti y no hizo nada para desequilibrar el partido. Tres disparos en total y dos de siete regates intentados para firmar otra noche negra del otrora crack de Bondy, que pese a su buena voluntad, no se le ve fino ni a nivel técnico ni emocional.
«Un mal resultado. Un gran error en un partido en el que cada detalle cuenta. Asumo toda la responsabilidad. Es un momento difícil pero es el mejor momento para cambiar esta situación y demostrar quién soy», reconoció quien llegó como estrella a Chamartín para dominar la próxima década en el planeta fútbol.
Mbappé vive, desde hace unos meses, en un huracán mediático que no le beneficia en absoluto. Desde el escándalo económico con el PSG, su no inclusión con la selección de Francia en los últimos partidos o el runrún del caso judicial en Suecia han puesto demasiado ruido extradeportivo en una figura que sigue encontrando piedras en el camino para explotar su versión.
Su éxito o fracaso, al fin y al cabo, vendrá determinado por la cantidad de goles que marque a final de temporada, pero lo cierto es que hoy por hoy no es aquel jugador imparable que se merendaba a cualquier defensa del globo terráqueo. El heredero natural del vacío dejado por Messi y Cristiano Ronaldo no puede encontrarse con el gol cada 9,3 ocasiones, que son las que según los números necesita para perforar la red contraria.
Si Mbappé fuera aquel killer que deslumbró en Catar durante la Copa del Mundo, el que selló su curso con más dianas en el Parque de los Príncipes en su año de despedida, o el que el Real Madrid esperó durante más de un lustro ya llevaría 30 goles. Las dificultades que sufre en este primer tercio de temporada se dejan ver también en otra de las frustraciones para el parisino. El excluido de las últimas convocatorias de Didier Deschamps ha caído en fuera de juego hasta en 22 ocasiones en sus 14 partidos de LaLiga disputados, dos más que en los 29 duelos de Ligue 1 que disputó el año anterior con el París Saint-Germain.
Fue pitar penalti Sánchez Martínez y en el madridismo más que alegría había pánico. Los fantasmas parecen no salir de la cabeza del delantero francés, que en los últimos tiempos se le ve con falta de suerte, confianza, puntería. De todo, y sobre todo desde aquel polémico viaje a Estocolmo del que parece no haber regresado aún.
Repitió el galo la responsabilidad del lanzamiento desde los once metros en uno de los templos más emblemáticos del fútbol español, pero cometió el mismo error que en Anfield ante el Liverpool. Irreconocible. Miró en todo momento al colegiado hasta que pitó, cogió carrerilla y golpeó el balón a su lado derecho, a media altura. Julen Agirrezabala, al igual que Kelleher, salió como el héroe de su equipo intuyendo un lanzamiento como el que sueñan todos los guardametas.
El propio lenguaje corporal del ex del PSG muestra un nerviosismo que se trasladó a otros jugadores del equipo como Fede Valverde, que cometió un error impropio de un tipo tan seguro como el uruguayo en el segundo gol de los de Enesto Valverde, síntoma de un equipo con problemas que también tiene otro en los planteamientos de Carlo Ancelotti, o en la ausencia de ellos.
El de Reggiolo no termina de darle confianza a jóvenes como Endrick o Arda Güler, y sus críticos se quejan de los cambios llegan en los partidos cuando ya es demasiado tarde. «Nadie me tiene que dar consejos», dijo hace días molesto el italiano, que suma su quinta derrota del curso en sus últimos once partidos, cuando en toda la temporada anterior solo cayó en dos encuentros. De sus cuatro duelos más exigentes, sólo ha logrado un empate contra el Atlético de Madrid. Perdió contra el Liverpool, en el Clásico por goleada y ahora frente al Athletic en San Mamés.